Rudi ha vivido en un internado, pero a los 17 años vuelve a casa para encontrar a su padre. Busca cariño, comprensión y ayuda, pero todo se tuerce. El joven aparece en medio de una sesión de casting, y el director queda sorprendido por su naturalidad e inocencia. Hasta que ocurre algo inesperado, el director se da cuenta de que ese chaval tan tímido y callado es no solo su hijo, sino también su monstruosa creación, y decidirá acompañarlo.