Seguridad

La técnica de los okupas para evitar el desalojo: pedir pizza

Una nueva estrategia evita salir de la vivienda cuando llega la policía y pospone el caso a los juzgados

Con cada vez más medidas de seguridad, los okupas cada vez se encuentran más dificultades para entrar en una vivienda sin que los agentes de policía puedan desalojarlos con cierta facilidad. Por eso recurren al ingenio, técnicas que evitan que una vez que se instalan en un piso las fuerzas de seguridad tengan más complicada la tarea de recuperarla para sus propietarios.

Entre ellas se ha popularizado en los últimos tiempos la conocida como técnica de la pizza, especialmente desde que numerosos propietarios han denunciado esta práctica y de la que se ha hecho eco el portal inmobiliario Idealista.

Se trata de una artimaña que, entre otras cosas, les permitirá seguir viviendo en la casa. Los agentes que acudan a la llamada de los propietarios no podrán hacer nada y mucho menos desalojarlos de manera inmediata.

Archivo - Coche de policía nacional

Coche de policía nacional / DELEGACION DEL GOBIERNO

¿Cómo funciona?

El método utilizado es simple. Cuando deciden qué vivienda quieren okupar, piden una pizza a domiclio a esa dirección. Al llegar el repartidor, se los encuentra en el portal donde además de la comida le reclaman el ticket de la compra.

Dos días después ya se introducen en la vivienda, situación que detectan los vecinos o los propios propietarios o bien salta la alarma del inmueble. A la llegada de los agentes policiales, los okupas muestran el recibo de la pizza lo que deja constancia de que llevan varios días en el interior y evita el desalojo instantáneo, un proceso que tendrá entonces que pasar por el juzgado.

Desespero de los dueños

Algunos propietarios llegan a sufrir un auténtico calvario para recuperar su propiedad. Es más, los portales inmobiliarios ofertan viviendas o pisos con okupas en su interior y que se venden a un precio inferior al de mercado.

Según un reciente reportaje de Antena 3, se pueden encontrar auténticas gangas: hay casas por 54.000 o 63.000 euros. Tienen dos pegas: no pueden visitarse y el comprador debe asumir los trámites del desalojo.