Sin perder el norte

De la crónica a la novela

Santi Díaz-Bravo es un escritor orotavense afincado en Londres y formado como periodista que aporta su lectura de este hoy

Imagen en la British Library

Imagen en la British Library / E. D.

Marta Casanova

Frances Bacon llegó a afirmar que la lectura hace al hombre completo, la escritura lo hace preciso y la conversación, ágil. Pasar dos horas de charla ligera con el escritor y periodista Santiago Díaz-Bravo ha sido toda una reafirmación de la esencia que un día me llevó a optar por la senda periodística, a pesar de las objeciones de quienes a mi alrededor consideraban que se trataba tan solo de una pseudo carrera universitaria sin oficio ni beneficio.

En cuanto al beneficio, quizá tenían algo de razón, porque nunca ha sido una de las profesiones mejor remuneradas, pero, sin duda, en cuanto a oficio, pocas le igualan. Coincido con Santi, como lo llamo coloquialmente, en que el periodismo es una forma de vida y convivir con esa actitud, por no decir inquietud, resulta muchas veces insoportable para quienes nos acompañan en el camino más lleno de sombras que de luces, por el sacrificio que supone estar las 24 horas atado a los acontecimientos. Así lo vivió él en su etapa como redactor en este mismo periódico, donde pasó por diferentes secciones hasta ocupar el cargo de redactor jefe.

Años más tarde, decidió marcharse a La Gaceta de Canarias para emprender allí un proyecto novedoso por el hecho de convertirse en el primer periódico regional con dos portadas diferenciadas para cada provincia, algo que no tuvo el éxito esperado. Tras una breve etapa en la agencia de noticias Europa Press y como subdirector de La Opinión de Tenerife, Santi tuvo que afrontar la crisis económica de 2007-2008 en uno de los sectores más afectados como fue el de la prensa escrita, que padeció, además, la eclosión de internet con los efectos conocidos, sobre todo para la prensa escrita.

«En ese momento resultaba muy complicado conseguir un puesto de trabajo en la Isla y decidí buscar alternativas fuera. Tras analizar varias propuestas de trabajo en Argentina y en Miami, opté por aceptar un puesto en el departamento de Lengua Española de un organismo internacional ubicado en Londres, donde colaboré también como articulista para ABC, compaginándolo con otros temas de prensa en el Instituto Cervantes». En la capital británica ha desarrollado otra faceta profesional como escritor que inició en la Isla con su primera novela de la editorial Globo (Cuatro días antes del final), a las que se han sumado otras cuatro publicadas por Pie de Página (El hombre que fue Viernes, Las intrusas, Un secreto a voces y God Save Froilán). La última de ellas, presentada recientemente en la feria del libro de Madrid bajo ese curioso título: God Save Froilán.

De la crónica a la novela

De la crónica a la novela / Marta Casanova

A pesar de llevar doce años afincado en Londres, donde reconoce que ha echado raíces, Santi no olvida sus orígenes villeros y coincidiendo con la celebración de la octava del Corpus en La Orotava y sus tradicionales alfombras ha querido darse un salto por la Villa que lo vio desarrollarse como profesional del periodismo.

De esa etapa se muestra satisfecho por el trabajo realizado: «He tenido la suerte de dedicarme a mi pasión, algo que lamentablemente mucha gente no puede decir, y debo añadir que lo ejercí en un momento en el que valía mucho la pena ser periodista. Estoy orgullosos de los logros conseguidos como equipo, porque trabajé con grandes profesionales y conservo muchos amigos de esa etapa. Toda esa experiencia también me ha nutrido, porque es, en gran medida, la gasolina que mueve a un escritor y buena parte de ese combustible a la hora de escribir tiene que ver con esa etapa como periodista».

De la crónica a la novela

De la crónica a la novela / Marta Casanova

Sobre la situación actual del sector, Santi considera que desde hace casi veinte años está en permanente cambio. «Creo que el periodismo ha perdido protagonismo por el simple hecho de olvidar una de sus funciones claves, que no es otra que ordenar la realidad, hacer ver a la audiencia lo que es y no es importante. Sin embargo, hoy en día se ha convertido en una especie de respuesta a las preferencias del público. En mi opinión, el periodismo no consiste en contentar los gustos de la audiencia, sino discernir lo importante y lo que no lo es. Nunca he comprendido que un informativo pueda comenzar con un partido de fútbol. Para eso está la sección de deportes. Pero como a una gran mayoría le gusta el fútbol se sigue esa tendencia. En definitiva, el periodismo ha claudicado ante la demanda del público. Por otro lado, están las tertulias, que se han convertido en una fórmula barata para rellenar el tiempo en la radio y televisión. Para mí, son museos de personas que actúan como aprendices de todo y maestros de nada que intentan sentar cátedra, desprestigiando mucho el análisis de calidad».

Con la llegada de la inteligencia artificial son muchas las voces que hablan del fin del periodismo tal y cómo lo concebimos en la actualidad y, quizá, tengan algo de razón, pero siempre surgirán nuevas formas de contar la actualidad. Para Santi, estas nuevas formas pasan, paradójicamente, por volver al pasado, al cronista de la realidad que jamás podrá ser sustituido por una máquina: «El acontecimiento en sí lo podrá contar el ordenador, pero la interpretación de ese hecho siempre corresponderá a las personas. El periodismo debe incidir en su papel de jerarquizador de la realidad, establecer un orden y volver a la crónica de antaño, porque la inteligencia artificial no va a dejar otra opción. En cierta medida, esto también tiene sus ventajas. La crónica es el género periodístico más vinculado con la literatura y ese va a ser su papel. De hecho, hay algunos periódicos que apuestan ya por explorar ese camino, como es el caso del periódico The Guardian, que, al margen de sus ediciones diarias, ofrece un semanario que sale a la venta los fines de semana únicamente en papel y que ni siquiera se encuentra en internet, donde se publica la crónica de lo que ocurre en el mundo desde el punto de vista de la persona que escribe, sin anonimizar al redactor como solía ocurrir. Cada vez se busca más la firma y desde ese punto de vista puede ser una gran alternativa».

Pero Santiago Díaz-Bravo es ahora más escritor que periodista y reconoce su pasión por las letras desde muy pequeño. «Empecé a escribir como suele ocurrir, porque empecé a leer. Desde pequeño leía todo lo que caía en mis manos. Desde revistas, periódicos, cómics… No entiendo la labor del escritor sin el paso previo de la lectura. Recuerdo participar y ganar casi todos los concursos de redacción en el colegio de Los Salesianos, en La Orotava. Disfrutaba mucho con ello y creo que se me daba bien. Cuando uno tiene cierta habilidad para algo debe explotarla y, en mi caso, no es que tuviera mucha habilidad en otras cosas. Mis tres pasiones eran leer, escribir y el baloncesto».

Su última novela trata sobre una pseudo anécdota histórica que tiene que ver con un español, Juan de Lepe, que, según cuentan –porque no existe documento que avale tal hecho–, se convirtió en el siglo XV en rey de Inglaterra durante 24 horas a raíz de una apuesta con Enrique VII tras una partida de ajedrez. Esto ocurre en 1498 y cinco siglos después, un grupo de aristócratas españoles encarga a un historiador que indague en los vericuetos de ese efímero reinado de Juan Gonzaga. Sus pesquisas desembocan en una sorprendente revelación: el acuerdo, a la postre traicionado por el soberano, contemplaba la cesión sine die de los derechos dinásticos y convertía a los descendientes del navegante en legítimos herederos de la Corona. Todo este entramado desemboca en un una curiosa tentativa que pasa por convertir a Juan Froilán de Todos Los Santos en monarca del Reino Unido con la muerte de Isabel II. En esta novela provocadora, el autor muestra su deseo de plasmar los paralelismos que encuentra entre el 98 de España y la Inglaterra del brexit. «Ahora vivo en Londres y he sido testigo de las vicisitudes del que también se ha convertido en mi país, como es el Reino Unido. Veo muchas similitudes entre la decadencia del imperio español del siglo XIX y la situación actual de Gran Bretaña, que también vive una decadencia desde principios del siglo XX. La llegada del brexit ha intensificado todo ese declive desde diferentes puntos de vista. En God Save Froilán se tocan todos estos aspectos. Nace de la historia, se asienta en el humor y desemboca en la decadencia de dos imperios».

«Esta es mi quinta novela e intento que cada una sea original manteniendo mi estilo propio. En este caso, una de las personas que colaboró en el proceso de edición comentó que se trataba de un libro político sin parecerlo y creo que es una definición acertada, porque es cierto que se vale del humor y la caricatura para analizar una realidad. Hay un deseo de que el lector se lo pase bien, disfrute con el libro, pero es cierto que subyace un contenido político porque nace y acaba en la historia. Se trata el devenir de dos imperios en decadencia como es el español y el británico, unidos en una misma historia que se asienta en el humor. El humor está denostado como categoría literaria, pero está presente en las grandes historias literarias empezando por El Quijote. Creo que es una de las mejores fórmulas para destapar el alma humana y el devenir de los pueblos y este humor serio es, sin duda, una de las características del libro», comenta Santi.

Se va haciendo tarde y tenemos que ir terminando esta animada conversación. Santi se vuelve pronto a su segunda patria, pero su conexión con la realidad insular no se pierde. «Cuando estudiaba en Madrid, mi único contacto con La Orotava y Canarias se limitaba a los quince minutos de las llamadas que hacía a mi madre los domingos. En ese tiempo me ponía al día de lo que ocurría aquí, pero hoy en día y gracias a las redes sociales es curioso cómo, a veces, soy yo, viviendo en Londres, el que comento a la familia lo que ocurre aquí. En cierto modo, uno tiene la impresión de estar sin estar, por lo que, en cierto modo, sigo viviendo aquí».

Pero desde fuera, nuestra realidad tiene otra perspectiva y por eso me interesa también saber cómo nos ve alguien que conoce muy bien nuestras fortalezas y debilidades. Para Santiago, aquí los vínculos personales son magníficos, «hay una gran camaradería que acompaña a las relaciones entre todos los habitantes de la Isla, unido a un clima envidiable, exquisita gastronomía y la naturaleza que no ha sido destruida es una maravilla; pero, si hablamos de aspectos negativos, considero que se trata de una tierra con escasas oportunidades. Sin que se hable mucho de ello, las nuevas generaciones se están marchando a vivir fuera en la búsqueda de alternativas que no encuentran aquí y creo que en las últimas décadas ha habido decisiones políticas erróneas en este sentido. Sin olvidar el exceso de burocracia con 31 ayuntamientos, un Cabildo y Gobierno de Canarias. La omnipresencia administrativa coarta las posibilidades tanto de desarrollo económico como de creación de oportunidades, por lo que el futuro que vislumbro no es nada halagüeño. El territorio está superpoblado y la economía se decanta únicamente hacia el turismo, con pocas opciones en otros sectores. Creo que es una tierra con muchas limitaciones sin visos de cambio, por lo menos a corto plazo».

Me despido del escritor que camina ya con cierto aire british y me quedo reflexionando sobre lo que hablamos del talento canario que se nos va por falta de oportunidades. Pero ¿No era ahora cuando vivíamos en un mundo globalizado donde se podía trabajar desde cualquier parte del mundo? ¿En qué estamos fallando? God Save Tenerife.

A la izquierda, Santiago Díaz-Bravo (La Orotava, 1968) en la British Library, en la capital del Reino Unido, donde reside y ha echado raíces; sobre estas líneas, la portada de su última obra literaria, God save Froilán; abajo, en un montaje para promocionar otro de sus libros, Un secreto a voces.