«No pasa nada, la Virgen está embarcada»

Unas 30.000 personas abarrotan el casco portuense y el muelle pesquero para acompañar a la patrona de los mares y a San Telmo

Embarcación de la Virgen del Carmen en Puerto de la Cruz

N. P. A.

Daniel Millet

Daniel Millet

Bajo la dichosa panza de burro de todos los veranos, los cargadores y demás tripulantes del Nuevo San Ramón embarcaron a la Virgen del Carmen con maña y sumo cuidado. La imagen se había abierto paso en una playita de callaos del muelle pesquero de Puerto de la Cruz abarrotada. «No pasa nada, la Virgen está embarcada», gritaron los portuenses. A las 20:14 horas, cuando el sol empezaba a ponerse, estalló el jolgorio, mientras un manto de salpicaduras de mar, provocado por quienes vivieron el acontecimiento en el agua, hacía brillar todavía más el traje dorado de la patrona de los océanos. Delante, en el barco Adrinere, ya navegaba San Telmo. 

Unas 30.000 personas, según la estimación del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, vivieron ayer con la misma intensidad de siempre la Embarcación de la Virgen del Carmen y San Telmo. Apretujados en un lateral del muelle, con una perspectiva privilegiada de este momento estelar, los hermanos Antonio y Candelaria López lo disfrutan como si fuera la primera vez. Y eso que ya llevan muchos años, casi desde que tenían uso de razón, siendo testigos del día grande de la ciudad turística. «Es impresionante cómo todo un pueblo se vuelca con la Virgen del Carmen y San Telmo», comenta Candelaria.

Mientras en un balcón que da al muelle Chago Melián canta a la protectora de los pescadores y grita los vivas a la Virgen, a San Telmo, a los cargadores y a los portuenses, Antonio López se pone nostálgico. «Esto antes era diferente, más familiar, más nuestro». Recuerda cuando su padre, que era pescador, los llevaba a él y a su hermana a ver a la Virgen desde el mar montados en un barco. También rememora las carreras de yolas (una especie de kayak), o las competiciones con neumáticos, o cuando botaban a un pato al agua para ver quién lo cogía... «Todo eso ya no se hace», señala con magua mientras mira cómo la gente despide otro año más a la imagen más adorada de Puerto de la Cruz. 

Todo comienza por la mañana, con la misa de las 9:00 y el desayuno gratuito posterior en el mismo muellito, a base de churros, chocolate, bocadillos y alguna pachanga bien bañada en azúcar. Pero lo mejor llega por la tarde, con todo un municipio concentrado en las calles del casco. Las dos imágenes salen de la Parroquia de Nuestra Señora de Francia tras la misa presidida por Marcos Albertos, capellán del RACA93 de San Cristóbal de La Laguna y de la Guardia Civil de Ofra. Los cargadores de las Hermandades de la Virgen del Carmen y San Telmo zarandean las tallas, pese al poco espacio del que disponen, en una procesión que se detiene a cada cántico, a cada «viva la Virgen», en cada momento en que pasan por un lugar que mira al mar. Así ocurre por ejemplo en la Punta del Viento.

Otro de los actos tradicionales que se conservan, y que tiene lugar precisamente en este punto en el inicio del paseo de San Telmo, es la suelta de cientos de palomas mensajeras. Como siempre, corre a cargo de la Sociedad Colombófila Portuense. Marcos Real aporta por primera vez una cesta con palomas. «Siempre colaboro con este día tan importante para mi pueblo. No puedo faltar», expone mientras ve cómo las colúmbidas se pierden en el cielo grisáceo, cubierto por la nube de todos los meses de julio.    

«Guapa, guapa y guapa», piropean algunos asistentes al tiempo que uno de los 90 cargadores que se dividen en tres turnos, Miguel Ángel González, vigila que todo esté en orden. «Nos preparamos todo el año para este momento. Es todo para nosotros. Es el día grande Puerto de la Cruz», asegura con los ojos radiantes. A unos 100 metros esperan que llegue la patrona de los mares, en el mismo punto de siempre de la calle Santo Domingo, los miembros de la parranda Los Jueves. José Acevedo, uno de sus miembros, cuenta que llevan más de 35 años cantando a la Virgen y a San Telmo temas populares del folclore canario. «No nos lo perdemos ni locos», señala. Entonces se prepara, junto con el resto de integrantes del grupo, para cantar otra isa. «Ahí vienen. Vamos, señores», apunta otro miembro de la banda, Chencho, mientras al fondo se ve cómo se acercan las imágenes.  

De la Punta del Viento al muelle no debe haber más de 500 metros. La procesión, sin embargo, avanza con dificultad. Apenas cabe nadie en las aceras y los balcones, muchos con la mirada fija en la Virgen del Carmen -alguno incluso con lágrimas en los ojos- y otros, los visitantes, observando embelesados la pasión desbordante y tirando del móvil para inmortalizar la secuencia. En medio de todo el gentío y de la banda de música van las autoridades con sus trajes de gala, entre las que destaca la nueva presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, o el alcalde de Puerto de la Cruz, Marco González. 

«Carrascal, carrascal, que bonita serenata. Carrascal, carrascal, ya me estas dando la lata», cantan los que esperan a las dos imágenes en la playita. A las 19:32 horas, cuando la Virgen del Carmen y San Telmo asoman por la calle de Santo Domingo, un estruendo de aplausos y petardos anuncia que el embarque se acerca. El Nuevo San Ramón y el Adrinere recogen a las imágenes en la orilla y se van a recorrer la costa portuense para, ya a la noche, volver a desembarcarlos. La escena se repite cada año pero el entusiasmo se desborda como si fuera la primera edición.