«Garachico. Uno de los pueblos más bonitos de España!». Y punto. Es la contundente bienvenida que da el ayuntamiento con la leyenda que se puede leer en el muro del campo de fútbol de la Villa y Puerto, que ayer celebraba la romería de san Roque, o san Roquito, dependiente del cariño que se le profese. Y es romería grande porque la localidad que preside el nacionalista Berto González también tiene su versión romería pequeña, que se celebró el pasado sábado, y después el baile de magos. Sin tregua. Y así desde 1960, cuando por primera vez se organizó la romería de San Roque, el santo patrón de la comarca, y la valoración tiene peso viniendo de Borja Lynch, un joven icodense de pro.

El santo sale a las nueve de la mañana de su templo que preside el puerto deportivo de Garachico, en romería de ida hacia la iglesia de Santa Anta y vuelta, a las seis y media de la tarde de ayer. Es una romería singular, admite Mariano Pérez, que habría ostentando la Alcaldía de las Romerías de existir. Al regidor municipal de El Sauzal se le ha visto en Candelaria, tanto el 14 de agosto –cuando se celebra por la tarde la ceremonia de los guanches, con mochila a la espalda, como un peregrino más– y el día 15, en la nutrida comitiva de alcaldes que se reunieron por la mañana para participar en la función solemne, esta vez con traje y corbata, desafiando el mismísimo decreto del ahorro energético.

Romería de ida y vuelta con San Roque por las calles de Garachico entre ajijides

Como Mariano, también el expresidente del Cabildo Carlos Alonso o la consejera insular Cori Yanes, que ni con esguince aminora el ritmo, rompieron la máxima que dice: «el que va a Candelaria no va a San Roque porque está molido de tanto trote», recordó ayer el fotógrafo de La Culata y amante de las tradiciones Ángel Hernández. Eso sí, el traje de largo del 15 de agosto lo cambiaron por la ropa típica, y quedaron rezagados por el camino cuando el santo ya enfilaba la iglesia de Santa Ana y tanto Carlos Alonso como Cori Yanes dejaron en el olvido el protocolo para departir con los vecinos y visitantes en la plaza de abajo, donde precisamente ayer se había colocado una escultura de seda para recordar que desde 1970 se celebran las fiestas lustrales que rememoran otro capítulo que marcó la historia: la erupción del volcán en 1706. Precisamente esta historia, así como las características arquitectónicas de Garachico son los argumentos que el guía que realiza la ruta Masca–Garachico–Icod explica a los turistas desde hace diez años. «Hoy no nos paramos en la romería; necesitaríamos todo el día», explica.

Mediodía. Sol de justicia. De la misa de los peregrinos, que se desarrolló en San Roque a las 9:00 horas, a la función solemne que preside el cura de La Orotava, en el templo de la parroquia de Santa Ana. Como si de un pasaporte se tratara, no hay peregrino que se precie que no lleve una vara de las que hace Alberto Díaz. Aunque él nació el 7 de agosto de 1960, el mismo año que se comenzó con la romería de San Roque, heredó de su abuelo y su padre la costumbre de hacer varas de cintas. Este año regaló unas cuatrocientas a los niños en la romería pequeña del sábado y para ayer preparó 2.500 en los ratos libres que le queda en su profesión en el sector de la hostelería, con la complicidad de sus familiares. Una y otra vez se acercan vecinos y visitantes. «No son regaladas; cada una es a 50 céntimos y el dinero que se recaude para no es para mí, sino para el santo», repite como un sungunete.

Romería de ida y vuelta con San Roque por las calles de Garachico entre ajijides

La vara de los peregrinos y los ajijides –sonidos guturales muy agudo– son las señas de identidad de esta romería.

Entrar en la iglesia es disfrutar del cielo por la agradable temperatura que contrasta con el solajero; y es que a las doce del mediodía no hay donde cobijarse en todo Garachico. Encima, suena una música celestial: la misa canaria que interpreta el grupo Tigaray, de Los Realejos, que bajo la dirección de Samuel Fumero no se ha dado tregua. Por la noche del día 15 de agosto cantó en Candelaria en la antología del folclore en la que participaron cinco solista y en la que bailaron Los Majuelos –y no Tajaraste (como se incluyó por error) entre otros grupos. Entonces Tigaray vistió su indumentaria más moderna y ayer, la típica.

En las calles aledañas al templo, es un ir y venir de vecinos que dejan su casa para poner rumbo a la carreta, como Manu Domínguez, uno de los alma mater de la murga local Los Ferrusquentos –que tan buen papel acostumbra a hacer en el certamen regional–. «Mi carreta es la 13, y es de las grandes», convida Manu al visitante.

Entre isas y folías que sirven de base musical a las canciones de iglesia, finaliza la función, que se ha adelantado, por lo que hay que hacer tiempo antes de sacar a san Roque rumbo a la plaza de abajo y luego cerca del antiguo puerto, siempre cargada a hombros y después de que uno de los vecinos protagonice el salto del pastor al lanzarse desde la azotea de una casa terrera. El astia se clara en el adoquín y parece hacerlo en el alma. Pero se queda hundida en vertical ante el asombro general.

Una ambulancia impide llevar a san Roque para cumplir con la venia de la bendición de la romería marinera; «ya quedan solo dos pescadores», argumentan algunos de los incondicionales, mientras la romería emprende el regreso al templo del puerto deportivo.

Gracias a que los tres consejeros insulares que representan al PSOE van ataviados con ropa típica no ocurre como en Candelaria, cuando unos peregrinos dijeron al paso del presidente Pedro Martín: «Llegan los representantes de las fuerzas del orden», para asegurar, cuando vieron a Carlos Alonso, «llega el Cabildo». Entre adoquines continúa la romería que culmina a las seis y media y empata con el baile en san Roque. La romería de uno de los pueblos más bonitos de España y, por tanto, una de las romerías más bonitas de España.