La agricultura tinerfeña se ha visto obligada este año de pandemia a tirar cada mes más de 150.000 kilos de frutas, verduras y hortalizas, los excedentes producidos por el parón turístico. Esta descomunal pérdida de alimentos, al tener que desecharse el exceso de producción por el desplome del principal motor económico de la Isla, coincide con un momento crítico para la sociedad isleña. El Banco de Alimentos empieza a quedarse sin existencias ante la gran demanda de ayudas, mientras 123.000 tinerfeños están en paro –sin contar los 30.000 en ERTE– y entre ellos figuran 14.620 jóvenes de entre 18 y 25 años. Asimismo, se registra la mayor cifra de desempleo de mujeres de la Isla (66.000) en una década, 1.800 isleños viven en la calle y aproximadamente 350.000 están en peligro de exclusión social.

Hay un dato clarificador: con las verduras y hortalizas que se tiran podrían elaborarse más de 75.000 potajes durante un mes para familias de cuatro miembros. Son cifras demoledoras contrapuestas a esos sobrantes de producción que dejan montones de pepinos, tomates, calabacines, bubangos, pimientos, coles o berenjenas pudriéndose en la basura o, en menor medida, sirviendo de comida para el ganado.

El consejero de Agricultura y Ganadería del Cabildo de Tenerife, Javier Parrilla, ofrece a la Corporación como “interlocutora” entre los productores y Mercatenerife con las ONG y los bancos de alimentos con el fin de que esas toneladas no se tiren y se repartan entre las personas más vulnerables. Parrilla desconocía esta cantidad de excedente del campo tinerfeño. “Las asociaciones de productores me podían haber advertido en las muchas reuniones que hemos tenido, incluso en los últimos días”, se queja.

Cuestionado sobre el modelo del Cabildo de Gran Canaria, que ha anunciado la compra de excedentes a bajo precio para repartirlos entre las ONG, Parrilla pide que se lo expliquen. “No sé cómo lo hacen. Hay que cumplir la Ley de Contratos y la Ley de Subvenciones en cuanto a concurrencia y publicidad. Hay que cumplimentar muchos requisitos burocráticos”. El consejero añade que cualquier productor local puede alquilar un espacio en Mercatenerife por 7 euros para vender esos excedentes. Incide en que “tal vez debieron dirigirse a las administraciones para buscar alternativas a la caída de ventas por el parón del turismo”, que es la principal causa de las toneladas sobrantes. Plantea que el sector podía haberse incorporado a las 30 líneas de subvenciones de este año para evitar la sobreproducción. El consejero del sector primario cree que se unen “un problema estructural y otro coyuntural, como es la caída de la demanda por la ausencia de turistas”. Y concluye: “También hace falta más preparación y profesionalización en el sector”.

CC exige medidas.

Coalición Canaria de Tenerife reclama que el Cabildo y el Gobierno de Canarias adquieran una parte de la producción excedente del sector primario para destinarla a las ONG. “En una situación de pandemia y de grave crisis económica no podemos ver esas imágenes de tomates, pepinos o calabacines tirados por el suelo”, denuncia el secretario del Sector Primario y Soberanía Alimentaria, Juan Antonio Alonso.

El sector.

Los colectivos de agricultores apuntan que siembran para varios millones de turistas que no han venido a la Isla este año por el coronavirus. Añaden que han intentado programar la cosecha –”porque esto no es hacer tornillos”– en base a los anuncios de recuperación. “Primero el verano de 2020, luego el invierno del mismo año, después la primavera de este 2021... Ninguna previsión se ha cumplido y el excedente es enorme”, admiten. Aunque pueda derivarse parte a las ONG para alimentar a los más necesitados, “es la punta de un iceberg”, aclaran. “Supone un grano de arena en una montaña, aparte de que ni ellos ni nosotros, los productores, tenemos la logística para poner ese sobrante en los mercados. No es tan fácil como podría parecer”.

Las empresas.

Raúl Saavedra es el presidente de Disfruca, empresa con sede en Guía de Isora. Tiene entre 130 y 140 trabajadores en plantilla y no ha echado aún mano de los ERTE. Pero avisa: “Si esto sigue así no tendré más remedio que hacerlo”. Distribuyen fruta y verdura al por mayor y sus pérdidas llegan hasta el 65% en este año de pandemia. Califica la situación de “delicada” por el cierre de hoteles. “Si donamos 15 o 20 cajas de lo que sea a las ONG las recogen, pero si son 200, no tienen salida”.

Ignacio Hernández, por su parte, es propietario de la empresa Sat Beig, ubicada en Granadilla. Lo tiene claro: “Hoy [por ayer para el lector] hemos tirado 12.000 kilos de coles y otros miles de kilos de calabacines y tomates. Unos 30.000 en total en un día. Así dos días a la semana. El año pasado fueron 900.000 en total”. Hernández valora: “La gente no tiene ya dinero y no compra fruta. No es solo lo que tiramos, sino lo que no vendemos. Con los calabacines a 20 céntimos el kilo, la pregunta es si piensan que esto es rentable. Y no olvidemos a los muchos que, simplemente, han dejado de cultivar antes de la panorama. Pedimos ayudas y también voz para denunciar lo que estamos pasando”.

En el caso de la empresa Río Sur, en Arico, su gerente, José Carlos Hernández, señala: “El cierre de los hoteles y la pérdida de poder adquisitivo por parte de los consumidores son la principal causa de este fenómeno de tener tirar los excedentes”. Cree que “la situación está incluso peor que el año pasado, cuando llegaron la pandemia y el desastre. Hubo que arrancar de la planta sin recoger la cosecha”. Hernández recuerda que destina entre “cinco y seis toneladas diarias a las vacas”. Y subraya: “Los recogemos en dos o tres días, se van poniendo viejos, colocamos los nuevos y aquellos se pierden”. Concluye que “a precios de 10, 15 o 20 céntimos no se paga ni la recolección”. “Hemos perdido un mercado de más de un millón de personas al mes”.

Asaga.

Un 65% de pérdidas desde el inicio de la pandemia. Es el cálculo de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga Canarias Asaja) respecto a las empresas hortofrutícolas vinculadas a la hostelería y restauración, sobre todo aquellas ubicadas en el sur de la Isla, que son mayoría. No hay una cuantificación exacta pero hay cinco o seis más o menos grandes y decenas medianas y pequeñas. Funcionan de dos maneras: las que cuentan con infraestructuras propias para producir o las que se suministran de productores locales. La presidenta de Asaga, Ángela Delgado, reclama al Gobierno de Canarias que “se las incluya en el reparto de los 1.100 millones de euros de los fondos europeos porque una inyección económica potente es la única salida pare empresas con este nivel de pérdidas”. Las afectadas solicitan una reunión urgente con la consejera de Agricultura del Gobierno canario.

La COAG.

Miguel López, veterano agricultor, opina desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en Tenerife que los excedentes “no son un problema nuevo, pero la pandemia lo ha agudizado”. Detalla que “ha habido incluso necesidad de arrancar la planta antes de recoger la cosecha; es decir, poner en marcha mecanismos de retirada por la baja demanda”. Recuerda que “ya en marzo de 2020 nos íbamos a manifestar y no pudimos por el estado de alarma”.

López entiende que “una parte del excedente puede ir a las redes solidarias pero eso requiere una logística que el sector no puede asumir”. Tiene claro que “todo se agrava con la planta hotelera y el canal Horeca [distribuidoras de alimentos para hoteles y negocios de la restauración] cerrados”. El representante de COAG solicita que las ayudas previstas para este año a la agricultura y la ganadería “lleguen lo antes posible”. Acaba con una cifra: ”Cada semana damos a los animales entre 8.000 y 12.000 kilos del excedentes de verduras y hortalizas”.