Solidaridad y justicia en el ámbito de la economía de consumo. Es la filosofía inalterable del Proyecto El Surco, surgido hace 23 años en el seno de Cáritas Diocesana de Tenerife. Poner en contacto prácticamente directo al productor con el consumidor en un espacio físico que funciona como tienda. La iniciativa, una de las más antiguas de la organización de la iglesia católica, vuelve después de un paréntesis a consecuencia de la pandemia. Cambia de sede, pero no de sentido con punto de partida en la compensación justa al trabajo del campo y especial incidencia en el comercio de la producción desde las cooperativas. 

El proyecto de comercio justo El Surco vuelve a la Isla tras el paréntesis de unos meses por la pandemia. En una nueva sede, pero con la filosofía de siempre: promover el contacto ente productor y consumidor en el marco de unas condiciones de justicia social y solidaridad. Con un espacio físico como escenario: la tienda. La iniciativa, emblemática y un símbolo para la entidad que la impulsa, Cáritas Diocesana, cumple 23 años.

Daniel Expósito es el técnico responsable del proyecto. El alma de esta aventura, que nació en 1998. Entiende que “la pandemia no le da más sentido a esta idea. Tiene el mismo de hace 23 años; con distintas palabras pero siempre están conceptos como justicia social, ecología, etcétera”. Considera que ”tal vez exista más sensibilidad en la sociedad actual pero la historia se repite. La del esfuerzo solidario por los demás desde las propias personas”.

El Surco se vincula al área de Migraciones de Cáritas. Lo explica Expósito: “El fenómeno migratorio tiene mucho que ver con la economía, El que llega no tiene con qué subsistir y ahí entramos nosotros”. Subraya que “la Organización Mundial de Comercio Justo marca el objetivo de “las mismas garantías para los productores en el Tercer Mundo que en el desarrollado. Que las desventajas de los pequeños productores desaparezcan”. De ahí medidas como “adelantar el dinero de las cosechas con el objetivo de que se salga de la pobreza con trabajo y no con caridad”. La posición de salida es que “se cumplan unos criterios como el respeto al medio ambiente, no utilizar a los niños o el trabajo forzado, no usar plaguicidas o que el beneficio obtenido revierta en su comunidad”.

Una cadena solidaria

El Surco compra el producto “y lo pone en la tienda para el consumo”. Quien lo adquiere allí “sabe de dónde procede y que con eso contribuye a esta iniciativa en el lugar de origen”. En una frase lo resume: “Una cadena solidaria”.

Otro aspecto clave es “la sensibilización y la formación, a través de charlas y talleres para centros de enseñanza, parroquias, lugares de trabajo, entidades o asociaciones”. Igualmente, se promueven “visitas organizadas al nuevo espacio de la tienda, donde se comercializan productos con este sentido de alimentación, artesanía, bisutería, menaje, decoración o cosmética natural. La intención, subraya Expósito, es que se sepa “discernir lo que es comercio justo y lo que no”, además de potenciar que estos productos “también se vendan en otros lugares”.

Ejemplos

El Surco trabaja con cooperativas que merecen ser conocidas. Por ejemplo, la palestina Holyland que, explica Daniel, “trabaja la madera o mejor dicho las virutas de los olivos para hacer de todo” . O Corr the jute Work, en Bangladesh, cuyo sector es la cestería. En este caso la mayor parte son mujeres y se han especializado en la fibra del yute. “Sólo un 20% lo comercializan en este ámbito y el resto en el mercado normal. Esta diversidad es un éxito para el proyecto”.

Cáritas entiende la economía solidaria como “la construcción de un modelo alternativo al vigente” que pone al servicio de la justicia social y los derechos humanos. Parte, en palabras del papa Francisco, de que “el sistema imperante genera injusticia, desigualdad y pobreza a gran parte de los habitantes del planeta y es irrespetuoso con su sostenibilidad”.

El comercio justo se sitúa en la lucha contra la pobreza y la exclusión y en la construcción de esa economía alternativa y solidaria. Con la persona como eje. El Surco es reflejo de una apuesta: otro comercio –y otro mundo– es posible.

De Santa Cruz a La Laguna

Calle Quinteras s/n, bajos de la Casa parroquial de Santo Domingo de Guzmán. Muy cerca de la oficina de Correos de Aguere. Es la dirección desde el pasado día 1 de El Surco. Con atención al público será de lunes a viernes, de 9:30 a 14:30 y de 16:00 a 19:30 horas. Daniel Expósito explica: “Los últimos tres años lo ha llevado la empresa de inserción de Cáritas Buscándonos las habichuelas y la organización retoma ahora la gestión directa”. Expósito señala que “el local de Santa Cruz durante muchos años, en la calle Juan Pablo II, se destina a Servicios Generales”. Valora: “La Laguna es un lugar maravilloso y requería una tienda así”. El balance de este mes de apertura “es positivo, estamos contentos”. Puntualiza: “La tienda no tiene que dar beneficios, aunque hay que intentar que no sea una rémora. Con sufragar los gastos es suficiente”. Y recuerda: “Lo importante es concienciar”. Pese a las restricciones “se ha hecho. Sin grandes grupos ni colegios, como nos gustaría, pero al menos de cuatro en cuatro”.