La historia es un buen lugar al que retornar en tiempo de Semana Santa. Los vestigios en la comarca Sur invitan a disfrutar de los espacios al aire libre y son varios los ejemplos de lo que fueron algunos municipios. Una ruta podría incluir el sureste de Tenerife, esa zona en la que la economía y la vida es rural y a la que la autopista contribuyó a ralentizar su desarrollo. Güímar (Agache) y Fasnia (casco) son un ejemplo. Ahí el visitante y/o caminante encuentra las ruinas de dos templos de la segunda mitad del siglo XVIII: la ermita de San José (El Escobonal), junto al barranco de La Oveda, y la iglesia de San Joaquín (Fasnia), junto al barranco del mismo nombre.

Ermita de San José

Desde la salida 30 de la TF-1 se recorren cinco kilómetros hacia la medianía de Agache. A la entrada de El Escobonal, en plena curva, se encuentra el Camino La Tirada con la señalización correspondiente de este templo de Güímar. Construido entre 1745 y 1754, su advocación coincide con el nombre del pueblo o pago de San José. Lo que hoy permanece en pie son los muros que un temporal dejó en 1927, pero los vecinos no tuvieron recursos para reconstruirla. Fueron debidamente restaurados al comienzo de este siglo por el Cabildo de Tenerife. El 8 de febrero de 2003, las ruinas fueron bendecidas por monseñor Felipe Fernández (q.e.p.d.), entonces obispo de la Diócesis Nivariense.

“Si escuchamos en silencio el susurro del viento, oiremos de nuevo la cantidad de plegarias, la vida y el sacrificio de tantos que hicieron posible este pueblo y este lugar de Agache”. Esta inscripción forma parte del panel en metacrilato transparente que el visitante encuentra en la entrada a este testimonio silencioso del tiempo en el que todavía tienen lugar oficios religiosos. Una gran cruz de madera preside el muro central de los tres que permanecen en pie, frente a la que permanece el altar. En su nave central, cinco bancos sirven también de lugar de descanso al caminante. En torno a este templo hoy permanece el llano en el que los agacheros celebraron sus fiestas durante 107 años, según cuentan los historiadores.

Iglesia de San Joaquín

La iglesia vieja de Fasnia data de 1796. El lugar donde fue erigida lo donó José Díaz Flores, un labrador que promovió la independencia civil y religiosa de Fasnia, un pago del que fue su primer alcalde al convertirse en localidad, escribe el historiador y cronista oficial Octavio Rodríguez Delgado. El 19 de marzo de ese año tuvo lugar la primera misa. Las primera paredes se desplomó en 1826, como consecuencia de un aluvión. La restauración realizada hace dos décadas introdujo elementos que distorsionan el lugar, como luminarias, piso de madera, escaleras y gradas con soportes metálicos. La tormenta tropical Delta destruyó uno de los muros ancestrales. Sin embargo, estas ruinas conservan intacto el arco de medio punto que tuvo el templo en su origen.

Desde el enlace situado en el kilómetro 33,5 de la TF-1 (posterior a Los Roques-Fasnia, en sentido Sur), el visitante debe ascender tres kilómetros por un camino rural asfaltado hasta llegar a las ruinas de la iglesia de San Jerónimo, con el que limitan.

Otros espacios

Aún en el Sureste, pero ya en la costa, son más populares las ruinas de lo que comúnmente se denomina la leprosería, entre Punta de Abona y Abades, en Arico. Pero es más al Sur, en Playa San Juan, donde se encuentra otra ruina de interés, la casa, embarcadero y estación de bombeo de Aguadulce. Aquí hubo un motor que se utilizaba para elevar el agua que se extraía de un pozo. Recuerda al elevador de La Gordejuela, de Los Realejos, y al lugar se llega por unas escaleras sinuosas desde un acantilado.

Delta, a finales de 2005. Más ruinosa es la situación del embarcadero o estación de bombeo (derecha) en la costa de Playa San Juan, de Guía de Isora