Desde que el portal turístico Civitatis (www.civitatis.com) publicó a finales de enero una lista con los seis lugares abandonados más bonitos del mundo, entre los que incluyó las ruinas del elevador de aguas de Gordejuela, en Los Realejos, esta zona del Paisaje Protegido de Rambla de Castro soporta a diario una auténtica romería de visitantes que, en ocasiones, caen en conductas de riesgo por tratar de acercarse más de la cuenta a este edificio industrial de principios del siglo XX.

Muchos residentes en Tenerife y también visitantes acuden a esta zona enclavada en un paraje protegido a disfrutar de las impresionantes vistas que ofrece esta estructura industrial de 1903, promovida por la Casa Hamilton para elevar las aguas de los nacientes de la zona. Fue diseñada por el ingeniero militar José Galván Balaguer, apoyado por León de Torres y León Huerta, y según recuerda el colectivo Hispania Nostra, que la incluyó en la Lista Roja del Patrimonio en España, “la obra marcó un hito en su tiempo por haberse instalado en su interior la primera máquina de vapor de la isla”.

Un sendero habilitado

Acercarse a estas ruinas espectaculares, que se descuelgan sobre el mar en una zona muy escarpada, es fácil. Basta recorrer un pequeño camino entre huertas de papas desde la calle Romántica I o caminar desde Rambla de Castro a través del sendero de la costa, que en la actualidad está clausurado a la altura de la playa de Los Roques, cerca del límite con el municipio de Puerto de la Cruz. Desde ese camino se pueden disfrutar unas vistas impresionantes del elevador, tanto en el mirador habilitado como desde el puente que atraviesa el barranco de Palo Blanco.

Las personas que se limitan a llegar hasta el sendero para disfrutar de las vistas o hacer fotografías, no suponen ningún problema ni asumen ningún riesgo. El peligro comienza cuando algunos optan por buscar la manera de acceder hasta las ruinas, cuyos accesos están totalmente cerrados y prohibidos, ya que se trata de una propiedad privada que, además, continúa en explotación.

Hay varios carteles que indican que existe riesgo de caídas, peligro de electrocución –por un transformador de media tensión– y otros riesgos. Para llegar hasta los antiguos escalones que daban acceso al elevador de aguas hay que saltarse la ley e invadir una propiedad privada. No se puede llegar hasta las ruinas sin escalar un muro o romper una puerta o un vallado.

La empresa Savasa es la propietaria de las ruinas de Gordejuela y de la estación de bombeo que en la actualidad sigue elevando agua de los nacientes de la zona para uso agrícola. Carlos Acevedo reconoce que en su empresa están “muy preocupados” por la situación actual y temen que, pese a sus esfuerzos por evitarlo, pueda producirse algún accidente por alguna conducta temeraria.

“El sitio es peligroso”

“El sitio es peligroso, tenemos todo vallado y cerrado, hay una alarma y al menos cinco carteles que indican los riesgos, pero continuamente tenemos que ir a la zona para comprobar si hay destrozos. Hemos tenido que cambiar una puerta por un muro porque continuamente destrozaban los candados”, explica Acevedo.

EL DÍA fue testigo de como, en menos de dos horas de una tarde de un día entre semana, varios grupos de personas trataron de acceder al elevador de aguas de Gordejuela. Tras algunos intentos de bajar por una ladera prácticamente vertical o de colarse a través del vallado, la mayoría desistió. Unos jóvenes rusos sí completaron la temeridad tras encaramarse a un muro. Cuando uno de ellos estaba a punto de entrar en el edificio en ruinas, donde existe un elevado riesgo de caída y derrumbes, otro activó la alarma al acceder a la instalación y todos se marcharon corriendo de la zona.

Savasa restauró en el año 2006 uno de los edificios de este complejo industrial, para dedicarlo a turismo rural, y trabaja en un proyecto para rehabilitar otro de los inmuebles que lo componen, justo encima del elevador. Sin embargo, no tienen planes para el edificio en ruinas más bonito del mundo, según Civitatis, y se muestran dispuestos a colaborar con las administraciones si finalmente se plantea algún proyecto de conservación. “No pondríamos ningún tipo de pega y daríamos todas las facilidades, pero no es algo que podamos asumir sin apoyo público”, recalca Acevedo.

Hace unos días, representantes de Savasa mantuvieron una reunión con ediles del gobierno de Los Realejos (PP), que se ha comprometido a solicitar al Gobierno de Canarias que otorgue “alguna figura de protección” a este inmueble. El primer teniente de alcalde, Adolfo González, y la concejala de Patrimonio Histórico, Isabel Socorro, se reunieron con los representantes de Savasa para establecer “unas líneas conjuntas de actuación para preservar las edificaciones y el entorno, y garantizar la seguridad y las limitaciones de acceso”.

El gobierno local tramitará ante el Gobierno de Canarias la declaración de “algún nivel de protección patrimonial del citado conjunto edificatorio, ubicado en una zona de protección medioambiental”. Además se compromete a “elevar a pleno una propuesta de reconocimiento especial para poder arbitrar, con posterioridad, entre los propietarios, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias algún acuerdo que garantice intervenciones futuras de consolidación y mantenimiento del entorno paisajístico-cultural”. Savasa y el Gobierno realejero comparten que “la gestión pública es la única posibilidad viable, siempre respetando los usos y actividades actuales del entorno”.

Esta zona está fuera de los límites de competencia local, ya que allí se aplican las normas de conservación del Plan Especial del Paisaje Protegido de Rambla de Castro, que depende del Cabildo de Tenerife, “la entidad que regula, vigila y autoriza las intervenciones que se desarrollen o se pretendan ejecutar en un futuro”, advierte Adolfo González.

Cabildo y Gobierno de Canarias

Ayuntamiento y propietarios ruegan a los visitantes que disfruten de las vistas desde el sendero cercano, “sin tratar de acceder a las ruinas”. Y comparten que “se hace imprescindible lograr puntos de acuerdo con el Cabildo y el Gobierno de Canarias, como agentes clave en su recuperación, futura gestión y puesta en valor”. Además, resaltan “el manifiesto valor patrimonial y paisajístico de este conjunto; su evidente interés público, y el gran potencial de promoción y difusión que ofrece su historia y su vinculación con la cultura del agua en el norte de Tenerife”.

Este conjunto arquitectónico fue incluido, mediante convenio entre el Ayuntamiento y el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, en el Gestor de Patrimonio Cultural con la categoría de Patrimonio Industrial.