Cáritas Diocesana de Tenerife focaliza su estrategia de lucha contra la exclusión y la pobreza en un fenómeno en alza: el sinhogarismo. Desde hace seis meses la entidad humanitaria participa en la elaboración del Diagnóstico sobre Personas sin hogar, pionero en Canarias. Esa es la teoría, pero a nivel práctico y cotidiano dispone de cien plazas para personas en situación de sin hogar en siete recursos alojativos distribuidos por toda la Isla. Además, la entidad de la iglesia católica ofrece atención socioeducativa a este colectivo a través de un equipo multidisciplinar que acompaña a los usuarios en sus distintos procesos de inserción. Y con buenos resultados.

Los datos del último informe de la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) son demoledores: más de 600.000 canarios viven en situación de exclusión social.

El parón del turismo, el cierre de empresas, las ayudas insuficientes y la incertidumbre económica han generado una situación social explosiva. Sólo durante el primer semestre de 2020 las atenciones de Cáritas aumentaron un 56% con respecto al mismo periodo del año anterior.

La exclusión social se ceba con las mujeres, los desempleados las personas sin hogar (605 en ese período) que han sufrido especialmente las consecuencias de no tener ni casa ni recursos. Este año plantea enormes retos para Cáritas que anuncia que va a seguir visibilizando y denunciando las situaciones de pobreza y exclusión social. Sin dejar a nadie atrás, trabajando por la justicia social y por la dignidad de las personas. Este el sentido de la campaña Ahora más que nunca, trabajo decente, iniciativa para 2021 que propone adoptar políticas y compromisos en favor de empleos dignos, sostenibles e inclusivos.

Pandemia social.

La pandemia por la incidencia de la Covid-19 ha agravado aún más el panorama. El año 2020 ha estado protagonizado por una crisis sanitaria y social sin precedente cuyas consecuencias están haciendo estragos entre la población más vulnerable. Pero quizá el colectivo más afectado sea el de las personas en situación de sin hogar, cuya cifra ha aumentado sensiblemente en el Archipiélago en los últimos años. Dormir en la calle o permanecer en alojamientos temporales inadecuados pone a los afectados en alto riesgo de transmisión y dificulta su acceso a los espacios de higiene y aislamiento. A eso se añade el agravante de problemáticas previas de salud. La prevalencia de enfermedades respiratorias entre estas personas es alta. Si contraen el coronavirus tienen más probabilidades de enfermar.

Experiencia.

Cáritas Diocesana de Tenerife, con más de 30 años de experiencia en el trabajo con este colectivo ha habilitado un total de cien plazas distribuidas en siete recursos alojativos con cobertura las 24 horas del día. Cuatro proyectos, Guajara, Lázaro, San Antonio de Padua y María Blanca, atienden a personas sin hogar del Área Metropolitana, Norte y Sur de Tenerife, siendo el enfoque de la intervención el acompañamiento hacia la inclusión social desde una visión integral. El sinhogarismo equivale a una alta exclusión social, multifactorial en su génesis y de larga trayectoria. Por eso requiere una intervención muy especializada.

Cobertura básica.

Estos recursos ofrecen servicio 24 horas para la cobertura de necesidades básicas, tales como alimentación, higiene, medicación, transporte y ropero, además de la atención socioeducativa que ofrece un equipo multidisciplinar. El requisito de entrada, además de encontrarse en situación de sinhogarismo, es manifestar un compromiso hacia la intervención socioeducativa. Además, Cáritas de Tenerife cuenta con otros tres recursos para este colectivo, como son Café y Calor, alojativo de baja exigencia con cobertura nocturna; Atacaite, destinado a familias monomarentales (mujeres solas con hijos a cargo) en situación de exclusión social; y Ciprés, dirigido específicamente a mujeres. La realidad del sinhogarismo en la Isla es amplia y diversa, pero se caracteriza por la falta de una red de apoyo y una vivienda digna y adecuada. Cáritas denuncia que la administración pública, en todos sus ámbitos, es la “garante de los derechos fundamentales de la ciudadanía y la que debe establecer políticas públicas que garanticen el acceso a la salud y a la vivienda, entre otras”. Para ello, apuestan por equipos técnicos y recursos especializados que minimicen daños y prevengan la cronificación.

En declaraciones efectuadas hace unos días a Radio Club Tenerife, el director provincial de Cáritas Juan Rognoni apunta a las nuevas realidades de las personas sin hogar en la isla: “Hay muchas que están ocultas en edificios semiderruidos o en un barranco”. Rognoni desvela el aumento en un 26% de la atención a familias al borde del desahucio y valora que el sinhogarismo prolifera por la crisis. Cáritas calcula que unas 500 personas no tienen un techo, a la vez que sitúa las zonas de costa como las que registran más afectados. Rognoni señala la invisibilidad y las nuevas realidades surgidas a raíz de la pandemia. Todo quedará reflejado en ese primer diagnóstico del sinhogarismo en Tenerife que se ultima ahora. Financiado por el Cabildo, cuenta con el asesoramiento de expertos y de la Fundación Foessa.

Desde la organización.

Jessica Pérez González es diplomada en Trabajo Social y coordina el Programa de Inclusión Social que incluye los siete proyectos destinados a acoger personas en situación de sin hogar en la Isla. Detalla que “el sinhogarismo es algo mucho más amplio que la idea de quien pernocta en calle”. Lo explica: “Residir en una vivienda inadecuada o insegura porque hay hacinamiento o una situación de violencia también es sinhogarismo”. Valora que “de la exclusión social nunca sabemos ni la dimensión ni la profundidad real porque es un complejo entramado de situaciones”. Añade que “se encadenan y tienen que ver con la falta de oportunidades y con la desigualdad socioeconómica; al final, con la incapacidad de tomar decisiones ajustadas”. Considera “triste” que se tienda a culpar a las personas de la situación en la que se encuentran “cuando la realidad suele ser que lograron tomar las mejores decisiones que pudieron en el contexto en el que estaban en pos de su supervivencia, tanto física como mental”. Cree que su profesión “consiste en mirar a los ojos al sufrimiento humano, y eso requiere de mucho corazón para sostenerlo, pero también de muchos conocimientos para gestionarlo”. Deja muy claro que “el Trabajo Social no es ni de lejos tramitar prestaciones, sino acompañar a personas en contextos complejos que primero hay que entender para saber luego cómo poderlos abordar”. Lo más curioso, afirma, “es que el ser humano es tan infinito y único en su identidad que jamás tendremos conocimientos suficientes para saber qué va a pasar: somos un equilibrio tan perfectamente imperfecto con tal cantidad de factores protectores y de riesgo que no somos conscientes. Y concluye: “En esta profesión, la realidad siempre supera la ficción, para bien y para mal”.

La visión del usuario.

José Delgado García, Pepe, cumplió 66 años el pasado 9 de enero. Natural de Adeje, sus adicciones al alcohol y en menor medida a las drogas o la ludopatía lo llevaron a verse en la calle. Hace año y medio que está bien tras la acción de Cáritas, “lo más grande para mí”, valora. Considera a los educadores “como mi familia”. A la suya natural se ha acercado con el tiempo. Tiene dos hermanas, una en el Norte otra en el Sur, y otros cuatro en Venezuela. Ha pasado por varios recursos de la organización como Guajara, Café Calor o Drago hasta llegar a María Blanca donde reside desde hace un año. Estuvo dos meses en las calles de Santa Cruz hasta que en el Comedor Social de La Noria las monjas que lo gestionan “a las que tengo mucho cariño” y una trabajadora social, Belén, influyeron para que buscara la rehabilitación. Asegura que “hoy en día me veo fuerte para no tener recaídas”.