Este entramado de cuevas y galerías subterráneas de origen volcánico de 18 kilómetros de longitud es el mayor del mundo fuera de las islas Hawái, en el Pacífico, y ahora es posible volver a su zona visitable, de unos 250 metros de recorrido, con nuevos protocolos de seguridad e higiene por la pandemia.

La pandemia del coronavirus ha impedido disfrutar durante casi un año de las espectaculares visitas al mayor tubo volcánico de Europa. Con sus 18 kilómetros topografiados es el quinto más largo del planeta, solo superado por otros cuatro que están en las islas Hawái. La Cueva del Viento se formó en el subsuelo de Icod de los Vinos hace 27.000 años, con las lavas del volcán Pico Viejo, y a partir del próximo sábado se podrá volver a visitar en grupos muy reducidos y con todas las precauciones que impone el Covid-19.

El Cabildo de Tenerife, que se encarga de la gestión de este espacio, ha decidido retomar las visitas a este ecosistema subterráneo que da cobijo a 190 especies, la mayoría invertebrados, de las que 15 fueron en su día nuevos descubrimientos para la ciencia. Hasta 2019, casi 27.000 personas visitaban cada año sus 250 metros abiertos al público. Y lo hacían en grupos de un máximo de 15 personas, que ahora se reducen a menos de la mitad.

La consejera insular de Educación, Juventud, Museos y Deportes del Cabildo de Tenerife, Concepción Rivero, supervisó estos días los preparativos de apertura de la gruta, “donde en estos meses de cierre se han realizado varias intervenciones relacionadas con la seguridad y la mejora de la experiencia del visitante”. Para realizar la visita, de unas tres horas de duración total, es preciso reservar día y hora a través de la página web específica de este enclave (www.cuevadelviento.net).

La ruta está disponible en español, inglés, alemán y francés, y tiene un precio de 20 euros para adultos y 8,50 euros para niños mayores de cinco años, aunque en el caso de los residentes canarios el precio se reduce a 10 y 5 euros, respectivamente.

Esta reapertura permitirá disfrutar de un centro de visitantes “reformado de forma integral”; la dotación de fibra óptica y de una mejor conectividad en el centro, y la implantación de los planes de protección asociados al Covid-19. Además, se ha revisado la estabilidad de toda la bóveda de la zona visitable de la cueva y se han realizado otras actuaciones relacionadas con la seguridad del personal y de los visitantes.

Concepción Rivero detalla que “se ha tenido que adaptar e implementar los protocolos sanitarios necesarios para convertir este espacio natural en un lugar seguro para nuestros visitantes y, por esta razón, se ha limitado el aforo de los grupos a un máximo de seis personas que, además, deberán llevar la mascarilla puesta durante todo el recorrido”.

Otra de las novedades de la reapertura es que la visita podrá iniciarse a pie desde el centro de visitantes, ubicado en la calle Los Piquetes, hasta el tubo volcánico a través de un sendero de baja dificultad. En total serán 1,1 kilómetros de recorrido con un desnivel de 200 metros hasta la entrada de la cueva. La visita, que dura unas tres horas en total, requiere ropa y calzado adecuado y se realiza siempre en compañía de un guía.

El Cabildo de Tenerife destaca que “la visita a la Cueva del Viento permite comprender el papel de las coladas en el vulcanismo y contemplar las caprichosas formas de la lava en el interior de la tierra. En su interior se encuentran tres niveles de pasadizos diferentes y singulares fenómenos geomorfológicos como simas, terrazas y otras formaciones de lava”. Esta espectacular formación volcánica, que debe su nombre al sonido del viento que circula en su interior, cuenta con numerosas ramificaciones aún sin explorar y presenta una gran variedad de estructuras de origen primario como estalactitas de lava, cascadas lávicas, terrazas laterales o lagos de lava. A su belleza física se une su alto valor ecológico, científico y arqueológico, ya que se trata del hogar de especies únicas, como la cucaracha sin ojos Loboptera subterránea, y albergó restos de enterramientos guanches y fósiles de vertebrados ya extinguidos en la Isla de Tenerife como la hubara, la graja o la rata y el lagarto gigantes.

La conservación de la Cueva del Viento ha estado permanentemente amenazada por las obras ilegales y los pozos de vertido de aguas residuales. El Gobierno de Canarias aprobó en el año 1998 un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Cueva del Viento. Ese plan nació precisamente para frenar las actuaciones que dañan a la cueva, como las nuevas construcciones en superficie, la alteración del suelo o cualquier tipo de vertido al subsuelo. Además establecía otras medidas de mejora, como una red de alcantarillado que evitara el vertido de aguas negras, o el apoyo a la investigación científica y a la educación ambiental en este entorno. En 2014 se publicó la adaptación de este plan a la normativa de las Zonas de Especial Conservación de Europa.