Fran Torrents, de La Orotava; Juan José Ramos, de Los Silos, y Rayco Jorge, del sur de Tenerife, son tres amantes de la ornitología y de la naturaleza que han aprovechado parte del tiempo de confinamiento para unirse al grupo de Facebook Aves desde casa Covid-19 para, junto a otras 1.233 personas de toda España, observar e identificar las aves que han sido capaces de ver desde las ventanas, azoteas y balcones de sus hogares.

El 17 de marzo, los ornitólogos Daniel López Velasco y Gorka Ocio crearon este grupo de observación casera de aves a través de la citada red social, lo que permitió que muchos amantes de las aves "pasaran el tiempo como más le gusta: viendo pájaros", afirma Torrents.

"No es una competición". "Desde entonces, día tras día, varios cientos de observadores de toda España se han sumado a la iniciativa y han colgado sus avistamientos en esa red social. Es evidente que quienes viven en el campo o más cerca del mar tienen más opciones de ver diferentes especies de aves y su lista engordará más rápidamente. Pero el fondo del asunto no es ver más que otros. No es una competición al uso. Existe una sana camaradería y los piques y las bromas se suceden entre los que, por ejemplo, disfrutan del paso migratorio en la costa cantábrica y los que miran al cielo desde la ventana en una gran ciudad", detalla Torrents, autor de 'Burung. De Australia a Nepal viendo pájaros', donde narra su periplo por Oceanía, el sudeste asiático, Nepal y el norte de India durante cinco meses, en los que pudo observar casi 600 especies de aves.

Una toma de conciencia. Para Torrents, "la lectura más importante que se puede sacar de esta iniciativa es que da la posibilidad de tomar conciencia de la rica diversidad de aves que nos rodea y que se puede observar sin ni siquiera salir de casa. Esto es muy aplicable a Canarias. Al no estar el Archipiélago en medio de una gran ruta migratoria, la variedad disminuye, pero algunos pajareros canarios superaron las 29 especies observadas".

La observación diaria de especies comunes como el canario, el herrerillo, el mosquitero o el mirlo "también puede causar deleite con sus trinos y piruetas. Y desde la ventana también podemos aprender mucho sobre la biología de estos vecinos que para muchos habían pasado desapercibidos hasta que dejamos los coches aparcados y nos obligaron a quedarnos encerrados en casa", subraya Torrents.

"Han estado siempre". "Es ahora en este tiempo en el que no podemos salir cuando esa vida exterior cobra más relevancia, y sus detalles se nos revelan como si fuera la primera vez que se ofrecen ante nuestros ojos. Pero no hay que confundirse, los pájaros han estado siempre ahí -subraya el autor de 'Burung'-. Es un lugar común escuchar en estos días eso de que hay más pájaros que nunca. En realidad es posible que la ausencia de gente les permita extender sus zonas de campeo, pero estar han estado siempre. Lo que ocurre es que quizás antes no les hacíamos caso".

En su opinión, "esta crisis nos ha dado la oportunidad de echar la vista atrás, de mirar por la ventana del tiempo y de recordar como éramos antes de la prisa y la masificación. Tal vez es un toque de atención para que hagamos una reflexión y repensemos nuestro modelo de vida".

Endemismos. El silense Juan José Ramos había avistado o escuchado, hasta el 26 de abril, un total de 29 especies de aves, "entre ellas algunas especies endémicas de Canarias como el mosquitero canario o la paloma rabiche; endémicas de la Macaronesia como el canario, el vencejo unicolor o el bisbita caminero; muy amenazadas como el águila pescadora y el halcón tagarote; rapaces como el cernícalo vulgar, el gavilán y la aguililla; otras con poblaciones muy escasas como el cuervo canario; nocturnas como el búho chico y las pardelas cenicienta atlántica y la pardela pichoneta; cantoras como la curruca capirotada y cabecinegra, el herrerillo norteafricano y el mirlo; uno recientemente llegado a la Isla Baja para nidificar como el martinete; ivernantes como la garceta común y la garza real, o extremadamente bellas como la alpispa". Ramos celebra que esta etapa distinta haya permitido, al menos, reconectar con la naturaleza más cercana, esa que nos había robado el ruido y el ajetreo diario.