El aeropuerto de Los Rodeos recuperó ayer una extraña y, a la vez, tensa normalidad. Después de tres días frenéticos, las instalaciones presentaban un panorama impropio de sus características. Apenas un centenar o dos de personas esperaba a media mañana por el deseado embarque, que en algunos casos se había suspendido desde el sábado por la tarde.

Eso sí, los rostros de muchos reflejaban una mezcla de tristeza e impotencia, a veces disimulada por las cada vez más abundantes mascarillas de protección.

En los paneles informativos, más cancelaciones que operaciones viables. A pesar de todo, entre quienes esperaban por su vuelo y los encargados de gestionarlo reinaba ayer un optimismo que se había dado por perdido.

"Esto ha sido duro. Ni siquiera nos han dado elementos para protegernos. Hemos tenido que aguantar de todo. Historias muy tristes que nos hemos tenido que llevar a casa", relató, con cierta rabia, la azafata de una de las compañías con sede en el aeropuerto.

Con lo peor, en principio, ya vivido, detalló que, dentro de los retrasos que se estaban produciendo, durante la jornada irían saliendo todos los usuarios hacia sus destinos.

Eduardo y Flor. Sin perder la sonrisa, a pesar que la crisis del coronavirus acabó con sus vacaciones, esta joven pareja de Ibiza se preparaba para regresar tras siete días en el Archipiélago, entre Gran Canaria y Tenerife. Apenas pudieron ver el Teide "de lejos". Y lo peor, en el caso de Eduardo, es que no podrá visitar a sus padres al ser estos pacientes de riesgo.

Victoria Cruz. Esta canaria, que vivía en La Palma, viajaba ayer a Sevilla, donde está destinado su marido. Contó que el sábado fue desalojada del avión en dos ocasiones. Por si acaso, tenía comprado otro billete para hoy.

Agustín y Antonia. Esta pareja gaditana de jubilados estaba alojada en el Puerto de la Cruz. Tuvieron que prolongar su estancia dos días debido a la cancelación de vuelos. Aún no saben si alguien correrá con esos gastos extra. Pudieron, eso sí, disfrutar de los primeros días de descanso. Agustín, agricultor, aprovechó para poner en valor la importancia que tiene en estos momentos el sector primario, tan "maltratado" durante años.

Javier y Natael. Estos taxistas de La Laguna pusieron rostro a la preocupación que existe en el sector. Ayer trabajaron las licencias pares. A las 12:30, Javier González había dado dos servicios desde el aeropuerto; Natael Izquierdo, uno. "No se ha vivido una situación así. Esto no lo aguanta nadie", aseguró Izquierdo, con 24 años de experiencia. Ambos indicaron que esperaban "como agua de mayo" las ayudas del Gobierno. No obstante, y al margen de la cuestión económica, la gran preocupación de Javier ayer eran sus padres. De viaje con el Imserso, viajaban desde Benidorm hasta Madrid en guagua con la idea de embarcar hacia Tenerife por la tarde. A través de una videollamada, Candelaria relató a EL DÍA que el grupo lo formaban 39 personas, que se habían visto obligadas a cambiar de hotel en varias ocasiones. Su estancia en la Península era, en principio, por ocho días, pero ya se había alargado dos más. "Los primeros días fueron perfectamente, pero desde el sábado empezaron los problemas", indicó Candelaria.

Jacinto y Candelaria. El relato en el aeropuerto lo completaron los responsables de la farmacia. Ambos recalcaron que están sin guantes, sin geles desinfectantes y sin mascarillas desde hace unos quince días. Como era de esperar, gran parte de los clientes que estos días han acudido a la farmacia demandaban, precisamente, eso. "Estamos todos en la cuerda floja", reconoció Jacinto, al ser preguntado por la posibilidad de perder el trabajo.