Chácaras, tambores y bucios acompañaron ayer a san Roque en su periplo por las calles de Garachico. El municipio vivió una de las jornadas más importantes de su calendario, la romería en honor al copatrón de la Villa, donde la música, el baile y, sobre todo, las ganas de pasarlo bien fueron los ingredientes de una fiesta que congregó a unos 10.000 vecinos y visitantes, que no quisieron perderse la multitudinaria celebración.

El día arrancó muy temprano con la llegada de los primeros peregrinos dispuestos a acompañar a la imagen en su recorrido por el centro de la Villa. A las 10:30 el gentío ya se dejaba notar en la ermita de San Roque, de donde poco después salió la talla para dirigirse a la iglesia de Santa Ana. "Acompañar a san Roque hasta su pequeña ermita, danos tu bendición, para que el próximo año volvamos con devoción", entonaban los romeros mientras se iniciaba el recorrido.

"Este es uno de los momentos más emocionantes", aseguró Lali Rodríguez, que cada año intenta acudir para cumplir "con una promesa que hice hace ya mucho tiempo" y que no quiere recordar para que "no se me empañe el día". Aunque en un principio solía acudir sola, este año le acompañan dos de sus nietas ataviadas con las mejores galas para la ocasión.

La jornada de ayer es también un momento de reencuentros entre amigos y conocidos que vuelven a verse con motivo de esta celebración. Este fue el caso de Pedro Hernández y Manuel Peña, dos compañeros de universidad que suelen encontrarse en esta romería. "Nos vimos en este mismo sitio hace dos años y hoy nos ha vuelto a pasar lo mismo", aseguró Hernández, quien reconoció que a lo largo del resto del año "no quedamos nunca". Por eso, para ellos "la romería de San Roque es algo especial", porque "muchas veces acabas viendo a gente con la que no coincides desde hace años".

Aunque Peña afirma que intenta estar en Garachico cada 16 de agosto, "no siempre se puede, este mes estoy de vacaciones y no podía faltar a esta cita".

Aunque algunos años los romeros han tenido que hacer frente a un sol de justicia, en esta edición la panza de burro dio un respiro a los asistentes. Aun así, a medida que avanzaba la mañana el calor se iba haciendo notar y muchos tuvieron que recurrir a gorros, abanicos y otros elementos para combatir las altas temperaturas.

En su periplo por las calles del centro de la Villa, san Roque recibió una lluvia de pétalos que tiñó de colores el cielo garachiquense y arrancó los aplausos de los romeros que acompañaban a la imagen. Las calles y balcones engalanados y las cintas en las varas que portan los romeros completan una de las estampas más reconocidas de esta fiesta popular.

Una hora después de salir de su ermita, san Roque enfilaba la plaza, donde la iglesia de Santa Ana lo recibía con el tañer de sus campanas y los vivas de cientos de romeros.

Una vez en el interior del templo tuvo lugar la ceremonia religiosa, que este año estuvo marcada por un acontecimiento especial, ya que tras la finalización de la eucaristía y antes de que la imagen fuera llevada hasta la plaza de Ramón Arocha para comenzar con la tradicional romería, una niña de apenas unos meses fue bautizada en la iglesia en uno de los días más importantes para la Villa.

Mientras parte de los fieles estaban en la iglesia, otros aprovechaban para continuar la fiesta a su manera. Las parrandas se reunían en cualquier lugar para animar a los visitantes y muchos llevaban a cabo una parada para coger fuerzas y poder aguantar el resto de la jornada.

Este fue el caso de Raquel González y Mario Palacios, dos turistas procedentes de Madrid, que decidieron pasar uno de sus días de vacaciones en la isla disfrutando de una auténtica fiesta canaria. "Cuando dijimos en el hotel que hoy queríamos ir a la zona norte nos comentaron que aquí había fiesta y decidimos parar para conocerla", contó él.

"Es todo muy pintoresco, me ha encantado que hasta los niños van vestidos con la ropa tradicional", aseguró González. La pareja pensaba pasar todavía algunas horas más en la Villa, por lo que en ese momento del día tocaba recuperarse para continuar la fiesta.

Poco antes de las 14:00 horas el santo salía de la iglesia de Santa Ana para continuar su recorrido hasta la plaza Ramón Arocha, donde los porteadores de la imagen dejaban paso a su trono, que sería el que a partir de ahora llevaría a san Roque en romería.

Fue en este momento cuando les tocó el turno a las 25 carretas tiradas por vacas o bueyes y a una quincena de pequeños carros especialmente preparados para la ocasión que se dispusieron a repartir comida y bebida entre los miles de asistentes. Vasos de vino, gofio, plátanos, cotufas y huevos duros fueron haciendo las delicias de quienes demandaban con la mano alzada una invitación.

"Aquí se viene a beber, reír y disfrutar", comentó uno de los asistentes mientras vigilaba que la carne quedara en su punto en la parrilla instalada en la parte posterior de una de las carretas.

El recorrido fue amenizado por grupos folclóricos y por las parrandas, que con su música pusieron la guinda al ambiente festivo que envolvió la Villa durante todo el día de ayer.

Una celebración que no finalizó con el paseo romero, sino que se extendió durante varias horas más. Un tiempo que muchos quisieron exprimir al máximo antes de tener que poner el marcador a cero y empezar a contar los días que quedan para volver a celebrar el próximo año la romería de San Roque.