De una conversación informal entre dos vecinos de La Orotava sobre la progresiva desaparición de las veloces andoriñas o vencejos unicolores del casco villero surgió un proyecto que implicó a casi 80 alumnos de primer curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) del Instituto Villalba Hervás. Los estudiantes trabajaron varios meses en la creación de nidos alternativos para que estos pajarillos, acostumbrados a anidar en los huecos de los tejados, sigan surcando el cielo de la Villa.

Esos dos vecinos que un día se pararon a hablar de los vencejos son la profesora de Tecnología del IES Villalba Hervás María Lourdes Sánchez Méndez y el educador ambiental Fran Torrents, autor de "Burung. De Australia a Nepal viendo pájaros", y apasionado de la ornitología.

Torrents contó a Sánchez que "desde hace tiempo, cada vez que se reforma una casa en el centro histórico de La Orotava se tapan los aleros de los tejados donde anida el vencejo unicolor, reduciendo drásticamente los lugares apropiados para criar y, por tanto, el número de jóvenes vencejos que volverán al Valle tras pasar el invierno en África". Para revertir esa progresiva reducción de la población de vencejos en La Orotava, se les ocurrió la posibilidad de construir nidos alternativos.

Lourdes Sánchez trasladó al departamento de Tecnología del IES la idea de implicarse en la resolución de este problema medioambiental tan cercano y todas sus compañeras se sumaron al reto de encontrar una solución tecnológica con los alumnos de 1º de ESO.

Las docentes Belén Fajardo, María José Fumero, Mercedes Hernández y María Lourdes Sánchez Méndez se encargaron de convertir este reto en parte del currículo de la asignatura de Tecnología. Habían encontrado una manera de trabajar el proceso tecnológico desde su inicio, la identificación de una necesidad, y todos los pasos hasta lograr la creación de un objeto capaz de atenderla. Además, se trataba de un problema cercano y se podía trabajar un material clave como la madera.

Sánchez detalla que los alumnos, la mayoría con entre 12 y 13 años de edad, "empezaron el proyecto con la búsqueda de información sobre el vencejo unicolor, sus costumbres migratorias y las características de sus nidos. Además, trabajaron la edición de textos, el diseño, la representación gráfica... Se convirtieron en pequeños ingenieros que diseñaron las cajas nido, planificaron todo el proceso de trabajo y las construyeron de forma cooperativa, en pequeños grupos, utilizando herramientas que muchos de ellos desconocían".

En esos grupos cada alumno tenía un rol diferente, como el de coordinador o el de responsable de seguridad e higiene en el trabajo, que debía preocuparse de que se hiciera un uso adecuado y seguro de una sierra de calar o de un martillo. Tras dos trimestres, los alumnos crearon una veintena de cajas nido para vencejos que pronto empezarán a colocarse por la Villa.

"El objetivo de este proyecto no es otro que intentar recuperar la presencia de los vencejos, su vuelo vertiginoso y los chillidos agudos que han acompañado el verano de nuestro pueblo durante tanto tiempo", subraya Torrens, quien concluye que "ahora sólo queda esperar que esas fantásticas flechas voladoras localicen las cajas y las conviertan en su nuevo hogar".