Incendio en Tenerife | Protagonistas

Logran reparar el Canal de Aguamansa tras desafiar al fuego y los desprendimientos

La labor de la familia Ramos, ‘los fontaneros del monte’, garantiza el suministro a 136.000 usuarios

Benito Rodríguez, junto a su sobrino Jonás y sus hijos Ramsés y Samuel, artífices de la reparación del Canal de Aguamansa.

María Pisaca

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Dos de la tarde. Carretera Alzados Guanches, número 43. Pinolere. La Orotava. Hasta la Tasca Cuatro Cantillos se acerca una cuadrilla ya conocida por el propietario del establecimiento, Leoncio García González, que le pide tregua mientras atiende al periódico. Como si estuvieran en su casa, como así ha ocurrido desde el domingo, pasan y cogen una botella de agua y esperan por fuera.

Imeldo hace la introducción del personal. «Ellos integran la cuadrilla que ha arreglado el Canal de Aguamansa, el principal de los tres que llevan surten de agua al área metropolitana». Junto al de Aguamansa, Santa Cruz, La Laguna, El Rosario, Candelaria, Güímar, Arafo... entre otras localidades, reciben el agua de los canales del Portezuelo y de Araya.

Tras el preámbulo, vamos al encuentro de Benito Rodríguez Martín, de 56 años y natural de La Perdoma, que trabaja en la empresa de su hermano, Francisco Rodríguez Martín. Presume de llevar toda la vida dedicada al mantenimiento de los canales y tuberías, un oficio que heredaron de su padre. «El se llama Francisco Rodríguez Herrera, también de La Perdoma, pero todos lo conocen por Paco Ramos, por el apellido de la familia», recuerda Benito, que habla alto y claro. Literal.

No está solo en este oficio, pues le acompañan su sobrino Jonás Estévez Rodríguez –yesista antes de dedicarse al mantenimiento de canales y tuberías– y sus dos hijos, Ramsés –se formó como soldador y después de dos meses siguió los pasos de su padre– y Samuel –que cursó ESO, Bachillerato e hizo un ciclo medio de forestal– Rodríguez Afonso. 

Trabajo entre fuego

Acuden al almuerzo en el momento que el dueño de la empresa, Francisco Rodríguez, acompaña al ingeniero Eduardo Padrón a la inspección de los trabajos de reparación del Canal de Aguamansa, de la que dependen 136.000 personas en el área metropolitana de la isla de Tenerife. Ramsés precisa: «a la hora pasa por este Canal 1.600 pipas de agua cada hora; calcula, eso es un millón de litros de agua cada sesenta minutos».

Con el aval de más de sesenta años dedicados a esta tareas que hereda ya la tercera generación de la familia Ramos, estos fontaneros del monte conocen palmo a palmo la zona afectada y la repercusión que supone para la población, más allá de los riscos en los que trabajan desafiando al vacío.

Ellos se dedican al mantenimiento del Canal de Aguamansa en el tramo de 24 kilómetros que está comprendido entre la zona conocida como Pesador de la Morra, en Aguamansa, hasta Dornajos, en La Victoria. «Ya a partir de ahí el agua va entubada por tierra hecha hasta Santa Cruz», explica para simplificar que la zona que entraña peligro a la hora de acceder y trabajar es la que ellos se encargan del mantenimiento.

La cuadrilla, junto a su pickup estacionada junto a la casa parroquial de Pinolere y con el Canal de Aguamansa al fondo, explica que fueron activados el viernes de la semana pasada, cuando se registró la primera rotura. «Para llegar tuvimos que apagar el fuego que encontramos por el camino; gracias que íbamos con los Bomberos. Si vas a poner algo en el periódico, destaca su profesionalidad y que se han portado fantástico con nosotros. Que nos han acompañado cada vez que hemos subido; de lo contrario no podríamos haber llegado a la zona».

Dos averías el domingo y lunes

Para acceder al Canal de Aguamansa se accede desde la carretera de Pinolere para luego llegar la Florida y desde ahí a Pino Alto, para seguir a pie unos cincuenta metros, que fue donde se registró la avería. «El viernes intentamos llegar, pero el fuego nos lo impidió. Era imposible pasar. Volvimos a intentarlo el sábado, pero seguía el incendio y no era seguro, hasta que por fin el domingo pudimos trabajar en la zona y procedimos a reparar la primera rotura así como resolver cuatro tupiciones, porque hay desprendimiento y se obstruye el paso en el canal».

El lunes tuvieron que volver a la carga. «Se produjo una avería grande que afectó a más de tres metros del canal» en la zona de Pino Alto. «Allí se cayeron eucaliptos y rompieron el canal». Estos fontaneros del monte coinciden en destacar el esfuerzo realizado. «Para acceder a la zona, gracias a los bomberos pudimos acceder después de entre unos y otros apagar el fuego y llegar a la zona afectada; gracias que estaba a cincuenta metros de donde llega la pista». Benito sienta magisterio al hablar fruto de una vida dedicada al mantenimiento de este tipo de canalizaciones. «Lo que vimos el viernes y el sábado fue imposible; le dije a los chicos que no podíamos trabajar así porque no era seguro, ya que el fuego ponía en peligro nuestras vidas».

Tanto Benito como Jonás, Ramsés y Samuel hacen partícipe a los bomberos de que pudieran desarrollar la labor de reparación, hasta el punto que mientras ellos estaban saneando el canal y reconstruyendo el tramo afectado los efectivos de seguridad velaban y controlaban los pequeños focos que se registraban a su entorno.

El origen de la avería

La cuadrilla de la familia Ramos explica que el origen de la avería en el Canal de Aguamansa se debe a los desprendimientos. «Muchas piedras están mantenidas por los eucaliptos y árboles de la zona que, al quemarse por el fuego, provoca que cedan y caen sobre la canalización las piedras. A consecuencia del fuego, este canal ha sufrido dos roturas. La primera, el domingo, y la segunda, el lunes. «Desde aquí abajo –cuenta Ramsés señalando desde el cruce de Pinolere con la carretera Alzados Guanches– se veía una mancha, en realidad era que estaba cayendo fuera toda al agua del canal», para añadir que fue la avería más importante y la que se dejó sentir por la ausencia de suministro, que alertó de la pérdida del agua. «En realidad se habían producido otros pequeños desprendimientos que provocaron fugas menores», que ellos ya han reparados en estos dos días.

En la conversación con los fontaneros del monte, Jonás, Ramsés y Samuel evidencian el conocimiento de la zona. Miembros de la tercera generación de la familia Ramos, están especializados en este tipo de intervenciones de mantenimiento y reparación. Ajenos a los focos, su labor se hace fundamental para evitar el desabastecimiento de agua en el área metropolitana. No es el único canal del que se ocupan, pues la empresa Francisco Rodríguez Martín están especializada en este tipo de intervenciones.

Benito, hijo de Paco Ramos, pone en valor el aprendizaje heredado de su padre. «Él fue el primero de la familia en dedicarse a estas tareas. Era rematador de galería», un oficio que consistía en «emboquillar»; de otra forma: marcar dónde había que empezar a perforar la galería.

La cuadrilla hace partícipe del éxito de su labor a la dedicación de los bomberos. Como quien resta importancia a su trabajo, al borde del precipicio, en unas paredes que amenazan con ceder y con el riesgo de desprendimientos en cualquier momento, Ramsés, junto a su hermano y a su primo, pone en valor la labor del ingeniero. «Ha sido uno más de nosotros», explican justo en el momento que procede a una de las inspecciones. 

Estos fontaneros del monte se ríen cuando ven cómo las redes sociales dan cuenta de la reparación gracias a técnicos de la Corporación Insular . «Será que nosotros somos técnicos del Cabildo», comentan con humor dejando atrás el riesgo de haber trabajado al borde del precipicio, entre fuego y con riesgo de desprendimientos. Su satisfacción, el trabajo hecho.

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