Primer lunes de febrero para echar al olvido en el aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas de Madrid. Al menos un dron al medio día y el aterrizaje forzoso de un Boeing 767-300 de Air Canada con destino Toronto que había despegado apenas dos horas después desbarató por completo la operativa del primer hub de interconexiones del país con Europa y América. Si el primero de los incidentes obligó al cierre del espacio aéreo durante una hora y al desvío de 26 vuelos -principalmente a los aeródromos de Valencia, Barcelona, Alicante-Elche, Valladolid y Zaragoza-, amén de mantener en tierra numerosos de ellos con destino a Madrid, varios canarios, el segundo mantuvo en vilo al personal de control aéreo, autoridades y operativos de emergencias durante cuatro horas hasta que el aterrizaje se produjo sin más sobresaltos que el susto generalizado.

El Air Canada tomó tierra sobre las 18:07 (hora canaria) después de haber estado sobrevolando el espacio aéreo de Madrid, con 128 pasajeros a bordo, desde apenas media hora de que el aparato alzara el vuelo a las 13:33. El piloto reportó entonces que tenía problemas técnicos y debía regresar. Se iniciaba así una tarde de angustia, mitigada por la llamada a la calma del piloto.

El avión había sufrido el reventón de una rueda, que afectó a uno de sus dos motores. Esos daños abocaban al avión a un aterrizaje de emergencia. Con un peso superior al aconsejable para la operación la única solución pasaba pues por quemar el combustible. Y eso es lo que hizo el piloto canadiense, sobrevolar primero las inmediaciones del aeropuerto madrileño, para luego realizar giros más al sur y al este, en Toledo y Cuenca.

Un caza F-18 despegó de Torrejón para comprobar los daños del avión in situ y acompañarlo. Primero se pensó en la posibilidad de un aterrizaje en el aeropuerto militar, pero finalmente el piloto se dirigió hacia la pista 32L de Barajas, tomada por las unidades de emergencia (seis de bomberos y 10 UVI móviles). El aterrizaje se realizó sin mayores problemas y con los pasajeros y los tripulantes sanos y salvos y en calma.

El piloto, precisamente, en un tono muy tranquilo, había explicado a los pasajeros por megafonía que iban a aplicar los protocolos recomendados en esas situaciones, consistentes en quemar combustible y retornar al aeropuerto de salida. Por ello, les había solicitado "mucha calma y mucha paciencia".

También la aerolínea emitió desde el primer momento un comunicado en el que señalaba que el aparato estaba preparado para operar con un solo motor, así como que la tripulación estaba entrenada para este tipo de situaciones.

Ya el avión en tierra, pasajeros y miembros de la tripulación fueron trasladados a una sala de la Terminal 1 habilitada para ellos y donde pudieron reencontrarse con sus familiares.

Según fuentes de Emergencias Comunidad de Madrid 112, no se registraron heridos y los sanitarios no tuvieron que realizar ningún servicio en el operativo desplegado para el aterrizaje de emergencia.

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos ha encomiado la capacidad de respuesta del país, de las administraciones y de todos los servicios de emergencias ante el incidente del AC837.

Ábalos, que se desplazó hasta el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas para seguir el dispositivo articulado para atender la emergencia, se mostró "orgulloso" de esta capacidad de respuesta ante el incidente. "Como país, hay que estar orgullosos de la capacidad de respuesta; ha sido prácticamente un simulacro", afirmó el ministro en declaraciones a los periodistas poco después del aterrizaje de la aeronave.

Ábalos hizo al "alto despliegue" de las administraciones, los dispositivos de seguridad, los servicios de Aena y Enaire y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, diciendo que "todos han actuado bien en coordinación y eficacia".

Respecto a las causas que podrían haber originado el fallo técnico del avión, el ministro señaló que el asunto ya ha sido puesto "inmediatamente" a disposición de investigación de accidentes. Por su parte el director de operaciones de Enaire, Xavier Benavent, explicó que los aterrizajes de emergencia son muy habituales, con incluso más de uno por semana en la navegación española aunque suelen pasar desapercibidos, y solo algunos son "mediatizados" y no por motivos sobre la gestión aérea.

Benavent indicó que cada pocos días se activa una alerta de un avión en vuelo que solicita emergencia en un aterrizaje, similar a la ocurrida ayer , y que en cada caso se activan todas las medidas previstas, desde dar prioridad a las comunicaciones con su tripulación -con frecuencia de transmisión diferenciada- hasta los avisos a bomberos y otros equipos de asistencia y rescate.

El director de operaciones de Enaire añadió que solo a veces a un aterrizaje de emergencia le prestan más atención los medios de comunicación, en especial cuando se da una particularidad como que la aeronave necesite varias horas para perder combustible por ocurrir el percance al comienzo de un vuelo transoceánico, como ocurrió en el del vuelo Madrid-Toronto.

Respecto al incidente del dron la Guardia Civil ya busca a sus autores, para los que la ley prevé duras sanciones económicas que podrían alcanzar los 4,5 millones de euros si el responsables de los injerencias en el espacio aéreo tiene conocimientos aeronáuticos.