Maestras y maestros de ayer

José Miguel Martín llegó en 1974 al Colegio Santa Cruz de California, en El Sobradillo

El Ayuntamiento capitalino decidió llamar así a este centro por su hermanamiento con una ciudad norteamericana con el mismo nombre

El equipo docente del Curso 75-76, José Miguel el cuarto por arriba.  | | DOMINGO J. JORGE

El equipo docente del Curso 75-76, José Miguel el cuarto por arriba. | | DOMINGO J. JORGE / Domingo J. Jorge

Domingo J. Jorge

Esta semana continuamos entre los lindes de Santa Cruz y La Laguna, en el barrio de El Sobradillo, desde donde José Miguel Martín nos recuerda su paso por el Colegio Santa Cruz de California, ubicado en uno de aquellos barrios periféricos de la capital. Este maestro cuenta cómo vio crecer este centro desde sus inicios, cuando llegó allí en 1974.

¿Cómo era el colegio al principio?

José Miguel asegura recordar todo como si fuese hoy. «Llegué a El Sobradillo en octubre de 1974. En abril de ese mismo año el Ayuntamiento de Santa Cruz le había puesto al colegio el sonoro nombre de Santa Cruz de California debido a un hermanamiento con la ciudad norteamericana. Anteriormente, el barrio disponía de dos aulas viviendas de los años sesenta, seis aulas prefabricadas, y a principios de los setenta se construye el nuevo centro de ocho unidades en el formato implantado en todo el país a raíz de la Ley General de Educación, también llamada Ley Villar Palasí, y de donde nacería la Enseñanza General Básica, EGB. Tanto es así que el nuevo edificio es conocido por los vecinos durante un tiempo como los institutos. Pocos cursos después se construyen seis aulas del RAM e igualmente se aprovechan pasillos, sótano, etcétera, para habilitar clases, lo que da lugar a disponer de 24 aulas y una plantilla de 25 profesores», aclara.

Durante este tú a tú, también nos deja una anécdota de aquellos comienzos. «En el curso 74-75 visitó nuestro colegio una embajada de Santa Cruz de California. Se asfaltó la calle de entrada que era de tierra, se llenó de flores el colegio y se culminó la visita con un acto festivo en la cancha con la bandera del Estado de California en el escenario», se ríe. «Pues bien, el jefe de la expedición americana nos ilustró con su gran discurso, lógicamente en inglés, a lo que todos los profesores y alumnos presentes le dimos un aplauso apoteósico, aunque a decir verdad no nos enteramos de nada», el inglés aún no había entrado en las aulas.

Sistema onomatopéyico

«Cuando llego al colegio ya tengo asignado un grupo de Primero de EGB con 38 alumnos y el aula estaba en las prefabricadas de la plaza. El reto era grande, ya que era la primera vez que trabajaba con un grupo de niños pequeños. Apliqué lo que por aquellos años se llamaba sistema onomatopéyico con resultados plenamente satisfactorios. Mi paso por el colegio se prolongaría durante 15 cursos, hasta 1989, ya que después del año en primero, seguiría el siguiente como secretario, 10 años en que los 25 compañeros me eligen como director del 77 al 87, y los tres finales con un grupo con el que haríamos 3º, 4º y 5º de EGB». En este momento nos deja una reflexión sobre su vivencia con la EGB. «Y vaya aquí una reflexión importante: la entrada en vigor de la EGB supuso un cambio fundamental para todo el sistema educativo pues pasamos de enseñar a leer, escribir y las cuatro operaciones a darle una educación integral a todo el alumnado y también a trabajar regularmente nuestro entorno. Por lo que estoy convencido de que fuimos un claro ejemplo de lo que se llamó la Nueva Escuela Canaria».

El Colegio Santa Cruz de California, dentro de los 750 alumnos que llegó a escolarizar de media en aquellas décadas, contaba con niños no sólo de El Sobradillo, sino de otros lugares colindantes. «En lo que se refiere al alumnado además de los niños de El Sobradillo, escolarizamos a los alumnos del barrio de Tíncer, que en aquel momento carecía de colegio, hoy tiene hasta tranvía, así como a varios niños de barrios vecinos y también hijos de maestros», explica. «Eso suponía que el colegio en la década de los setenta y ochenta rondaba los 750 alumnos recibiendo clases de primero a octavo de EGB, una unidad de Educación Especial y se comenzó a escolarizar a los niños de preescolar de cinco años. Se trabajaba en jornada partida, de nueve a doce y de dos a cuatro. Incluso en Segunda Etapa los profesores acordaron suprimir el recreo de la mañana para que las clases duraran una hora. Actualmente sólo tienen 130 alumnos, aunque doy fe del gran trabajo que está haciendo el actual director y claustro por recuperar alumnado. Ahí queda el dato».

Comedor propio, transporte y alumnos en la Universidad

Como ya adelantamos al inicio de esta semblanza de hoy, José Miguel vio crecer este centro, pero además tanto él como sus compañeros lo hicieron activamente. «En aquellas décadas de los setenta y ochenta hicimos una serie de actividades de las que nos sentimos orgullosos. Logramos disponer en todo momento de comedor escolar de gestión directa, realizando una gran labor en apoyo de las familias marginales que eran muchas en la zona. Incluso mientras no se formalizó la figura de los vigilantes de comedor, eran los alumnos mayores los que servían y atendían a los pequeños. Igualmente éramos muchos los maestros que compartíamos mesa y mantel con el alumnado. Siempre antes de empezar a comer hacíamos un silencio general y alguien decía: bendice, señor, los alimentos que vamos a recibir».

Por otro lado, «conseguimos contar con transporte escolar para los alumnos que venían de Tíncer y también de zonas del barrio alejados del centro, como El Polvorín o El Majano. Sin embargo si he de elegir algo de lo que me siento muy orgulloso es de haber conseguido que llegasen los primeros alumnos a la Universidad», cuenta. «Realizamos una labor de asesoramiento incentivando al alumnado para que continuara con sus estudios al terminar la EGB. Al llegar al barrio nos llamaba la atención el que no había jóvenes estudiando en la Universidad, a pesar de la proximidad de la zona con La Laguna. Creo que el esfuerzo ha merecido la pena, pues hoy en día existen una gran cantidad de titulados entre los antiguos alumnos tanto de tipo universitario, grado medio, diversos profesionales. Para ello siempre hubo interés en orientarlos, en las políticas de orientación, visitas a Institutos, solicitud de becas y ayudas escolares», apostilla.

El próximo lunes seguiremos con José Miguel Martín, quien hoy nos ha mostrado cómo la labor del equipo docente puede lograr algo positivo no sólo para el alumno, sino también para la propia sociedad. El lunes 22 regresaremos aquí con Maestras y maestros de ayer, en EL DÍA – La Opinión de Tenerife.