Crimen sin resolver en Tenerife: seis años sin detenidos por el asesinato en Amarilla Golf

La familia y su abogado piden agilizar las pruebas de la azada y las palas halladas en el taller clandestino en el que trabajaba la víctima para ver si fueron usadas para enterrarlo

Tareas de recuperación del cadáver de Víctor Alexis Morales García, junto a una obra en la calle Aulaga, en Amarilla Golf. | | E.D.

Tareas de recuperación del cadáver de Víctor Alexis Morales García, junto a una obra en la calle Aulaga, en Amarilla Golf. | | E.D. / Pedro Fumero

Pasan los meses y los años sin que haya novedades importantes en el asesinato de Víctor Alexis Morales García, de 35 años y vecino de San Isidro, que fue asesinado y enterrado en una parcela de la urbanización Amarilla Golf, en el municipio de San Miguel de Abona. El pasado jueves, 8 de febrero, se cumplieron seis años de esa muerte violenta y hasta ahora no ha habido detenciones por el grave delito.

Morales recibió un disparo de arma de fuego y, cuando ya estaba sin vida, fue tirado en un hueco de varios metros de profundidad que, días después iba a ser rellenado y cubierto con cemento para realizar una construcción encima. El lugar elegido para ocultar el cadáver se halla a pocos metros de distancia del taller en el que trabajaba Alexis, que era propiedad de un ciudadano británico, Robert.

La familia de la víctima y el abogado de la misma, Jerónimo Oliva, temen que, poco a poco, el asunto quede en el olvido por parte de los investigadores de la Guardia Civil, que, a pesar de los importantes esfuerzos llevados a cabo para llevar ante la autoridad judicial al responsable o responsables del suceso, todavía no han reunido indicios o pruebas suficientes para hacerlo.

La esperanza de la familia

Una de las esperanzas de los familiares de Víctor Alexis está en unas herramientas intervenidas en el taller clandestino en el que trabajaba la víctima. Los agentes de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial y el Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil se llevaron de dicha nave una azada, un pico y palas. Y, según el letrado de los familiares, su análisis permitirá determinar si en ellas había algún resto biológico de la víctima o, sobre todo, restos de tierra similares a los que se recogieron en el lugar donde se ocultó el cadáver.

La madre de Alexis, Olga García, asegura que «no hay manera de que se haga justicia y se aclare quién lo mató». Esta mujer atiende a EL DÍA segundos después de llegar a su casa después de acabar de trabajar. Tiene el convencimiento de que su hijo «acudió a su puesto de trabajo y de ahí no salió». Era la tarde del 8 de febrero. Su padre acudió dos días después al puesto de la Guardia Civil de Granadilla para denunciar la desaparición. Durante la semana siguiente, sus familiares realizaron muchas llamadas y visitas a amigos y conocidos de Alexis para saber si estaba con ellos o sabían algo del mismo. Pero todas ellas resultaron infructuosas. El día 18 de febrero, el progenitor y un amigo acudieron a un bar cercano al taller clandestino en el que trabajaba la víctima para preguntar por él. Y unos operarios le hablaron de que, en uno de los extremos de la parcela en la que trabajaban había un fuerte olor a putrefacción. Uno de los trabajadores acompañó al padre y le indicó el punto exacto en el que se percibía el hedor. Y, al tirar una piedra, salieron muchas moscas y un mal olor intenso.

Una de las hipótesis es que, al tirar el cadáver en el hueco, con una de sus manos rompió una malla lateral de protección y por ahí se detectó que había un cuerpo sin vida.

Olga y su marido tuvieron tres hijos en total: Alexis y sus dos hermanas. La víctima era padre de tres hijos. El mayor, que hoy tiene 20 años, lo tuvo con su primera esposa. Y los dos menores, de 12 y 8 años, con su segunda pareja.

«Cariñoso y familiar»

Su madre recuerda que era mecánico y que aprendió la profesión con su padre. Define a Alexis como «cariñoso, familiar, muy dado y confiado, muy amigo de sus amigos». Una de sus aficiones era el automovilismo y corría en pruebas sobre tierra con un Seat 131. Su padre ejercía de copiloto.

La afición se vivía en familia. Su madre recuerda que compitió en el ya desaparecido circuito de La Cemensa, en Arico; en el de Adea, en La Palma, así como en El Hierro.

Solo llevaba seis meses

En el taller de Amarilla Golf sólo llevaba seis meses. A algunos amigos y conocidos les había dicho, en los primeros momentos, que se hallaba contento con su trabajo. Sin embargo, la situación cambió. Supuestamente, poco antes de que ocurriera la muerte violenta, a su círculo más cercano había dicho que su jefe le debía dos meses.

Olga García reclama que se hagan las pruebas que faltan y que ese trámite no se retrase más, para que «se pueda hacer justicia de una vez». El abogado explica que ese análisis debe realizarlo un centro especializado. «Lo hemos solicitado dos veces y el Juzgado aún no ha contestado por escrito», refiere Jerónimo Oliva. Su intención es que la autoridad judicial reitera el oficio para que se haga la prueba. Hace cerca de cuatro años que esperan por esa diligencia. El caso lo lleva el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Granadilla.

Y tampoco ayuda la carga de trabajo que padecen los diferentes órganos de dicho partido judicial, que es una de las peores a nivel nacional y donde algunos procedimientos se suelen dilatar mucho y no sólo los de tipo penal, sino también de carácter civil.

El temor de los familiares y del abogado es que «el caso se quede olvidado y no se llegue a esclarecer nunca; que se agoten todas las vías de investigación». Y es que si las pruebas efectuadas hasta el momento no han dado resultado positivo, «la causa tiende a decaer y desvanecerse», añade.

Oliva explica que la pistola utilizada en el asesinato de Alexis nunca se encontró. Supuestamente, la muerte se perpetró con un arma que no es nada habitual en España y cuya fabricación data de mediados del siglo XX. Según el letrado, una de las posibilidades es que el autor la comprara en el mercado negro. La víctima recibió un único disparo por su costado izquierdo, que le afectó al corazón. El proyectil, del calibre 45 (muy poco habitual en España) fue hallado en el tórax de Alexis.

Al día siguiente de la desaparición del vecino de San Isidro, el dueño del taller, Robert, compró un billete y viajó a su país, Reino Unido. Cuando se descubrió el cuerpo, diez días después de la desaparición y muerte de Alexis, ya estaba de vuelta a Tenerife en un barco.