Testimonio

Un exadicto al 'chemsex': "El nivel de dependencia es tan grande que ya el sexo te parece absurdo si no hay droga de por medio"

"Generas una adicción tan fuerte que puede llegar a ser irreversible", dice este hombre que fue diagnosticado con VIH

"Chemsex", las peligrosas fiestas sexuales que han aumentado en pandemia.

"Chemsex", las peligrosas fiestas sexuales que han aumentado en pandemia. / David Casasús

Adrián González

"Conozco a muy poca gente que no se le haya ido la mano con el ‘chemsex’. Si caes, ya tu mundo solo gira en torno a esta práctica: te relacionas con gente que está igual que tú, sufres una drogodependencia tremenda y te llevas por el camino un montón de problemas de salud, sociales y mentales".

‘Arnau Spain’, un murciano de cuarenta años, cayó en las garras del ‘chemsex (práctica que recurre a la mezcla de distintas drogas para mantener relaciones sexuales prolongadas durante horas e incluso días) cuando tenía unos 22 años. Fue diagnosticado de VIH una vez que ya se le "había ido la cabeza, cuando ya merodeaba incluso por saunas" y ahora quiere darle visibilidad a lo que vivió hace unos años. 

"Hasta ahora ha sido un tema tabú porque solo pasa en el mundo gay. Es doblemente estigmatizante por tratarse de homosexualidad y drogas", explica. "Ahora quiero reivindicar la importancia de decir que este problema existe, que a mí me ha pasado y que, si lo haces bien, no pasa nada", manifiesta.

El murciano apunta que el problema de esta práctica es que "empieza a ser prioritaria y vas realizando quedadas múltiples con gente que no conoces. Ya tu espacio vital solo lo ocupan el sexo y las drogas: nace siendo algo lúdico y al final acabas necesitándolo". Este hombre, que forma parte de la asociación murciana VIHsibles, asegura que llegó a tocar fondo en el momento en el que "comienzas a hacer orgías con distintos grupos sin saber cómo ni por qué durante varios días seguidos". 

Los "daños colaterales"

"Es tal el nivel de adicción que ya el sexo te parece absurdo si no hay droga de por medio". Ahora, totalmente fuera de ese ‘pozo’, ‘Arnau Spain’ rememora los múltiples "daños colaterales" que le produjo la práctica. En su caso, explica, casi siempre aparecía la mezcla entre el GHB (éxtasis líquido), metanfetaminas o la mefedrona. "A día de hoy no tengo aún una relación emocional estable, sufro bajones, ansiedades... Tuvieron que ingresarme, pasar por una comunidad terapéutica y ahora estoy intentando recomponer mi vida". Entre los principales problemas, dice, es que "muy poca gente sabe controlarlo. Es una cuestión de que, cuanto más tienes, más necesitas".

Para lograr "recomponer su vida", señala, visitó a numerosos psicólogos que en aquel momento "te decían que eras un drogadicto más". Ahora, explica, "los profesionales médicos y sanitarios deberían de estar mucho más al tanto de estos problemas y puestos en perspectiva de género. Es un problema de drogadicción, sí, pero tiene unas causas, unas consecuencias y unas pautas diferentes". Se debe tratar, defiende, como si fuese "un grupo de riesgo con unas características especiales". 

"Los bajones son tremendos"

"Cuando generas una tolerancia diaria que es tan fuerte y dejas de utilizarla, los bajones son tremendos y puede que sean irreversibles. Ahí ya se habla de ‘cultura de chemsex’", asegura. Ante el auge de esta práctica en los últimos tiempos sobre todo entre miembros de la comunidad LGTBI, advierte de que "la línea es tan fina que te puede llegar a esclavizar después". Insiste en que este ‘cóctel explosivo’ "te puede hundir la vida, destrozándote tus planes y a ti mentalmente".

 En este sentido, dice que todo aquel que lo pruebe trate de controlarlo y que "en el momento en el que tenga el más mínimo indicar de que está perdiendo, que sepa que tiene un nombre, se llama 'chemsex' y se puede salir".