Maestras y maestros de ayer

Arístides Ramírez enseñó matemáticas durante 38 años en Gran Canaria

Comenzó su carrera docente en El Pajar, en 1975, y estuvo más de tres décadas en las aulas del Colegio Heidelberg

Arístides Ramírez siempre ha sido un profesor que ha querido formar parte del trabajo que hacen sus alumnos.

Arístides Ramírez siempre ha sido un profesor que ha querido formar parte del trabajo que hacen sus alumnos. / El Día

Domingo J. Jorge

Seguimos la estela, paso a paso, de aquellos maestros y maestras, profesores y profesoras, que han dejado huella en la enseñanza, en nuestras Islas. Sorprenden los relatos que nos aportan en los momentos de entrevista y horas de grabación digital. De Tenerife y El Hierro nos trasladamos ahora hasta Gran Canaria, allí nos recibe Arístides Ramírez Martel, un profesor de Matemáticas, que impartió su amor por los números y la geometría durante 38 años en las aulas del Colegio Heidelberg. Como él nos asegura, «siempre hemos querido que los alumnos se lleven en su mochila aquellos conocimientos que les van a servir en su día a día, que obtengan un aprendizaje para la vida, eso lo viví en el Colegio Heidelberg desde 1976»

El profesor junto a un grupo de estudiantes. | | E.D.

El profesor junto a un grupo de estudiantes. | | E.D. / Domingo J. Jorge

La docencia está repleta de maestros y maestras que ya desde niños sueñan con emular a sus profesores y profesoras cuando sean mayores. ¿Qué tendrá el magisterio que marca a muchas generaciones para siempre? El profesor que nos ha abierto en esta ocasión la puerta de su casa para describirnos cuáles fueron sus vivencias en los más de 30 años al servicio de la docencia en Canarias es, a buen seguro, uno de esos casos. Hemos conocido a Arístides Ramírez Martel (Telde-Gran Canaria, 1949).

Pero Arístides quiere comenzar su historia cuando iba al Colegio en Telde, al Colegio Labor, porque él tiene claro que su amor a la docencia seguro que ya nació en aquellos años como alumno de Primaria. «El Colegio Labor era un pequeño colegio de Telde. Era masculino, en aquella época había escuelas para niños y para niñas. Era privada. Allí hice Primaria y el Bachillerato Elemental y Superior», explica. «Claro esta nomenclatura hoy sonara a chino. El Bachillerato Elemental, de 1º a 4º, sería lo que es hoy hasta 2º de ESO. Tenía el Elemental además una Reválida. A los 14 años te tenías que examinar en el único Instituto que había, que era el Instituto Pérez Galdós, en Las Palmas. En el Colegio no te podías examinar. Luego tenías que hacer además 5º y 6º de Bachillerato. En El Labor no se impartía 5º y 6º, sino que lo teníamos que hacer los alumnos por libre. En junio te ibas a examinar de la Reválida de 6º en el Instituto Pérez Galdós».

Los Idóneos

Una vez logra aprobar la Reválida de 6º Arístides decide estudiar Ingeniería Técnica. «Para estudiar esta rama me voy a las Palmas de Gran Canaria y me matriculo en la Escuela de Peritos e Ingenieros Técnicos, en la rama de Ingeniería Técnica, que estaba en la Calle Canalejas. Empecé en 1965 y finalicé en junio 1970». Durante su formación, este joven grancanario decide incorporarse al mundo laboral. «En 1972, me fui a una empresa de artes gráficas como técnico de taller y seguía estudiando. A mí la parte técnica de mis estudios no me llamaba la atención. A mí lo que me gustaba era dar clases, enseñar a otros lo que yo sabía. Por eso, aproveché la situación que se dio en Canarias en 1975. Había en todo el Archipiélago una necesidad imperiosa de profesorado. Entonces, pedían personas con titulaciones de Grado Medio, como era la mía, para cubrir plazas de profesor», aclara. «La Delegación de Educación del Ministerio en Las Palmas, sacó unas listas, me apunté y me llamaron. Había un montón de Escuelas sin profesores, por lo tanto, muchísimos niños sin escolarizar en el Archipiélago. Me llamaron en noviembre para que me incorporara. También había en aquella época maestros dando clase, de los que llamaban Idóneos, que no tenían ni la Diplomatura, pero contaban con el Bachillerato Superior, y los habilitaban, para que fuesen maestros. No había maestros suficientes».

En Arguineguín

Así, comenzó a trabajar en una Unitaria de El Pajar, que «es un barrio de Arguineguín. Para trasladarme hasta allí, no había ni autopista ni nada, había que pasar por Vecindario, Carrizal, y demás. Tardaba como una hora y algo en llegar. Tenía 40 alumnos desde los seis hasta los 12 años. Dependía la Escuela Unitaria del Colegio que estaba en Arguineguín. Recuerdo que el Director de esa Escuela, Rubén Calero, me dijo textualmente, no te angusties, haz lo que puedas. No había libro, lógicamente, sólo la pizarra, tiza, y las libretas de los chicos. Tenía que dar lengua, matemáticas, ciencias sociales, todo a diferentes edades, con el hándicap de que nunca había dado clase y yo procedía de la Ingeniería. A unos había que enseñarlos a leer, a otros los rudimentos básicos de las cuatro reglas, a otros mayores algo de gramática. Pero di clase a esos 40 niños desde noviembre hasta el final de curso, porque estaba en lo que me gustaba, el ser maestro», explica. Está claro que ésta fue la prueba de fuego que le indicó a Arístides que él estaba hecho para ser maestro.

Arístides tiene claro que el Magisterio, el ser profesor, si no su primer peldaño en la vida caminada -ese lo guarda para la familia-, sí ha sido el segundo, porque la docencia y el Colegio Heidelberg, en el que estuvo desde 1976 hasta 2014, han sido el segundo peldaño de la preciosa escalera por la que sigue andando en su vida. El próximo lunes Arístides Ramírez, este profesor de Gran Canaria, nos volverá a abrir la puerta de su casa para enseñarnos nuevos capítulos sobre su historia como docente.

Una anécdota, o mejor, una vivencia que nos relata Arístides, tiene que ver con lo que denominaron las Matemáticas Modernas. «En los años 70, se puso de moda algo que denominaban las Matemáticas Modernas, que venía de Estados Unidos. Realmente, aquello en lugar de servir para facilitar el aprendizaje de las matemáticas a los niños, lo que conseguían era lograr alejarlos de ellas. Se trataba supuestamente de impulsar la educación científica y la habilidad matemática de los estudiantes, pero insisto, lográbamos, en la mayoría de los casos, todo lo contrario», comenta. «Con esto no quiero decir que no constituyeran un método aceptable e interesante, que sí que lo era, pero realmente lo era para personas con amplios conocimientos de matemáticas. Para los alumnos, creo que no. Se implantaba con esta Matemáticas Modernas, especialmente la teoría de conjuntos y los elementos de la álgebra abstracta». Arístides Ramírez forma parte de un grupo de profesores que desde los años setenta están empeñados en ofrecer a los alumnos unas matemáticas para la vida, y lógicamente aquellas Matemáticas Modernas estaban muy lejos de sus objetivos pretendidos.

Matemáticas Modernas

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