Entrevista | Heliodoro González Presidente de Cruz Roja de Santa Cruz de Tenerife

Heliodoro González: "Cruz Roja siempre está, incluso cuando nadie nos ve"

El representante de la ONG considera "básica" la tarea que desarrollan los voluntarios

Heliodoro González (Puerto de la Cruz, 1953), durante la última edición de El Día de la Banderita, celebrado el pasado jueves.

Heliodoro González (Puerto de la Cruz, 1953), durante la última edición de El Día de la Banderita, celebrado el pasado jueves. / María Pisaca

Jorge Dávila

Hace 55 años acompañó a su tío en una actividad de voluntariado y se quedó. «Me dijo que ayudaba a la gente que más lo necesitaba y acabé convencido de que quería estar aquí», comenta Heliodoro González (Puerto de la Cruz, 1953) sobre su ingreso en Cruz Roja Española, institución humanitaria en la que ahora desempeña el cargo de presidente provincial.

¡Cruz Roja siempre está!

Siempre... Ése es el primer principio de todos los que se entrelazan con nuestra actividad humanitaria. De alguna manera intentamos cumplir con el lema de «aunque no nos vea, ahí estamos».

La idea de ayudar siempre está viva, aunque muchas veces choquemos con algo complicado de arreglar"

¿Estar a las duras y a las maduras?

Cruz Roja es sensible con cada momento que vive una sociedad y, por lo tanto, debe estar muy atenta al pulso de la actualidad. La labor que realizan los voluntarios es decisiva porque cuando están en la calle son como un espejo en el que se reflejan los problemas que tenemos más cerca de casa... Las angustias de sus vecinos, de sus amigos, de sus familias nos llegan de una manera directa para tratar de planificar una solución. La idea de ayudar siempre está viva, aunque muchas veces choquemos con algo complicado de arreglar. Si la voluntad cuenta, en Cruz Roja existe la voluntad de ser una especie de «salvavidas» para un puñado de personas.

No es necesario estar en una situación belicosa como la que ahora enfrenta a Hamás e Israel, sino en una emergencia social en la esquina del barrio para que ustedes se activen, ¿no?

Cruz Roja tiene que trabajar en situaciones tan básicas como puede ser que uno de nuestros voluntarios entregue una bolsa con comida a una vecina o en un escenario de dominado por una guerra, siempre y cuando las circunstancias se den para desplegar los recursos humanitarios. Quedan muchas personas que consideran que el hecho de dar unos productos a una familia es algo sencillo pero actualmente existe un número interminable de necesidades que no siempre se pueden cubrir. Es doloroso trabajar con entornos en los que te encuentras con menores que no cuentan en sus hogares [si es que existen] con lo más elemental. Tener que trabajar en situaciones en las que hay niños es delicado y golpea muchas emociones. 

¿Y el número de informes que apuntan a una desigualdad social no para de crecer?

A veces solemos utilizar el dicho de que «ahí fuera hay mucha pobreza de chaqueta y corbata» porque no todas las personas son capaces de admitir públicamente que se encuentran en la pobreza o, casi en la indigencia, por vergüenza. Por lo general la gente que está pasando por una situación crítica se deja ayudar, pero quedan personas a las que le resulta violento tocar en la puerta de una ONG para pedir alimentos o ropa... Ahí es cuando tiramos de los voluntarios para que nos digan dónde hay un escenario vulnerable en el que nos podamos sentir útiles... Si ellos no viene debemos ser nosotros los que vayamos en su auxilio. Cruz Roja suele tocar muchas puertas en las que hay una persona que necesita nuestra ayuda. Nos gustaría hacerlo más pero, a veces, no podemos.

Tener que trabajar en situaciones en las que hay niños es delicado y golpea muchas emociones"

¿La pobreza no siempre se distingue en un primer barrido social?

Ocultar la pobreza es algo que está integrado en el ADN de una familia que han heredado esa situación de generación en generación. Cuando estás cerca de la realidad te das cuenta de situaciones límites que aparecieron hace 15 o 20 años cuando un matrimonio se quedó sin recursos económicos porque se perdieron los empleos y no tuvo otro remedio que recurrir a sus padres, que ya eran pensionistas. Ahí el margen de ayuda era mínimo o nulo. Con este panorama tan adverso no hace falta ser un lince para distinguir una situación de gran emergencia social. Resulta milagroso, por no decir que totalmente imposible, querer cubrir las necesidades más rutinarias de seis personas sólo con el dinero de una pensión.

¿Salen las cuentas cuando hay que planificar tantas emergencias?

Cruz Roja no puede cubrir el cien por cien de las necesidades que requiere la población. Eso es algo que sabemos y asumimos de entrada para no llevarnos a engaños. Admitir esa dificultad no significa que nuestra voluntad continúe siendo llegar al mayor número de personas.

¿Acciones como El Día de la Banderita son un alivio?

Sí que lo son, pero la sociedad canaria siempre responde cuando Cruz Roja le ha pedido ayuda. No sólo El Día de la Banderita, sino en el Sorteo del Oro o cuando sacamos a la venta los boletos de Lotería Nacional. Los llamamientos que hacemos cuando se produce una catástrofe [erupción volcánica, inundaciones, terremotos...] suelen encontrar la complicidad solidaria de la ciudadanía.

¿Menos mal que esa solidaria no flaquea?

Todo suma y aunque podamos pensar en un primer momento que un euro no es suficiente, si hay mil personas que aportan un euro ya hablamos de mil euros, ¿no? Si somos capaces de implicar a dos mil o tres mil ciudadanos la ayuda crece y las familias que se beneficiarán de esos gestos serán más.

¿Qué tiene que tener un voluntario de Cruz Roja?

Un voluntario es la esencia de Cruz Roja y no necesitamos a personas muy especializadas o que persigan retos casi imposibles, sino gente que quiera venir a ayudar. Con la voluntad y un poco de tiempo libre se puede crear a un buen aliado. El voluntario es quien decide el margen que le quiere dedicar a Cruz Roja. Aquí nadie está en contra de su voluntad. Nosotros le damos la formación necesaria para actuar en el destino que él decida y el arropamiento de los compañeros para que éste se encuentre lo más cómodo posible.

¿Por qué se alistó?

Tenía un tío que ya era voluntario y lo veía salir de casa con un uniforme. Un día me dejó acompañarlo y me quedé para siempre... Aquí llevo 55 años y, sobre todo, espero estar unos pocos más porque lamentablemente siempre hay cosas por hacer.