El cambio climático derrite el Teide: ya nieva la mitad de lo esperado en la cumbre

La tendencia de las precipitaciones en forma de nieve en la estación de Izaña pone de manifiesto una tendencia que lleva consolidándose desde finales del siglo XX

Un hombre desliza a su hija por la nieve durante la última nevada en el Teide.

Un hombre desliza a su hija por la nieve durante la última nevada en el Teide. / Andrés Gutiérrez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El manto blanco que recubre cada invierno el Teide está empezando a desaparecer. El aumento de temperaturas – en especial las nocturnas– junto al descenso de las precipitaciones, asociados al cambio climático, ha provocado que cada vez sea menos común encontrar nieve en las cumbres de Tenerife y la situación, lejos de mejorar, empeora cada año.

La tendencia a la desaparición de la nieve se ha consolidado y se ha hecho más notable en los últimos 20 años. Así lo ponen de manifiesto los datos recopilados por Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la estación meteorológica de Izaña, que recopila datos desde hace más de cien años, en concreto, desde 1916. 

La tendencia, que se sustrae de varios informes publicados por la Aemet a los que ha tenido acceso a El Día, se empezó a hacer notable a finales del siglo pasado. La serie histórica muestra que desde 1994 cada año nieva un poquito menos en las cumbres de la isla. Hoy en día nieva menos de la mitad de lo que cabría esperar. 

Las nevadas de este año hidrológico –que comenzó en octubre de 2022– se han acumulado en tres episodios: el 26 de diciembre, del 5 al 7 de febrero y del 15 al 17 de febrero. El episodio más abundante fue el de diciembre, en el que se llegó a acumular 20,6 milímetros. No obstante, entre los tres apenas llegan al 45% de la cantidad esperada con respecto al periodo comprendido entre 1991 y el año 2000. En el año 2022 la precipitación en forma de nieve también fue inferior a la esperada. Solo nevó el 71% de los 100 litros por metro cuadrado habituales.

Solo un año de los últimos 20 ha cumplido las expectativas con respecto a la nieve

Si se toma como referencia la mediana de los últimos 100 años –es decir, el valor que más se repite durante la serie–, el descenso es aún más claro. "Desde el año 2000 solo ha habido un año en el que durante el año se ha alcanzado la mediana de 200 litros por metro cuadrado de precipitación: en 2005", asegura David Suárez, delegado de la Aemet en Canarias, que insiste en la "robutez" de estos datos por surgir del análisis de una "serie centenaria". En 2002 y 2006 se alcanzó a duras penas y, en cambio, en siete años (1994, 1998, 2001, 2003, 2010, 2012 y 2016) la caída de nieve anual ha sido tan pobre que se ha quedado casi a cero.

La nieve también ha empezado a menguar durante las primaveras, una época en la que también es habitual encontrar al Teide vestido de gala. La de 2023 ha sido el séptimo año en un total de 106 en el que no ha caído ni un copo en la cumbre. Otras nevadas primaverales que han sido "ínfimas" (de menos de un milímetro), tal y como reseña la Aemet, han sido las de 1998, 2000, 2010, 2012 y 2021. Solo el 4% de las primaveras acumulan menos de 10 milímetros, lo que significa que lo habitual de las primaveras tinerfeñas que nieve, aunque sea un poco.

Este descenso de la cobertura de nieve en la cumbre va de la mano de otros dos indicadores: la temperatura y la precipitación. Según los datos recopilados en el Trabajo de Fin de Grado de la graduada en Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Tamara Jorge Cubas, en Izaña se ha producido un aumento de la temperatura media de 0,7 grados desde 1970.

Una circunstancia que, a su vez, ha repercutido en los días en los que los termómetros de la cumbre descienden por debajo del cero y en el número de noches tropicales que se registran en las estaciones de alta montaña. El cambio climático también ha hecho mella en la precipitación. "Cada vez llueve menos, con lo que, como es lógico, también nieva menos", recalca Suárez.

Las cumbres de Canarias son una de las zonas más afectadas por el cambio climático. "A esa altura no soplan los vientos alisios, por lo que la atmósfera es libre y nos muestra cómo está cambiando el clima global", insiste Jorge Cubas.

Nevada en el Parque Nacional del Teide

Nevada en el Parque Nacional del Teide

El blanco enero de 1979

Decía el escocés George Glass durante el siglo XVI, en su descripción sobre Canarias, que el Teide lucía con orgullo su manto de nieve blanca durante al menos siete u ocho meses al año. No fue el único. El espectacular contraste entre la cumbre y las medianías fue recogida en los trabajos de distintos viajeros, naturalistas, geógrafos y geólogos europeos que llegaban a la isla durante aquel periodo. Hoy resulta impensable que ocurra algo así, pero hubo un año en el que las nevadas fueron tan intensas que rememoró aquellos años donde la nieve nunca se disipaba.

Fue el enero de 1979 cuando el Teide se cubrió de la capa de nieve más espesa que se ha registrado en la historia. Fue una sucesión de frentes y ciclones extratropicales lo que propició las precipitaciones intensas durante la segunda mitad de aquel enero que dieron lugar a las grandes nevadas. Las nevadas se acumularon durante tres días de intensas precipitaciones.

La primera llegó el mismo día de Reyes, la segunda a mitad d emes y la última entre lo sdías 20 y 22 de enero. El día 6 se produce una intensa nevada con la que se alcanzan un espesor de 227 centímetros. "En apenas dos días se habían acumulado los 200 milímetros de precipitación en forma de nieve", revela Suárez. Finalmente el Teide estuvo afectada por 18 días seguidos de nieve con una acumulación mensual de 10 metros.

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