Los fallos cardiacos se disparan cuando los termómetros superan los 24 grados

Las presiones atmosféricas altas, durante los anticiclones, también están relacionadas con un mayor riesgo de mortalidad

Un sanitario hace seguimiento de un paciente ingresado en la UCI de La Candelaria.

Un sanitario hace seguimiento de un paciente ingresado en la UCI de La Candelaria. / Andrés Gutiérrez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Las altas temperaturas quebrantan los corazones. Los ingresos por fallos cardíacos se disparan desde que hace algo más de calor de lo habitual. Cuando los termómetros marcan una temperatura superior a 24,3 grados, el riesgo de ingreso y hospitalización de las personas más vulnerables se incrementa. Al marcar 35 grados, el riesgo de morir de un evento cardiaco crece hasta en un 12%

Son algunas de las conclusiones de la tesis del médico de urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), Miguel Benito, presentada en la Universidad de La Laguna (ULL), que ha estudiado en profundidad cómo los factores ambientales, tales como la temperatura o la presión atmosférica, contribuyen a la desestabilización de los pacientes, hasta el punto de sufrir insuficiencia cardiaca.

La insuficiencia cardíaca afecta cada año en todo el mundo a más de 23 millones de personas, especialmente a las más mayores. Se produce cuando el corazón deja de bombear sangre rica en oxígeno y no trabaja de manera adecuada. En tres de cada diez personas supone la muerte. Un riesgo que está más presente en aquellos que sufren un episodio de descompensación. Además, supone el 5% de todos los diagnósticos de alta hospitalaria, por lo que también requieren grandes recursos en la sanidad pública. 

Es la primera vez que se mide la influencia de la presión atmosférica en los ingresos hospitalarios

El impacto del cambio climático y el aumento de olas de calor hacía imperante conocer los factores que pueden provocar estos eventos de descompensación y, sobre todo, saber cómo impactan las temperaturas extremas tanto antes como durante el ingreso y tras el alta. "Vamos hacia escenarios de cambios muy abruptos y hay que saber cómo las condiciones meteorológicas afectan a nuestros pacientes para tomar medidas", insiste Benito. 

Los resultados muestran tanto el calor como las situaciones anticiclónicas juegan un papel relevante a la hora de provocar este tipo de eventos de descompensación en los pacientes más proclives a sufrirlo. No es necesario que las temperaturas sean demasiado altas, les vale con superar los 20 grados. "A partir de entonces la curva de incidencia empieza a aumentar", explica Miguel Benito, cuyo trabajo ha merecido el reconocimiento de Cum Laude. Ocurre lo mismo, aunque con menos incidencia en Canarias, cuando los termómetros bajan de los 5 grados. En esos entornos más fríos también se producen descompensaciones en la población más vulnerable.

Una enfermera revisa a un paciente ingresado en el Hospital de La Candelaria.

Una enfermera revisa a un paciente ingresado en el Hospital de La Candelaria. / Andrés Gutiérrez

Con respecto a la presión atmosférica, el riesgo aumenta cuando la anomalía se encontraba por encima de los 3,4 hectopascales, es decir, lo que corresponde a una situación anticiclónica y "de buen tiempo". "Este resultado nos sorprendió porque de manera tradicional se suele relacionar los mayores ingresos con el mal tiempo y las borrascas, y es precisamente lo contrario", destaca Benito. En este sentido, Benito recuerda la primera vez en la que se realiza un análisis que contemple también la presión atmosférica. "Seguro que es el primero de España y me atrevería a decir que es la primera vez que se evalúa esta característica en el mundo", insiste.

Tres escenarios de riesgo

De esta forma, el investigador ha establecido tres escenarios de riesgo. En el primero, en el que la mortalidad es nula, contempla un ragno de temperatura de 2 a 25 grados donde la anomalía de la presión atmosférica es negativa. Es decir, este escenario es el más adecuado, aunque por debajo de los 5 grados también empiezan a sucederse más ingresos. 

Cuando la temperatura se eleva por encima de los 12 grados y la presión atmosférica aumenta en 20 hectopascales, el riesgo de morir por un fallo del corazón se eleva un 10%. Cuando las temperaturas ya aumentan por encima de los 35 grados, aunque la anomalía de la presión sea negativa, el riesgo de fallecer aumenta aproximadamente un 12%.

Por debajo de los 5 grados también se produce un aumento de las hospitalización por eventos cardíacos

Para llevar a cabo este estudio retrospectivo, Benito ha recopilado los datos de la base de datos del registro epidemiológico de los fallos cardiacos agudos en los servicios de urgencia españoles (EAHFE por sus siglas en inglés) que cuenta con un total de 18.370 pacientes. Benito ha estudiado los datos de ingreso de estos pacientes y los han comparado con los datos de temperatura y presión atmosférica del momento previo, durante y posterior al ingreso. Además, como quiso que sus resultados fueran representantivos de toda España, eligió aquellos que se encontraban en alguno de los diferentes climas que configuran España: mediterráneo, suboceánico, continental o subtropical, que es al que pertenece Canarias. 

Los cambios de temperatura eran más letales justo antes del ingreso y durante la hospitalización. Tanto la temperatura como la presión estaban asociados, de manera independiente, a la severidad de estos episodios. De ahí que Benito insista en acondicionar todos los hospitales a las necesidades de estos pacientes sabiendo el perjucio que conlleva una mala climatización de las habitaciones de ingreso y las plantas.

"No puede ser que haya centros hospitalarios en los que aún existan plantas donde no exista el aire acondicionado y los pacientes estén sufriendo altas temperaturas en verano", explica. Un ejemplo de ello es el HUC que cada verano recibe quejas de sus pacientes por el bochorno que viven durante la hospitalización en los días de más calor.

Por otra parte, Benito también ha comprobado que el riesgo se disipa durante el alta, dado que no encuentró "relación entre las condiciones meteorológicas de esos días y el reingreso", sentencia. Por tanto "no habría que tomar las previsiones de temperatura y presión atmosférica en consideración durante el momento del alta".

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