«Mis secuelas son de por vida»

Cati Plasencia lleva un año encerrada en el bucle de graves síntomas que le impiden volver a la normalidad

Cati Plasencia, paciente

Cati Plasencia, paciente / ED

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Cuando Cati Plasencia se contagió del la covid apenas podía imaginar lo que el virus haría a su cuerpo. Tres semanas después de dar negativo se le entumecieron los brazos y las piernas, las manos le empezaron a temblar sin control y apareció la niebla mental. 

Cati Plasencia se disculpa de antemano. Sabe que le va a costar encontrar las palabras correctas para hablar de su enfermedad. Su cerebro ya no hila las palabras tan bien como lo hacía antes. «Antes del covid podía recopilar información de varios pacientes al mismo tiempo, ahora lo tengo que apuntar». Plasencia es auxiliar de enfermería en Tenerife. Sufrió covid después de inyectarse la tercera dosis pero, aún así, las secuelas de aquel virus que le dejó dos semanas en cama, siguen siendo visibles un año después del contagio.

Ahora está mejor. «Han encontrado un tratamiento que me está funcionando», asegura con una comedida alegría. Retiene esa felicidad porque no puede evitar rememorar su angustioso estado previo. «Mi hija de tres años me pedía que repitiera sus palabras porque decía que me estaba equivocando mucho; cuando por fín acertaba se emocionaba y me felicitaba». El simple recuerdo de aquellos momentos desembocan en cientos de sentimientos que es incapaz de esconder.

Durante este último año ha sufrido la pérdida de la capacidad de habla, el entumecimiento de los músculos, los temblores, la hinchazón de algunas partes del cuerpo, una alta coagulación de su sangre, diabetes y fibromialgia. De algunas cosas se ha recuperado, de otras, teme que seguirá tratándose de por vida. «He pasado por un duelo por la pérdida de mi salud», asegura. Eso le ha llevado a desarrollar problemas de salud mental, como ansiedad. Como otros pacientes, reivindica una atención más justa y especializada para las personas que sufren covid persistente, en la que «los médicos entiedan» lo que les ocurre sin juzgarles.

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