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El valor de una vida de 14 años

Profesores del Colegio Ramiro de Maeztu, en La Cuesta, realizaron maniobras de reanimación y usaron un desfibrilador para salvar a un alumno de Tercero de la ESO

Curso de reanimación cardiopulmonar desarrollado hace poco más de un mes en el centro. | | E.D.

Un estudiante se desplomó cuando hablaba con una de las docentes en el interior de un aula durante la mañana del pasado miércoles. Los conocimientos del personal y la inversión efectuada por la entidad en el aparato contribuyeron a recuperar al adolescente. La rapidez de la acción fue un factor clave, según admitió el personal de las dos ambulancias que acudió al edificio ubicado en la Avenida de Los Menceyes.

Las sirenas de las dotaciones de la Policía Nacional y de un par de ambulancias alarmaron a vecinos y viandantes en la Avenida de Los Menceyes, la principal arteria de la zona de La Cuesta, durante la mañana del pasado miércoles. El desconocimiento llevó a algunos ciudadanos a especular sobre lo ocurrido en el interior de un centro educativo arraigado en este núcleo de La Laguna, pero con comentarios alejados de la realidad. La certeza fue que, una vez más, la prevención y la denominada cultura de la seguridad resultan claves para salvar vidas en los momentos y lugares más inesperados.

Un alumno de Tercero de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) hablaba con una de sus profesoras y, de pronto, se desplomó, ante la sorpresa de la docente y de sus compañeros, según aseguraron algunos padres de menores que estudian en el Ramiro de Maeztu. Esos progenitores destacaron la rapidez y eficacia con la que el personal de dicho centro concertado reaccionó ante la emergencia.

Los hechos ocurrieron cuando se impartía la segunda hora de clase de la mañana. El menor de 14 años afectado ha sido estudiante de dicho colegio e instituto a lo largo de toda su vida escolar. Y, en este caso, está considerado por los profesores como un estudiante «del barrio, muy trabajador y responsable». Y, hasta ahora, al menos que haya trascendido, carecía de antecedentes de problemas de salud serios.

Los padres indicaron que sus hijos fueron sacados del aula de forma inmediata. Esa medida forma parte del protocolo establecido para este tipo de episodios, que incluyó el aviso inmediato al director, al jefe de Estudios y a la secretaria del centro.

El siguente paso consistió en avisar a la familia del alumno que sufrió el desmayo y al Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes), con el objetivo de que enviaran los recursos necesarios. La sala operativa del 1-1-2 activó a una ambulancia medicalizada y a otra de soporte vital básico del Servicio de Urgencias Canario (SUC), así como a varias dotaciones de las fuerzas de seguridad, que cortaron el tráfico en una de las vías próximas para facilitar la actuación de los profesionales sanitarios.

Mientras tanto, varios profesores acudieron al aula en la que ocurrió la incidencia. Se hizo una valoración y se apreció que el menor no respondía a estímulos. Ante esa circunstancia, los docentes siguieron las indicaciones que les dieron desde la sala del 1-1-2. Así, por ejemplo, uno de los trabajadores efectuó la popularmente conocida como respiración boca a boca. Después, el afectado fue sometido a un masaje cardiopulmonar.

Además, hasta el aula se llevó el desfibrilador automático (DEA), un equipo que fue adquirido este mismo año por parte de la administración del centro, después de que, en décadas de historia, nunca hubiera sido necesario usar uno. En ese momento, los docentes siguen también la información dada por los profesionales del 1-1-2.

El DEA se colocó sobre el tórax del alumno y, en base a la valoración efectuada por la propia máquina, se procedió a activar las descargas eléctricas. Y, afortunadamente, dieron un resultado positivo.

Cuando el personal de las dos ambulancias llegó al aula y efectuó la primera inspección al adolescente, este ya había «recuperado el pulso». Y, a partir de ese momento, fueron los trabajadores del SUC quienes atendieron y realizaron el traslado del afectado a un centro hospitalario.

En cualquier caso, la actuación de los profesores mereció una felicitación por parte de los técnicos de las ambulancias, quienes admitieron que al menor le salvaron la vida los docentes. El procedimiento de actuación ante una emergencia de este tipo lo tenían asimilado, ya que hace apenas un mes que recibieron un curso sobre maniobras de reanimación cardiopulmonar por parte de un enfermero del Servicio Canario de Salud (SCS).

Buena inversión

De esta manera, los padres consultados manifiestan que la inversión en el desfibrilador automático y en la formación en primeros auxilios del personal, sin duda, merecen la pena, pues nunca se sabe cuándo van a ser necesarias. De hecho, al disponer de un equipo de estas características, el personal es consciente de que también está obligado a utilizarlo si en las inmediaciones del colegio cualquier ciudadano sufre una parada cardiorrespiratoria.

El centro Ramiro de Maeztu cumplirá el próximo año medio siglo de historia de educación de niños y adolescentes en La Cuesta. Su apertura como tal fue el resultado de la fusión de tres colegios que existieron con anterioridad en el barrio: el Virgen de la Luz, el San Martín de Porres y el Nuestra Señora de la Paz.

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