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Claves sobre la resistencia bacteriana

Las infecciones de este tipo causan más de un millón de muertes en el mundo - Los médicos insisten en la importancia de hacer un buen uso de los antibióticos

La responsable de una farmacia dispensa algunos antibióticos.

Las infecciones bacterianas resistentes a antibióticos provocaron 1,27 millones de fallecimientos en el mundo durante 2019, más que el VIH o la malaria, que causaron 860.000 y 640.000, respectivamente. De hecho, fueron la tercera causa de muerte a nivel global. Así lo desvela un estudio publicado en enero por la revista médica británica The Lancet, que analizó las defunciones asociadas a 23 patógenos y 88 combinaciones de medicamentos que se emplearon para tratarlos en 204 países. La investigación destaca, además, que otros 4,95 millones de decesos pudieron estar vinculados a este motivo, a pesar de no haber sido la causa directa. Ahora bien, ¿qué es la resistencia bacteriana y por qué se produce? Con el propósito de despejar este interrogante y concienciar a la población sobre la importancia que tiene hacer un buen uso de los antibióticos, tres expertos en la materia abordan cinco claves fundamentales. 

Causas.

Tal y como explica Cristóbal del Rosario, microbiólogo clínico en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, la resistencia bacteriana se produce por causas multifactoriales. Por un lado se encuentra el uso inadecuado de antibióticos. Por otro, la presencia de organismos que, una vez han adquirido esa resistencia, se diseminan con más facilidad. «A esto hay que sumar que cada vez salen menos antibióticos al mercado, por lo que se va restringiendo el uso de todos los que ya conocemos porque hay más bacterias resistentes», detalla el profesional. Otro factor destacado es que, al igual que sucede con muchos virus, la movilidad de las personas facilita la transmisión y, por ende, que los microorganismos resistentes a los fármacos antibacterianos viajen a otros países. «Es cierto que estas bacterias no se transmiten tan fácilmente como el coronavirus, por ejemplo, pero pueden pasar de unas personas a otras y estar con ellas bastante tiempo», apunta.

Consecuencias.

Hay que tener en cuenta que el mal uso de los antibióticos puede llegar a agotar el arsenal terapéutico existente. Y es que si un paciente genera resistencia en una bacteria, las repercusiones se extrapolan al resto de la población. En ocasiones, la administración inadecuada va de la mano del autoconsumo. Sin embargo, otras veces, está vinculada a la necesidad de emplear tratamientos muy agresivos en pacientes que han permanecido ingresados mucho tiempo y que no han respondido a otras terapias más leves, lo que ha provocado que algunas bacterias se vuelven resistentes. «El problema de la resistencia antibiótica es que si no contamos con nuevos tratamientos para abordar las infecciones y los que tenemos no sirven para tratarlas, las enfermedades infecciosas podrían volver a ser la principal causa de muerte como ya sucedió en el pasado», apostilla María Altabás, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria e integrante de la Comisión de Servicios de la Dirección General de Programas Asistenciales en el servicio del Uso Racional del Medicamento en la provincia de Las Palmas.

El conflicto sería tan grave que no podrían realizarse ni siquiera trasplantes, pues si no hay medicamentos que eviten las infecciones sería imposible recurrir a esta práctica. «Hasta las cirugías más banales se pueden convertir en procesos de alto riesgo», enfatiza. Cabe resaltar que algunas bacterias resistentes podrían incluso provocar una sepsis –infección generalizada– y causar la muerte al paciente. Además, la resistencia a los antibióticos no necesariamente cesa cuando las bacterias dejan de estar expuestas a los mismos, pudiendo transmitirla a otros patógenos tanto en el medioambiente como dentro del cuerpo humano. Por esta razón, también hay que tener precaución a la hora de emplear estas sustancias químicas en cultivos y en el ámbito de la Veterinaria.

La administración inadecuada puede llegar a agotar el arsenal terapéutico

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Cuándo recurrir a los antibióticos.

Los profesionales hacen hincapié en la importancia de entender que los antibióticos no se utilizan para tratar infecciones de origen vírico, sino bacteriano. «Los virus no poseen la estructura necesaria para que el antibiótico haga efecto», recalca Cristóbal del Rosario, quien además se muestra contundente al decir que estos fármacos «solo deben consumirse cuando los recete un médico y siempre durante el tiempo prescrito y en las dosis adecuadas». En este sentido, el microbiólogo recuerda que las características de los antibióticos varían de unos a otros, pero es muy importante cumplir con la pauta indicada y nunca interrumpir el tratamiento aunque se llegue a experimentar una mejoría. «Hay que elegir muy bien los antibióticos que se van a utilizar. Hay algunos que actúan contra las bacterias gram positivas y otros contra las gram negativas, y eso solo puede decidirlo un profesional», subraya. Una opinión que secunda la doctora Altabás, que también incide en la necesidad de no presionar a los médicos para que receten un antibiótico. «En ningún caso, el paciente debe insistir para que se le recete un antibiótico. La buena noticia es que las farmacias exigen prescripción médica para suministrar estos fármacos, pero nunca se debe recurrir a los que puedan tener en casa familiares o amigos solo porque no los hayan utilizado en un momento dado o porque les haya ido bien». 

Los especialistas recalcan que estos fármacos nunca pueden emplearse para tratar virus

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Incremento de la resistencia.

Óscar Sanz, miembro de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y coordinador del Programa de Optimización del Uso de los Antibióticos (PROA) en el citado centro garantiza que, desde 2017, el consumo de antibióticos se ha mantenido en niveles estables. No obstante, en el transcurso de estos años, se ha registrado un incremento del nivel de resistencia, especialmente en enterobacterias y pseudomonas. «España es, junto con los países del sur de Europa, una de las naciones que más antibióticos consume en el continente. Eso se debe a la cultura de ser muy proclives a no atribuir ningún problema a los medicamentos», valora el facultativo. Pero estas acciones tienen consecuencias. «Estos hábitos hacen que expongamos a las bacterias a una cantidad de antibióticos cada vez mayor y ellas tienen una gran capacidad de adaptación. Es entonces cuando se seleccionan las resistentes y acontecen los problemas», agrega. 

Efectos secundarios.

Los antibióticos no están exentos de efectos secundarios y pueden provocar toxicidad renal, en el hígado o en el sistema nervioso central. Además, existe el riesgo de sufrir alteraciones en la flora intestinal y desarrollar una infección causada por la bacteria Clostridium difficile, que es capaz de provocar diarreas e importantes daños en el colon que comprometen la vida del paciente afectado.

Herramientas esenciales

Los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos (PROA) nacieron en 2014 en el marco del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos. Según detalla Óscar Sanz, coordinador del programa en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, el PROA se ha convertido en una herramienta esencial y se basa fundamentalmente en tres pilares. «Uno de ellos se centra en medir la resistencia y el consumo de antibióticos y observar si aparecen microorganismos multirresistentes en una proporción superior. Otro, en programas de asesoramiento dirigidos a los compañeros del centro. Además, la iniciativa contempla el desarrollo de cursos de formación para los residentes», explica el doctor.

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