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Indemnizada con 262.000 euros tras ser atacada por un pitbull: “Vino a por mí”

“Cuando lo vi delante quise morirme”, rememora Julia Fernández, de 72 años | La condena incluye seis meses de cárcel para la dueña del perro

Julia Fernández Antuña, en un banco del parque de La Felguera; en el círculo, la zona en la que se produjo el ataque, junto al cementerio de Pando. / Vivas

“Cuando vi esa fiera frente a mí quise morirme; ese demonio vino a por mí. Fue horrible”. Así rememora Julia Fernández Antuña, langreana de Otero, el ataque de un perro de raza pitbull que sufrió en Pando (Langreo) el 26 de enero de 2019. Fernández Antuña sufrió múltiples mordiscos del perro en los brazos, piernas y la oreja. Ahora, el Juzgado de lo Penal número 1 de Langreo acaba de dictar sentencia condenando a la propietaria del animal a una pena de seis meses de cárcel por dos delitos de lesiones por imprudencia grave, además de tener que indemnizar a la víctima con 262.887 euros en concepto de lesiones y secuelas. Son dos delitos y no uno, ya que el perro también atacó a otro hombre, aunque con menos gravedad. Eso sí, la propietaria del pitbull también tendrá que indemnizar a este último con 13.106,20 euros.

La acusación particular en el juicio fue llevada por el abogado Arturo García Rodríguez, con despacho en Oviedo. La sentencia judicial es firme, ya que ni acusada, ni el abogado de la acusación ni el Ministerio Fiscal van a recurrirla.

Los hechos tuvieron lugar pasada la una de la tarde del 26 de enero de 2019 en el entorno del cementerio de Pando. El perro se escapó del cercado de la casa en la que estaba y se dirigió hacía Julia Fernández Antuña, que entonces contaba con 69 años y estaba paseando por la zona. Testigos presenciales aseguraron que el animal “estaba como loco, de hecho, lo tuvieron que sujetar entre tres personas para que no fuese a por la mujer”. El pitbull llegó a tirar a la víctima al suelo, produciéndole heridas en todo el cuerpo, sobre todo en las piernas, los brazos y la oreja izquierda. Tras dar aviso a los servicios sanitarios y tras una primera atención médica, se decidió el traslado de la mujer al HUCA.

Aunque han pasado dos años ya, las secuelas del ataque siguen. “Lo pasé absolutamente mal y todavía hoy lo sigo pasando mal”, explica, asegurando que “tengo un brazo inútil y la pierna también la tengo muy mal, lo que mejor me quedó fue la oreja”.

Con la sentencia judicial en la mano, esta mujer afirma que “me gustaría que no hubiese ocurrido lo que pasó, pero bueno, el dinero de la indemnización, cuanto más, mejor”. Y sobre la condena de seis meses de cárcel, “querría que entrase en prisión, porque ya estaban avisados y tenían el perro suelto”. Además, no consigue quitarse el ataque de la cabeza. “Cuando no duermo, pienso en ello, fue horrible y me pasé un mes en el hospital, lo único que pensaba era en mi madre con 99 años que dependía de mí para todo”, apunta. También asegura que “me dio mucha pena cuando me dijeron que habían sacrificado al animal, porque en realidad él no tenía la culpa de lo ocurrido, sino sus propietarios”.

Hechos probados

La sentencia considera como hechos probados que la propietaria del perro había dejado al animal en su vivienda, que “presentaba un mal estado en el cierre de su perímetro, de modo que la malla de alambre que la delimitaba contaba con numerosos agujeros por donde el perro podía escaparse”. Es más, la vivienda fue investigada por la Policía Local en al menos tres ocasiones en los dos años anteriores a los hechos, todas por denuncias por un perro suelto y agresivo. Además, la acusada carecía de licencia para la tenencia de animales peligrosos, así como del seguro de responsabilidad civil.

Antes del ataque a Julia Fernández Antuña, el perro atacó a un hombre –la otra persona indemnizada– el 3 de enero de 2019 tras escaparse de la finca “Le tiró al suelo y le mordió furiosamente en la pierna izquierda y en el brazo”, dice la sentencia. El siguiente ataque se produjo el 26 de enero. El animal tiró a Julia Fernández Antuña al suelo “y comenzó a darle mordiscos furiosa e insistentemente por todo el cuerpo”, necesitando ayuda para zafarse de él.

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