Las noches en la Hamada - el desierto del desierto - son de una quietud cristalina. El aire que durante el día ardió como fuego descansa ahora en un tibio frescor. El silencio es profundo, viene del corazón arenoso del desierto. La actividad incesante de los campamentos durante el día se detiene por la noche. Las calles solo son atravesadas por algún que otro jeep y un manto de estrellas.

Sentados en una alfombra en el patio escuchamos a nuestra anfitriona contar historias sobre el cielo mientras prepara el té. Nos habla de su padre, un nómada saharaui que le enseñó a escrutar el firmamento para determinar las estaciones de lluvia y sequía. Habla de cuatro estaciones marcadas cada una por la aparición de una o un grupo de estrellas al amanecer. La más importante, probablemente por ser también la más hostil, es el verano o “Al Saif” y la anuncian los asterismos de Zuraia (las Pléyades) y Dabarán (Aldebarán), entre otros. La Vía Láctea, que es el rastro dejado por un ladrón de paja que huyó velozmente en su camello, se observa brillante y hermosa sobre nosotros.

Los astros, continúa, se usaban antes para orientarse en el cambiante paisaje del desierto, donde no hay referencias fijas ya que las dunas cambian a merced del viento. Igualmente, el cielo se usaba para saber cuál era la dirección correcta para rezar (hacia La Meca). Algunos pastores nómadas de las tierras liberadas y los conductores todavía practican este arte de orientación astronómica.

El saber astronómico de las culturas

La disciplina que estudia los conocimientos astronómicos de cada cultura, así como sus mitos, leyendas y prácticas sociales asociados al cielo, se llama Astronomía Cultural. En el Instituto de Astrofísica de Canarias, varios/as investigadores/as han sido pioneros/as y son actualmente referentes internacionales en este campo que busca comprender la relación con el cosmos y su influencia en otros aspectos de la cultura de las sociedades antiguas (Arqueoastronomía) y contemporáneas (Etnoastronomía).

La tradición astronómica del Sáhara, tan cercano a nosotros en distancia, es fascinante y merece ser estudiada en detalle. También necesita ser preservada ya que es un conocimiento que por tener un marcado carácter oral, y residir en los mayores de la comunidad, corre el peligro de perderse.

El proyecto educativo “Amanar: bajo el mismo cielo” tiene como uno de sus objetivos principales trabajar conjuntamente con los saharauis y dotarles de medios para que puedan liderar este esfuerzo de conservación de su propia cultura. Además de organizar actividades y talleres sobre ciencia y Astronomía para niños y jóvenes, así como cursos de formación para el profesorado saharaui, el equipo del proyecto ha entrevistado a ancianos y guías de los campamentos de refugiados de Tinduf para conocer y registrar su extenso conocimiento del firmamento y su modelo cosmológico.

Gracias a la financiación de la Unión Internacional de Astronomía y la sociedad Europlanet, y a la colaboración de diferentes instituciones científicas y civiles, el proyecto Amanar está aportando los recursos, equipos y entrenamiento necesarios para ayudar en esta tarea al Ministerio de Cultura Saharaui en el exilio. Estos fondos van a permitir, además, la contratación de jóvenes saharauis residentes en los campamentos de refugiados, donde las condiciones extremas hacen que haya pocas expectativas de trabajo para los estudiantes que acaban la secundaria.

La Astronomía como refugio

La Astronomía puede ser un recurso muy potente para inspirar y motivar a las poblaciones en situaciones de refugio y abrirles un horizonte (un cielo) en el que no existen fronteras. También para empoderarles y ofrecerles oportunidades de capacitación, empleo y acceso a tecnología. La Astronomía invita, por otro lado, a tejer lazos entre diferentes culturas a través de un interés común en el cielo y a fomentar un sentimiento de ciudadanía global que puede movilizar a las personas a luchar contra las situaciones injustas.

Por supuesto, no hay que perder de vista las causas históricas y políticas que han llevado a los saharauis a estar más de cuarenta años enclavados en la zona más árida del Sáhara (son el grupo de refugiados más antiguo del planeta), esperando con anhelo el regreso a su tierra, en la que poder seguir admirando las estrellas que sus antepasados contemplaron.

Durante las últimas semanas se han sucedido en Tenerife marchas por la libertad del Pueblo Saharaui, en las que los caminantes han compartido horas de ruta, cultura, música, diálogo e ilusión. El sábado 19 de junio se juntaron en Santa Cruz de Tenerife las columnas norte y sur que recorrían la isla en un acto multitudinario que acabó con la lectura de un manifiesto.

El pasado domingo 20 fue además el Día Mundial del Refugiado, una fecha clave para tomar conciencia y reivindicar los derechos de este pueblo olvidado y la resolución inmediata de su insostenible situación.

Las estrellas nos recuerdan que estamos todos juntos bajo el mismo cielo y debemos, por ello, ayudarnos y respetarnos.

Alhaizza AlDih AlNah, del campamento de refugiados de Ausserd, en Tinduf, explica al equipo de Amanar el sistema de medida del tiempo Saharaui, basado en la tradición árabe antigua.

Los participantes de la marcha por la libertad del Pueblo Saharaui del día 13 de junio (columna norte) ante un mural que reivindica el papel fundamental de la mujer saharaui, ubicado en la Laguna.

BIOGRAFÍA: Sandra Benítez Herrera nació en Madrid y cursó la Licenciatura en Física por la Universidad Complutense de Madrid. Es Doctora en Astrofísica por el Instituto Max-Planck de Astrofísica y la Universidad Técnica de Múnich, Alemania. Posteriormente, obtuvo un contrato postdoctoral en la Universidad Federal de Río de Janeiro al mismo tiempo que realizó una especialización en divulgación de la ciencia y la tecnología en la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil. Fue comunicadora científica e investigadora del Museo de Astronomía y Ciencias Afines de Río de Janeiro, Brasil. Durante los últimos tres años trabajó como astrofísica divulgadora en la Unidad de Comunicación y Cultura Científica del IAC. Desde 2018, es coordinadora del proyecto “Amanar: Bajo el mismo cielo”.

*Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez, natural de Santa Cruz de Tenerife, es la coordinadora de Gaveta de Astrofísica. Licenciada y Doctora en Física por la Universidad de La Laguna con un proyecto de investigación sobre galaxias desarrollado en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha sido investigadora postdoctoral en la Universidad de St Andrews (Escocia), la Universidad de Granada, la Universidad Nacional Autónoma de México y el IAC. Actualmente trabaja en la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro de la Comisión Mujer y Astronomía de la Sociedad Española de Astronomía y del equipo editorial de su boletín bianual.