Pink, China White, Apache, Drop dead, heroina sintética...Cuando adquiere uno de estos pseudónimos, el fentanilo deja de ser un compuesto diseñado para paliar el dolor de aquellos que no pueden soportarlo de otra forma, para convertirse en un estupefaciente muy barato y eficaz, capaz de generar euforia o relajar a quien lo tome de manera rápida y eficaz. Sin embargo, también se transforma en un arma que mal utilizada –o mezclada– puede producir efectos muy distintos a los deseados, pudiendo derivar incluso en la muerte. Este opiáceo, que empezó a comercializarse en todo el mundo a partir del 2005, empieza a no ser tan desconocida en Canarias, donde cada vez más pacientes llegan a las Urgencias hospitalaria intoxicados por no saber cuándo deben parar.

Bolsas de fentanilo de distintos tipos incautado por la policía de Estados Unidos. ADMINISTRACIÓN DE CONTROL DE DROGAS (DEA)

Así lo han demostrado los primeros resultados de un reciente estudio realizado entre la Universidad de La Laguna (ULL) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) con la colaboración de las unidades de Urgencias del Hospital Universitario Doctor Negrín, el Hospital Universitario de Canarias (HUC) y el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria y la financiación de la Fundación Canaria Instituto de Investigación Sanitaria de Canarias (FIISC). En los últimos años esta droga y sus derivados ha empezado a ganar adeptos, suponiendo el 27% de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) identificadas en Canarias. En total, en una muestra de 106 pacientes con intoxicación por droga sospechosos de haber consumido algún tipo de nueva droga, «el 58% había optado por una NPS nueva», señala el urgenciólogo y experto en toxicología, Guillermo Burillo, uno de los autores principales de este artículo junto a los toxicólogos de la ULPGC, Maira Almedia y Luis Boada. Estos pacientes «suelen presentar brotes psicóticos o agitación psicomotriz, en ambos casos muy exagerada», indica Burillo, que admite que no se puede perfilar al consumidor porque muchas veces se intoxican con «varias sustancias a la vez». La Consejería de Sanidad es consciente del hueco que está ganando esta sustancia en el mercado negro y muestra su preocupación por el incremento de consumo en los últimos años tanto en Canarias como en el resto del Estado.

En principio, este compuesto se utiliza de manera legal en el sistema público de salud de Canarias. Se receta a las personas con dolor severo y oncológicos para un «tratamiento potente del dolor», como señalan desde la Administración sanitaria. El producto se puede dispensar en farmacias en las que se lleva un registro de la prescripción. La Consejería, además, ha añadido alertas de seguridad en esa prescripción especial solo habilitada para psicotropos.

De los fentanilos se derivan hasta trece compuestos que han sido considerados estupefacientes, según la Lista I de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes. Además, varios de ellos se fabrican de forma clandestina, como explica la Organización de Naciones Unidas. Entre los opiáceos ultrapotentes detectados en las Islas se ha detectado –además de fentanilo– varios de sus derivados, como remifentanilo o carfentanilo. Estas dos son incluso más tóxicas que la sustancia original.

Estas drogas, además, se suelen vender mezcladas con la heroína, marihuana u otros psicotropicos y pueden tener consecuencias graves para los usuarios debido a su elevada potencia. «Aún no sabemos si la adquisición en las Islas es de forma consciente o mezclada, pero creemos que ambas», señala Burillo. Este estudio ha permitido por primera vez en Canarias identificar estas nuevas drogas, dado que la técnica de detección aún no está al alcance de los hospitales de Canarias. En los próximos meses, los firmantes tratarán de esclarecer si este sistema debería ser un bien con el que cuente el sistema de salud.

Con la sombra del fentanilo sobre Canarias, aún se desconoce el alcance real que puede tener su consumo en las Islas actualmente. «Nosotros solo vemos la punta del iceberg que son las intoxicaciones», advierte Burillo, que insiste que a día de hoy ni siquiera podemos medir cuántas personas han fallecido «en la calle o en casa» como consecuencia del mal uso del fentanilo.