El consumo de alcohol creció en toda España durante el confinamiento, pero lo hizo de manera más pronunciada en Canarias, donde uno de cada cuatro isleños se dio a la bebida. El Archipiélago se convirtió así en la segunda comunidad autónoma –tan solo superada por la Comunidad Valenciana– en la que más creció el consumo de bebidas alcohólicas durante este periodo. Los que más incrementaron el consumo fueron los jóvenes –incluidos en el grupo de 18 a 34 años– las personas que no pertenecían a grupos de riesgo y aquellos que vivían solos o con amigos.

“Bebemos más que antes. Bebemos una copita en las comidas y además hacemos vermuts telemáticos con los amigos y bebemos más. Antes yo estaba trabajando y no bebía. Los vermuts telemáticos se van un poco de madre, pero bueno, si luego te pasas la tarde durmiendo, tampoco pasa nada”, comenta uno de los entrevistados de la investigación Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento, elaborada por siete universidades españolas y de la que parten estos resultados. Otros cambiaron directamente la tradicional copa de vino por un cubata. “Todos los viernes me conecto con mis amigos y nos tomamos un cubata. Antes como no nos veíamos todas las semanas, no me lo tomaba”, narra otra de las personas encuestadas.

No fue este hábito el único que se implantó durante el encierro de casi tres meses de la población española para frenar el avance del coronavirus entre marzo y mayo de 2020. Durante este periodo, los canarios se refugiaron más en las redes sociales (76,7% de la población), el 65,8% vio más televisión –en parte para informarse de lo que estaba sucediendo, pero en la mayoría de casos con el fin de consumir series y películas a la carta–, el 42,8% aprovechó el tiempo para jugar más a videojuegos y hasta un 45% comió más alimentos hipercalóricos que de costumbre durante estos meses de encierro e incertidumbre. Pero no todo fue negativo. Los canarios resultaron ser los españoles que más redujeron otros hábitos de vida poco saludables, como fumar tabaco (el 16% de la población lo hizo menos) o consumir cannabis (10,8% lo hizo menos frente al 6% que se refugió durante este periodo más en su consumo).

Sin embargo, detrás del aumento de hábitos de consumo que pueden resultar más perjudiciales a largo plazo que por un simple hecho puntual, se esconde otra realidad que afectó más a Canarias que al resto del país, y fue el impacto psicológico como consecuencia de la grave situación socioeconómica que atraviesa gran parte de la población de las islas. Esto derivó en que Canarias mostrara el mayor incremento de España de consumo de fármacos para mejorar la salud mental, como antidepresivos o ansiolíticos.

La vulnerabilidad del turismo

“Estos resultados muestran la vulnerabilidad que provoca en los canarios la gran dependencia económica del turismo”, como indica el psicólogo Leocadio Martín, que señala que la falta de bienestar economico-social repercute negativamente en su salud mental. Y así ha sido. El 5% de la población canaria requirió ayuda profesional psicológica durante este periodo, siendo así la segunda comunidad en la que más población necesitó de estos servicios. “Al estar las variables psicológicas asociadas a esta vulnerabilidad económica y laboral, resulta lógico pensar que el apoyo o tratamiento psicológico ha sido más demandado”, afirma Leocadio Martín.

Pero lo cierto es que muchos no se atrevieron a dar el paso. Casi la mitad de la población (el 45%) refirió un incremento del malestar psicológico durante los meses de confinamiento y uno de cada diez canarios lo aumentó mucho más. Además, el 41,2% afirmó haber tenido más pensamientos depresivos o pesimistas y el 53,3% admitió haber tenido problemas para conciliar el sueño.

Las principales preocupaciones de los canarios –siguiendo la estela del resto del Estado– fueron aquellas que tenían que ver con sus allegados. Así, el miedo a que una persona allegada se contagiase, muriera, perdiera el empleo o tuviera dificultades económicas se reconocieron como las mayores preocupaciones de los canarios. Destaca, no obstante, frente al resto de comunidades el temor a la pérdida de empleo, tanto propia como ajena, que para los isleños suscita una preocupación mayor que para el resto de regiones.

Aumenta la depresión, el pesimismo y la desesperanza, especialmente en quienes han padecido la Covid-19, o han pasado el confinamiento a solas”, explica el psicólogo, que insiste en que todas estas circunstancias están también “muy asociadas al nivel socioeconómico o a la estabilidad laboral”. “Resulta muy relevante destacar que estos síntomas parecen ser más agudos en mujeres”, advierte Martín. Por ejemplo, a nivel nacional, aunque fueron más los hombres que refirieron sentirse más solos (30,7% frente a un 28,3% de mujeres), una mayor proporción de mujeres (11%) indicó que este sentimiento “se incrementó mucho”, frente al 8% de hombres. Lo mismo ocurrió con la sintomatología física sin clara relación médica, que puede estar relacionada con depresión o ansiedad y que creció más en mujeres (37% frente al 25% de hombres).

El estudio establece ciertas recomendaciones implementar acciones preventivas del agravamiento psicológico que se ha detectado en toda la población, con mayor incidencia en Canarias. “La mejor opción es la puesta en marcha programas de prevención comunitaria secundaria y terciaria, dirigidos a población vulnerable”, considera el psicólogo que, sin embargo, considera que las medidas no se pueden quedar ahí. “Es necesario la integración de la psicología sanitaria en atención primaria al mismo nivel de la medicina de familia y enfermería”, insiste, y remarca que “solo de esta forma se podrá mitigar el impacto de esta situación prolongada de incertidumbre provocada por la pandemia”.