Mientras en Canarias se discutía si la cuarentena del H10 Costa Adeje Palace debía alargarse 14 o 21 días, en Madrid maduraban los rumores de un confinamiento masivo que se aclararon en el instante en el que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, avanzaba la activación del estado de alarma por dos semanas. El 14 de marzo de 2020 no quedaban casi huéspedes –un centenar optó por prolongar su estancia– en las instalaciones turísticas del sur de la Isla, cuatro días antes la mayoría de las personas que cumplían cuarentena hicieron sus maletas y regresaron a casa sonrientes. Los gestos de complicidad fluyeron de forma natural entre clientes, empleados, sanitarios, policías...

En ese momento difícilmente podían imaginar que a miles de kilómetros de Adeje, en la Casa Real, se estaba cocinando un divorcio de postín. Felipe VI rompe con su padre. El Rey anuncia que no quiere recibir la herencia de Juan Carlos I y le retira la asignación oficial. Su conexión con una fundación de Panamá en la que presuntamente se ingresó una donación de 65 millones de euros oscureció durante unas horas el nacimiento del confinamiento.

Nada habría cambiado a nivel global si en lugar de dos semanas la cuarentena en el H10 se estira a una tercera, pero hay un matiz en esos tres o cuatro días de margen que fueron cruciales para evitar un problema de mayor magnitud. Salvados por la campana. Así de liberados se sintieron los que escaparon de un círculo maldito que adquirió unas tonalidades oscuras cuando Ángel Víctor Torres, presidente de Canarias, informó a los medios de comunicación del cierre de todos los hoteles en las Islas. Eso sucedió el 16 de marzo y las consecuencias derivadas de aquel anunció aún son evidentes.

Un ‘cero’ turístico

El órdago que se nos venía encima era de los grandes. Sirva de ejemplo el hecho de que una mascarilla que costaba 0,95 céntimos antes de que se precintara el H10 Costa Adeje, dos semanas más tarde se pagaba a 12,75 euros en virtud de las nuevas medidas de protección anticovid.

Antes de que la primera ola tomara su máxima altura estaban en riesgo más de 47.200 empleos eventuales en las Islas, pero los datos empeoraron cuando en medio de todas las conversaciones se colaba el “cero turístico” al que estaba encaminada una región que respira gracias a las operaciones que se acumulan en los aeropuertos y puertos, en las recepciones de los hoteles y en base a la infraestructura logística que mantiene con pulso a un sector que sigue con respiración asistida. El H10 Costa Adeje salvó con nota su peor momento antes de la gran crisis.

Y es que pocos fueron los que hace un año calibraron con exactitud el impacto de un golpe cuya onda expansiva sigue arrasando todo lo que encuentra a su paso.