La estrategia para evitar contagios en Navidades ha fallado en toda España. El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas aunaron fuerzas para tratar que el coronavirus no hiciera estragos en las distintas provincias e islas que conforman el país después del periodo navideño que muchos científicos y expertos invitaban a retrasar. Establecieron un límite de grupos para las reuniones, impusieron un toque de queda y se permitió a las comunidades decidir establecer límites entre sus propias provincias para evitar el movimiento de gentío, que es el principal propulsor de los contagios por coronavirus. Sin embargo, después del periodo navideño, las comunidades han empeorado considerablemente su situación respecto a cómo se encontraba antes de la lotería de Navidad, tiñendo todo el mapa de riesgo de un color rojo oscuro, el que refleja el nivel máximo de alerta. Todas han duplicado cuando no triplicado o quintuplicado, la incidencia que tenía a 17 de diciembre y han visto crecer su presión asistencial casi el doble. Todas, a excepción de dos pequeñas islas en el Atlántico: Tenerife y La Gomera.

“Ya podíamos proponer lo que fuera, sabíamos que esto iba a pasar”, afirmó el coordinador del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, hace una semana. Y con un tono recriminatorio afirmó que “nos lo pasamos mejor de lo que deberíamos”. Pero la gestión de las Navidades en las dos islas canarias demuestra que, con una batería de medidas muy duras, se podría haber logrado una cuesta de enero menos pronunciada.

Tras las navidades, la isla capitalina ha reducido su incidencia un 67% hasta los 49 casos

Tenerife y La Gomera comenzaron las festividades navideñas con una situación de base muy mala, que obligó al Gobierno de Canarias a tomar medidas drásticas para reducir los casos diagnosticados diariamente que, en el caso de Tenerife, llevaban cuatro meses creciendo sin control. Esto provocó que, cuando se propusieron las restricciones para pasar las fiestas navideñas, estas dos islas quedaran exentas de las medidas que tendría que seguir el resto del Archipiélago y la mayor parte de España. Tanto los tinerfeños como los gomeros tuvieron que hacer un esfuerzo extra para evitar que una circunstancia excepcional como las fiestas navideñas acabaran con más presión asistencial y un mayor reguero de muertes. En Tenerife, que venía desde hacía 4 meses con unas medidas de semáforo en rojo que no daban resultados, el Gobierno de Canarias decidió implantar sus medidas más restrictivas. Desde mitad de noviembre, las condiciones de vida de los tinerfeños se fueron restringiendo hasta que el 19 de diciembre se decidió tomar medidas más drásticas, a tenor de la cercanía de las Navidades. Los residentes de la isla tan solo pudieron pasar las navidades con sus convivientes, los restaurantes y bares se vieron obligados a sacar sus mesas y sillas a la calzada, la hora de vuelta a casa se fijó a las 22:00 horas y la Isla quedó totalmente cerrada. El gobierno autonómico decidió hacerlo porque Tenerife no iba a aguantar mucho más. La entrada del virus en varias residencias, la creciente presión asistencial y una bolsa de fallecimientos cada vez mayor iban haciendo mella en la Isla. Y al mismo tiempo, estos indicadores auguraban que, de continuar en la misma línea de contagios, la situación podría incluso estar peor que durante la primera ola.

Pero las medidas hicieron efecto. El 19 de diciembre, Tenerife llegó al pico de su ola que comenzó a principio de agosto y que ha ido dando tumbos desde entonces, marcando una incidencia acumulada de 136,6 casos por 100.000 habitantes a siete días vista. A partir de entonces empezó a mejorar progresivamente, de tal forma que, a día de hoy, este indicador es un 67% menor que entonces.

Lo que ocurrió en La Gomera fue distinto. La Isla no venía de una situación basal de peligro de contagios. Pero tan solo unos días antes de que empezara la Navidad, se produjo un brote importante en la isla. En tan solo una semana (del 11 al 17 de diciembre) acumuló 33 casos nuevos, lo que representa el 44% de los casos totales que se diagnosticaron durante el mes de diciembre. La Isla tuvo imposiciones menos restrictivas, pero logró a pesar de ello también escapar a la tercera ola a la que se ha subido toda España.