El acusado de asesinar a su tía en Ofra en febrero del año pasado, Gonzalo S.C., negó que la matara y también rechazó que ambos mantuvieran una relación sentimental, como se había planteado hasta ahora. Durante la primera sesión del juicio con Tribunal de Jurado que se desarrolla en la Audiencia Provincial, el procesado aseguró que salió del piso en el que ambos residían en el citado barrio de Santa Cruz de Tenerife y, al regresar, la encontró muerta sobre su cama, bajo una sábana.

El sobrino de la víctima decidió que solo respondería a las preguntas de su abogado. Es decir, que ni el representante de la Fiscalía, José Luis Sánchez-Jáuregui, ni la letrada del Instituto Canario de Igualdad, Lucrecia Roldán Piñero, pudieron interrogarlo. El profesional que defiende a Gonzalo cree que "está acusado de forma injusta" y "que no dio muerte a su tía", al menos de forma voluntaria. También advirtió de que "está descartado" que el acusado y la víctima mantuvieran una relación de pareja.

Este abogado de oficio se dirigió a los miembros del jurado para expresar que, "en el cuidado de una persona mayor, todos nos podemos equivocar" y que la situación acabe de forma trágica. Insistió en que Gonzalo "no tenía necesidad ni ganas de matar" a su familiar, Rosa María Concepción. Y, además, aprovechó la actualidad para decir que a Gonzalo el Ministerio Público y el Instituto Canario de Igualdad le solicitan prisión permanente revisable, mientras que a la pareja de guardias urbanos de Barcelona acusada de asesinar a Pedro Rodríguez, el novio de la agente, y quemar su cadáver, la Fiscalía solo pide para ellos 24 y 25 años de cárcel.

Gonzalo S.C. vivió en Venezuela hasta 1999, cuando llegó a España y vivió en varias provincias, según contó ayer. En 2011 se asentó en La Palma y comprobó que su tía residía sola. Aunque entonces se valía por sus medios, decidió estar junto a ella y atenderla. Aclaró que residían juntos "como amigos" y que ninguna otra persona la cuidaba. Negó que ambos fueran pareja o que mantuvieran relaciones sexuales. Cuando su letrado le preguntó el motivo por el que algunos vecinos de San Andrés y Sauces los consideraban novios, respondió que siempre salían juntos a la calle, porque a él no le gustaba dejarla sola, debido a sus circunstancias.

Rosa María Concepción tenía reconocida una discapacidad del 33 por ciento y el acusado explicó que, por esa condición, su madre siempre la cuidó como a una "niña mimada". Reconoció que él se ocupaba de hacer las cosas de la casa, como comprar, lavar o fregar. Y, además, la acompañaba al médico. En julio del 2018, la víctima afirmó al personal sanitario que la atendió que Gonzalo la había tirado por unas escaleras, pero no llegó a denunciarlo. La autoridad judicial decretó orden de alejamiento para el ahora acusado. Por ese motivo, el presunto autor del asesinato de Rosa decidió viajar a Tenerife y residir en el piso de Ofra. Aclaró que la afectada lo llamaba todos los días para saber cómo estaba. Pero un día no lo llamó y se enteró de que sufrió convulsiones. Desde ese momento, decidió ir a La Palma y la trajo a Ofra para recoger sus cosas, así como para pintar dicha vivienda y venderla.

Aseguró que, días antes de la muerte, a Rosa le dio un ataque en una calle y llamó varias veces a la ambulancia porque sufrió un nuevo ataque epiléptico.

En el referido barrio de Santa Cruz de Tenerife ambos no salían mucho a la vía pública, según el acusado, porque residían en un tercer piso con ascensor y la mujer tenía serios problemas de movilidad. Respecto a lo que ocurrió el día de los hechos, el 2 de febrero del 2019, respondió a su abogado que "tiene lagunas" de memoria. Tras salir del piso en una hora no determinada, regresó entre la tarde y la noche y encontró a su tía acostada en una cama, tapada por una sábana y con un brazo por fuera. Explicó que la tocó y estaba "helada".

Ayer no supo explicar por qué no llamó a las fuerzas de seguridad o los equipos de emergencia. De hecho, telefoneó a una hermana suya. Ante la situación, decidió quitarle la ropa que tenía puesta Rosa María y le puso otra nueva y limpia. Y las prendas que le retiró las puso en una bolsa.

Tampoco se acordó ayer si ingirió pastillas tras hallar fallecida a su familiar ni que le hicieran un lavado de estómago para salvarle la vida. Aclaró que, con cierta frecuencia, Rosa María se caía al suelo, ya que sufría ataques epilépticos. A preguntas de su letrado, dijo que, días antes del fallecimiento, la víctima se cayó en el baño y rompió una jabonera.

La jornada de ayer comenzó con la selección del jurado, como es habitual en este tipo de juicios. Cuando ya se había abierto la sala al público y los representantes del Ministerio Público y el Instituto Canario de Igualdad se habían dirigido a los miembros del Tribunal Popular, se produjo un hecho sorprendente. El acusado le comunicó a su abogado de oficio que deseaba prescindir de sus servicios, a pesar de que el citado profesional había llevado su caso desde que fue puesto a disposición de la autoridad judicial hace un año. Nada más hablar el letrado defensor sobre la nueva situación, el fiscal y la abogada del Instituto Canario de Igualdad recordaron al magistrado que se trataba de una maniobra dilatoria por parte del procesado y que no aceptara su demanda, lo que hubiese implicado disolver el jurado y convocar otro juicio para una fecha indeterminada. Tras un receso, la autoridad judicial decidió no atender la petición de Gonzalo y propició que la vista continuara con normalidad.