En pleno corazón de barrio chicharrero de El Toscal, en la calle La Rosa, es posible escuchar frases como "¿Parla catalá?; "una miqueta" o "moltes gracies". Para sorpresa de muchos, aunque hace ya unos cuantos años que Natalia Agut, la única profesora homologada de manera oficial por la Casa Catalana de Tenerife, imparte clases en el idioma de Josep Pla para todas las etapas y niveles educativos. Una tarde cualquiera de este caluroso otoño nos cruzamos con esta mujer activa que vive en la zona, muy cerca del aula, y llegó a la Isla en 2004 "por amor porque mi marido, Keko, es de aquí".

Natalia imparte los cursos, subvencionados en parte por la Generalitat con el atractivo de garantizar al culminarlos allá por el mes de mayo la certificación del Institut Ramón Llull.

Agut valora: "Hay muchas razones para acercarse al catalán. Desde tener una pareja de allí a querer ir a trabajar o a estudiar. También estudian el idioma hijos de catalanes afincados en Tenerife o simplemente gente con inquietudes que quiere sumar un idioma a sus conocimientos". Natalia también da clases de español en la Sociedad de Desarrollo capitalina. A inmigrantes o alumnos Erasmus.

Imparte clases desde 2005, primero en casa y a niños; luego, desde hace ya nueve cursos, en este aula de La Rosa para todos los públicos. Antes, en su Barcelona natal también era profesora de lengua española y catalana.

Valora ese interés por el catalán: "Estamos a 2.000 kilómetros y por eso lo considero alto. Si fuera en Cataluña u otra parte de la Península pensaría otra cosa".

Los clases del curso organizados por la Casa Catalana de Tenerife, ubicada en San Eugenio Alto (Adeje) empezaron el viernes pasado en La Rosa. Natalia da clases cada año a entre 20 y 25 personas en total.

"Nada de política", zanja Natalia cuando se le cuestiona por el procés. Subraya que "en mi ámbito privado, el de familia y amigos no he notado ningún rechazo pero sí me he ido de un bar sin consumir al escuchar una crítica feroz e indiscriminada producto de la ignorancia, el desconocimiento y la desinformación; o mejor dicho, la información sesgada sobre lo que realmente pasa allí".

Incide en ello: "No es un país en llamas ni en una situación de conflicto permanente. Tengo tanto amigos independentistas como no independentistas y nos llevamos todos bien. Y en las familias la proporción es al 50%. Se vive y se convive siempre que haya respeto con las ideas de cada uno". Del centro de la capital catalana "y muy del Barça por tradición familiar". Tiene claro que "con mi gente hablamos, pero fuera de ese ámbito, mejor no hacerlo". Lo que más añora "son las comidas y en concreto los sabores".

Una declaración de intenciones: "Soy profesora de lengua catalana y lo que transmito es cultura y mi amor por ella". Desvela que hay tres niveles según conocimientos: inicial, intermedio y avanzado. Y que "en seis meses se entiende y se habla".

Puede que pronto necesite recuperar su idioma natal porque, revela, "no es nuestra intención quedarnos aquí para siempre, aunque nunca se sabe". Ella parla catalá algo más que una miqueta.