BARRIO A BARRIO | Tíncer

El regreso del escritor Daniel María, el ‘hijo pródigo’ del colegio de Tíncer

El centro dedica su biblioteca a quien aprendió a leer en ella, que fue recibido 25 años después como fuente de inspiración y ejemplo en la lucha por la igualdad y la diversidad

Humberto Gonar

Humberto Gonar

11:00 horas. Colegio de Tíncer. Desde la puerta hasta la cancela de la entrada una alfombra roja acotada con libros, donde estaba el comité de igualdad del centro: Giovanni, Míriam, Mariángeles y Yaret con Sandra González, la vicedirectora. Un joven de barba y bigote toca al portero. Sus crocs dejan entrever dos calcetines diferentes... A su encuentro acude Laura Nazco, la directora; había llegado el invitado: el escritor Daniel María, que regresaba al cole 25 años después con su madre, Margarita, y su hermana, Laura.

Tras recorrer los cincuenta metros de honor, la directora se coloca ante las cortinas negras que tapan las cristaleras del acceso al recinto para anunciarle: «ahora los alumnos están de recreo. Cuando acaben recorreremos las aulas». Abre las cortinas y frente por frente toda la comunidad educativa, desde los pequeños de tres años de Primero de Primaria a los de sexto, que le hacen un paseíllo entre aplausos y lágrimas de un tan emocionado como sorprendido que regresaba a su colegio por todo lo alto.

En el patio interior del recinto, con los niños uniformados con camisetas negras y algún detalle rojo, Laura da paso a las intervenciones de los niños del comité de igualdad. Jennifer da la bienvenida. «Te queremos agradecer tu labor de divulgación para construir una sociedad más justa e igualitaria para nosotros y nosotras. Solo hace falta levantar un poco la mirada para darse cuenta de que somos un centro muy diverso, lleno de color y niños y niñas muy especiales, cada uno a su manera».

Siguió Darey. «En este cole hemos podido aprender que la diversidad, en todos sus sentidos, es maravillosa y ahora, gracias a ti, también sabemos que podemos ser lo que nos propongamos. Tenerte aquí nos recuerda la importancia de ser auténticos. Eres una fuente de inspiración porque aquel niño que hace algún tiempo leía y comenzaba a escribir en la biblioteca del CEIP Tíncer ha conseguido ser un escritor y una persona que alza su voz para defender la igualdad. Gracias por ser un ejemplo tan positivos». Ovación. Y lágrimas, muchas lágrimas.

Al otro lado del patio interior habilitado como espacio de lectura, Carmen Teresa Brito, la maestra palmera que inauguró el colegio hace cuarenta años –tantos como los que estuvo, en su mayoría como directora, hasta su jubilación en 2020–, descubrió el rótulo: «Biblioteca Daniel María».

Como pudo, Daniel María armó con palabras su agradecimiento por el tributo que nadie se quiso perder, ni los padres, ni el conserje, ni la profesora que lo enseñó a leer y predicó en primera persona una de sus máximas: «no podemos ser perfectos, pero sí ser auténticos». A partir de ahí regaló experiencia de vida del niño que desde los cinco años hasta los trece acudía al colegio de Tíncer, antes de ir un año al instituto Padre Anchieta, pues cursó cuarto de la ESO y Bachillerato en el IES Las Veredillas como miembro la primera promoción que estrenaba el instituto. Luego pasó a la Universidad y cursó Filología Hispánica, hasta tercero cuando se adentró en el mundo editorial, combinando su faceta de escritor con la de gestor cultural.

Daniel María evidencia sentimiento de orgullo y regusto del pequeño que vivió en el colegio de su barrio, que dividía Tíncer Alto y Tíncer Bajo cuando no estaba el tranvía... Por no haber, es que no había ni comida, contó la maestra decana, que deja atrás aquel barrio sin identidad ni asociaciones y que tanto ha evolucionado. Carmen Teresa ejemplifica el paso de los años: «antes enseñabas a coser un botón a un niño y te llamaban la atención», para poner en valor las cualidades de Daniel María. «Era un niño generoso, despierto, que preguntaba por todo, muy curioso y observador, y muy querido por sus compañeros».

«Más que un barrio era un pueblo donde las vecinas te cuidaban, te daban de merendar o te encomendaban un recado. No había ni tranvía ni centro de atletismo, sino que se cuidaban vacas y toros; la vecindad era tu familia». Hoy Daniel María reside en La Cuesta pero sigue en el pueblo su abuela Mariana González, a quien considera su gran musa e inspiración.

El escritor, más auténtico: «aprendí a quererme en este colegio», para reconocer su afición por sacar libros de la biblioteca sin entenderlos, para tocarlos y leerlos.

«Cuando gané el primer concurso de relato en el colegio me pareció que había logrado el Nobel y entonces tuve conciencia de que ser escritor era posible», y gracias a profesores como Carmen Teresa, Carmina, Rosi... que predicaron la inclusión en las aulas».

Daniel María hizo partícipe en su homenaje a «Josué, mi mejor amigo desde Infantil hasta que murió con 11. No supe leer hasta que fui mayor que mi mejor amigo fue mi primer amor». También recordó a su mejor amiga, Beatriz Sanfiel, asesinada por su novio hace 18 años. «El colegio tiene nombres propios: ojalá un aula con el de Josué, en defensa de los derechos de la infancia, o con el de Beatriz, por la igualdad». «El día que me fui de aquí jamás pensé que volvería y vería mi nombre en letras grandes».

«El mundo es bueno y les pertenece; nadie merece ningún tipo de violencia. Me siento seguro con el futuro en sus manos», agradeció el escritor a los alumnos, después de precisar que «como niño marica guardo buenos recuerdos de mi etapa en el colegio, lo que no exime que viviera momentos violentos».

Luego, recorrido por todas las aulas, como la de 5 años A, la primera clase de Daniel María, que como un rey mago recogía los dibujos que le regalaban los niños. Y para arte, el retrato que le hizo una de las maestras decana, Lola Aparicio, de tutora segundo A.

Tíncer saldó así la deuda que sentían haber contraído Sandra Rodríguez y Magaly Ramos, uno de los pulmones del centro, cuando en enero recibieron este mensaje del escritor: «fui alumno del Colegio de Tíncer toda la EGB. De Infantil y hasta séptimo. Ya en octavo me pilló el cambio, pasé a la ESO y tuve que ir al instituto.

El Colegio de Tíncer ha marcado mi vida y está presente en mi literatura y en mi mirada.

En 2020 les entregué tres libros. Me gustaría entregarles los cuatro últimos. Sé que no son lecturas dirigidas al alumnado del centro, pero me hace ilusión que estén en la biblioteca. (...). 

Al ver cómo ha cambiado el cole y que está tan valorado a nivel autonómico y nacional, siento una gran emoción. Viví todo lo bueno y todo lo malo en Tíncer y todo ha sido crucial en mi crecimiento como artista y como persona LGBTIQ+. Saber que cualquier niño, niña o niñe del cole podrá crecer libre y ser acompañadx me hace muy feliz. A la persona que soy y al niño que fui».

Desde este miércoles el escritor Daniel María da nombre a la biblioteca del colegio de Tíncer donde aprendió a leer y escribir.

Ni el día que Margarita dejó a su hijo a por primera vez en el cole lloró tanto como este miércoles.