Educación | Solidaridad

La Pureza recupera su multitudinaria fiesta misionera cinco años después

Cuatro mil personas disfrutan de las actividades para recaudar fondos para Kafakumba

Renzzo El Selector protagoniza una de las actuaciones más esperadas de la nueva edición de Kafakumba.

Renzzo El Selector protagoniza una de las actuaciones más esperadas de la nueva edición de Kafakumba. / Juliana Pangels

Humberto Gonar

Humberto Gonar

En la ‘fiesta del reencuentro’ de Kafakumba que volvió a celebrar este sábado el colegio La Pureza de María, en la capital tinerfeña, no faltó ni Renzzo El Selector, que también protagonizó una actuación gratuita como un atractivo añadido a este evento solidario que reunió más de 3.500 participantes entre alumnos, padres, profesores y antiguos alumnos de este centro. Cinco habían transcurrido ya de la última edición de Kafakumba, que se dejó de celebrar por la incidencia del Covid. En su regreso, el lema ‘De lo bueno lo mejor’ presidía la convocatoria tanto en la cartelería como en las camisetas de esta edición.

La comunidad escolar, y en especial las religiosas de La Pureza de la capital junto al claustro, se han entregado durante más de un mes para que todo estuviera preparado ayer para recibir a las miles de personas que cada año esperan esta cita para el ‘reencuentro’ entre antiguos compañeros y, por si fuera poco, en medio de un despliegue que transforma las instalaciones para la fiesta de la solidaridad. El objetivo, recaudar fondos para la misión que regenta las misioneras en Kafakumba, con las que llevan comprometidas desde hace años hasta el punto de que la convocatoria ha adoptado este nombre de enclave del Congo, si bien en el pasado el dinero recaudado se destinaba a Zaire.

El compromiso misionero de este centro se remonta a 1975, cuando las hermanas de La Pureza llegaron a Zaire y luego desarrollaron la misión de Kafakumba, donde han creado colegios, internados y hasta un hospital rural.

Desde las diez de la mañana y hasta las cinco de la tarde, pequeños y grandes disfrutaron de las instalaciones de La Pureza que se acondicionaron con dos comedores en los patios de Educación Infantil y de Primaria que, gracias a la colaboración del Ejército, fueron ‘techados’ por una malla de las que se instalan en los campamentos de campaña. 

En el pabellón, los niños de los cursos comprendidos entre Primero de Infantil hasta sexto de Primaria presentaron las coreografías que habían preparado para la fiesta misionera. Pero es que el colegio se entregó al completo a la búsqueda de fondos para las misiones y, en particular, para acoger a los miles de participantes que pudieron disfrutar desde un castillo inflable, como talleres de, pinta caras, pinta uñas, trenzas, tatuajes... donde profesores y hasta algunas monjas se afanaban en estas actividades. También se organizó un escape room, campeonatos de voley, baloncesto, fútbol y brilé entre padres y alumnos... Este ‘sábado de Kafakumba’ el gimnasio se convirtió, como ya es habitual, en la Casa del Miedo que organizaron los alumnos de Primero de Bachillerato, mientras que en el comedor del colegio se habilitó una tómbola, que era uno de los principales reclamos. El motivo: más de 1.750 regalos que reunió la organización de la fiesta misionera. Quienes adquirían su número tenían la posibilidad de llevarse desde una caja de plátano a una tablet, un spa o una noche de hotel... «La gente ha sido muy generosa», agradecía Juliana Serrano Pangels, una de las profesoras del centro. Sirva como ejemplo el regalo que hizo a la organización el doctor Blas García, de Cirugía Plástica Facial y Cirugía Maxilofacial, que regaló al centro un viaje a Disneyland de cuatro días y tres noches para dos adultos y otros tantos niños. Los responsables de la cita misionera realizaron una rifa que permitía por solo un euro ganar uno de los viajes más anhelados por muchas familias.

En los patios también el AMPA, el colegio y hasta el profesorado regentaban los puestos de comidas que permitían recaudar más fondos; o la venta de camisetas, pulseras o abanicos, o las rifas. Esta fiesta misionera es singular por la alta participación y porque se entremezcla la solidaridad con la tradición de quien sabe que la cita es punto de encuentro obligado de generaciones. Tan peculiar es la cita, que tiene su propia moneda, ‘la kafakumba’, pues a la entrada los euros que se preveían gastar se cambiaban en el ‘papel timbrado’ de la solidaridad. Así, este sábado fue diferente en La Pureza. El reto: recaudar fondos para el otro.