BARRIO A BARRIO | Barranco Grande

Senén, el maestro con el que los alumnos aprenden y se divierten

Barranco Grande inmortaliza a quien impartió clases durante 28 años en el colegio Bethencourt y Molina con un fresco en la plaza del pueblo

Humberto Gonar

Humberto Gonar

«Aprender aprendiendo». Estas eran las dos palabras que el primer día de clase escribía en la pizarra el maestro Senén Pérez (Santa Cruz de La Palma, 1959), quien después veintiocho años en el CEIP Bethencourt y Molina –de sus treinta y cuatro y medio en la profesión– acaba la actividad que comenzó en el barrio adejero de Armeñime, donde estuvo dos años, para seguir uno en Punta del Hidalgo –donde vivía– y tres en San Miguel hasta recalar en Barranco Grandedonde está considerado el gran maestro... como lo definen compañeros y alumnos en el homenaje de este viernes.

Nieto, hijo y hermano de maestros, a Senén el destino le tenía reservado continuar la tradición familiar, después de que una lesión le truncara su afición al fútbol... Hay que ‘robarle’ las palabras porque rehúye el protagonismo. «Si quieres poner algo, en una esquinita y dí que los verdaderos protagonistas son los docentes; como yo hay miles, millones en el mundo. De mí no escribas nada; yo soy más de vivirlo». Y desliza la clave de su éxito, la confianza en el alumnado: «somos semillitas que germinamos antes o después».

Pero el pueblo de Barranco Grande ‘dictó sentencia’ y lo inmortalizó en un fresco que pintó el artista urbano Joel McFly, y uno de sus exalumnos, gracias al proyecto Birmagen de Coordicanarias y con el patrocinio de Instituto Municipal de Atención Social (IMAS). En la plaza del barrio se reunió un centenar familias para agradecer su labor ejemplar.

«No sé qué sería de mi hoy sin Senén», aseguró uno de los pupilos que avalan una trayectoria ejemplar. Hasta el concejal de Distrito del Suroeste, Javier Rivero, recordaba su paso por ‘el Bethencourt’ y la huella imborrable que dejó en el Senén y don Tomás, y las lecciones de flora autóctona, o el viaje fin de curso. O las excursiones en las que participó la también edil de la Corporación Charín González, hoy al frente del área del IMAS, y en las que no faltaban las sesiones de relajación para oír el silencio de la naturaleza. «Siempre recordaré la excursión que acabamos en los campitos de Añaza», explicaba Charín rememorando la infancia que la llevaba a esa zona para hacer volar cometas. «Senén marcó otra forma de hacer las cosas», coinciden todos. «No merece un mural, sino toda una plaza».

El maestro organizaba cada año una excursión al barranco para los de Primero, al año siguiente una acampada, para en tercero repetir la experiencia en una Isla y en cuarto realizar el viaje fin de curso. «Era el cum laude», de su magisterio. «De regreso de la excursión, la primera lección era dar respuesta a esta pregunta: ¿tú hiciste algo mal?», era la fórmula con la inculcaba que «para divertirte no tienes que hacer algo malo», contaba a los asistentes al tributo. Y eso después de salir al barranco con sesenta y cinco alumnos, y hasta con la compañía de sus dos hijos –una de ellas es enfermera– que le echaban una mano en la organización o ante un contratiempo.

Esta forma diferente de enseñar logró sacar de la calle a muchos alumnos, precisamente porque Senén también acompañaba a los chicos fuera del colegio. Y se obró el cambio: «nos poníamos a hacer la tarea a las cinco de la tarde para llevarla toda hecha a Senén al día siguiente», reconocía uno de sus estudiantes, que elogiaba que ni el paso de tres décadas y media han conseguido menguar sus ganas por enseñar, desde el sentimiento del orgullo de pertenencia al barrio, elogió Ruymán Afonso, uno de los promotores del acto y baluarte del proyecto Birmagen. La clave del éxito no se la atribuye el propio maestro, sino que eso es porque «encontraron la llama que lo hace feliz y descubrió que recibimos más de lo que damos».

Clave es su pasión por Canarias y las tradiciones, como cuando plantó cara a la injerencia de promocionar Halloween en el colegio, o hasta sacó una murga –de la que cantó una de las estrofas entonadas hace años– que utilizaba para enseñar poesía a los chicos, una entrega incluso a costa de sacrificar a los suyos.

En uno de los bancos, y como quien desea ser de mayor como Senén, Sabrina Martín, del equipo de Javier Rivero en el distrito Suroeste, admitía: "¡esto es superguay!, normalmente las cosas así se hacen cuando uno se muere», pero Senén tiene cuerda para rato y una vida de libro. En el acto no faltaron la malagueña y la folía que interpretó un quinteto, integrado por Ruth González, hija del ilustre vecino de Barranco Grande, el célebre cantador y timplista José Manuel González Mena (1952-2009), para acabar el acto con un riquirraca entre los agradecimientos por una labor ejemplar estampada en un mural y en la vida de cientos de vecinos.