Formación | Acción Social

Sesenta alumnos del colegio La Pureza se ‘gradúan’ en valores para la vida

Estudiantes de segundo de Bachillerato acaban su ‘voluntariado obligado’ en Cruz Roja, San Juan de Dios, Justicia y Paz y Ámate

Humberto Gonar

Humberto Gonar

«Cuando me enteré que un grupo de niñas de 17 años venían a colaborar en Ámate pensé: que van a hacer si tienen la misma edad que mis nietas. Hoy me siento profundamente orgullosa porque tras participar el proyecto con la mediación del colegio me pidieron seguir colaborando». Es el testimonio de la profesora de croché de Asociación de Cáncer de Mama de Tenerife (Ámate), que celebra la experiencia vivida con uno de los cuatro grupos en los que se dividieron los sesenta y dos alumnos de segundo de Bachillerato del colegio La Pureza de María para desarrollar el ‘voluntariado obligado’ que celebra esta edición diez años desde la puesta en marcha del programa ‘Marcando la diferencia’.

La directora del centro, la hermana María Dolores López Fernández, cerró el acto que se desarrolló en el pabellón Alberta Giménez y que contó con la participación de las cuatro entidades colaboradoras que acogieron durante seis meses a los alumnos de segundo de Bachillerato. Junto a Ámate, Cruz Roja España, el hospital San Juan de Dios y la Comisión Diocesana de Justicia y Paz.

También acudió a la clausura la consejera insular de Acción Social, Participación Ciudadana, Voluntariado e Inclusión del Cabildo de Tenerife, Águeda Fumero, así como el consejero de Sinpromi, Adal García Pueyo. La propia Fumero elogió la gran solidaridad y el compromiso social demostrado por el colegio La Pureza, para poner en valor la formación personal en valores, que permite una generación consciente en las desigualdades sociales. «Hay esperanza», sentenció, para apostar por una juventud más comprometida en una isla más justa y solidaria.

La directora de La Pureza justificó la necesidad del ‘voluntariado obligado’ que se ha desarrollado durante seis meses con la implicación de las familias para lograr «un mundo más humano», lo que viene a justificar precisamente el desarrollo ‘inducido’ del proyecto para «crecer en cuerpo y en conocimiento».

Agradecimiento explícito

De la obligación al agradecimiento por la experiencia. Así lo evidenciaron cada uno de los cuatro grupos en los que se repartieron los 62 alumnos de la promoción de segundo de Bachillerato.

Un botiquín de golosinas para San Juan de Dios. Golosinas rojas, por la pasión que pone el personal del hospital San Juan de Dios; verde, por la esperanza; nubes rosas, por el amor, y gominolas azules, por la fuerza, integraron el botiquín que preparó el grupo asignado al referido centro sanitario dentro del proyecto ‘Marcando la diferencia’ para agradecer la acogida y la experiencia vivida acompañando a los mayores y, en especial, con el apoyo de Eli.

Justicia y Paz. Los alumnos del equipo de trabajo de la comisión diocesana regalaron un poema y un trabajo manual por la oportunidad de vivir esta experiencia que le permitió conocer ‘sonrisas que ilumina’ y descubrir la ‘magia de la solidaridad.

Ámate. El grupo asignado a esta asociación mostró lo aprendido con el croché, con una cadeneta rosa y roja, además de ejercitar la paciencia y la empatía, para agradecer la acogida y el abrazo que les cautivó los martes por la tarde: «se puede seguir adelante, nos lo han enseñado mujeres fuertes y resilientes». 

Cruz Roja. Una tonga de bloques de cartón hizo constar los valores de este apoyo a la infancia: satisfacción, amabilidad, ilusión, compasión, amor, responsabilidad, generosidad... en una experiencia que, aunque no está en el currículum, incorpora un aprendizaje para afrontar la vida.