Barrio a barrio | Barranco Grande

«Gracias a pasar el tiempo en el grupo con la batucada he aprendido a ser feliz»

El CEO Bethencourt y Molina, de Barranco Grande, acoge la clausura del proyecto ‘Birmagen’

El responsable de Cordicanarias y uno de los responsables de Birmagen, junto a un grupo de alumnos.’

El responsable de Cordicanarias y uno de los responsables de Birmagen, junto a un grupo de alumnos.’ / María Pisaca

Humberto Gonar

Pocas veces la evaluación de un proyecto se ha cerrado con el testimonio de uno de sus participantes y una frase tan lapidaria: «Gracias a pasar el tiempo de batucada aprendo a ser feliz como persona y también con mi familia». La sentencia encogió el corazón al centenar de jóvenes y mayores que se dieron cita el pasado viernes en la clausura del proyecto Birmagen desarrollado por el equipo de orientación que lidera Ruymán Afonso en colaboración de CoordiCanarias y el Instituto Municipal de Atención Social del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, así como del Distrito Suroeste.

Alba, exalumna y monitora del proyecto Birmagen –a la izquierda– participa en la evaluación. | | MARÍA PISACA

Alba, exalumna y monitora del proyecto Birmagen –a la izquierda– participa en la evaluación. | | MARÍA PISACA / Humberto Gonar

Los objetivos del proyecto Birmagen van dirigidos tanto a las familias como a los alumnos del CEO Bethencourt y Molina, colegio de Barranco Grande que históricamente se ha caracterizado por el diálogo entre la comunidad escolar y el barrio, con iniciativas similares como Tenique.

Ya en la presentación del acto de clausura, el propio Ruymán Afonso destacó las características del proyecto Birmagen como una iniciativa participativa desde el trabajo con las familias. Precisamente la palabra participación es la que más se repitió, y se hizo realidad, aprovechando esa vocación de apertura a la familia y al barrio que distingue al CEO Bethencourt y Molina, en el que ha sido fundamental la implicación de Elena, de Música; Alicia, que promovió la convivencia, y Haridian «la superorientadora», como la presentó Afonso, quien no pasó por alto a los mosqueteros Angélica, María José y Salva, que «hacen sencillo trabajar en esta línea».

A esto se suma la aportación de la concejala del IMAS, Charín González, y Javier Rivero, del Distrito Suroeste. «Todos los políticos no son iguales; y ellos son personas receptivas», le elogió el promotor del proyecto Birmagen, haciendo partícipe a los educadores sociales del éxito: «Esta iniciativa no tiene sentido si no tiene un equipo humano como este detrás». Parecía mero protocolo, palabras bonitas como las que tocan en una clausura. Pero Birmagen se hizo carne cuando tomó la palabra Alba, una exalumna del Bethencourt y Molina que se ha incorporada como monitora al proyecto.

¿Qué es Birmagen?. Así lo explica Alba: «Un proyecto para niños de Primaria con los que se desarrollan talleres que fomentan el espíritu de barrio. Antes venían al colegio de ocho a dos de la tarde y no había una implicación con el entorno; a través de este tipo de iniciativa se fomenta la vocación y el sentido de pertenencia por el barrio, la sociedad, se promueven valores de ayuda, te enseñan a expresarte, a desenvolverte, dándote las herramientas». Fue acabar esta frase y el concejal de Distrito –antiguo alumno precisamente del CEO Bethencourt y Molina– decir: «La voy a fichar».

Tomó el testigo Joel, a quien Ruymán confiere un protagonismo por el vínculo especial que le reconoce que mantiene con los jóvenes. Su labor se desarrolla más orientada en el mundo del arte, a través de talleres y morales.

Del equipo de trabajo del Proyecto Birmagen, intervino María José para ahondar en la esencia de la iniciativa: la familia, a la que se facilita asesoramiento y se predica con el ejemplo: «escuchar a la gente». Ruymán Afonso recordó que gracias a María José el proyecto, que inicialmente estaba diseñado a la medida de treinta familias, se pudo abrir a 73, incluso beneficiando a chicos llegados del Sur. A partir de ahí valoró no solo la labor musical que se desarrolló desde capoeiras y con una batucada, que marcó el curso de Birmagen, sino también el apoyo a la familia, lo que permite fomentar la comunidad, desde la integración, con asesoramiento a la familia, facilitándole recursos mínimos, acercando incluso la técnica, lo que le permite acceder a las familias a la matrícula online, o tramitar los accesos para pedir plaza en el comedor o acceder a la ayuda de libros.

‘Birmagen’ en primera persona

Ruymán Afonso también dio la palabra al presidente de CoordiCanarias, Salvador Marrero, institución que ha apostado por el desarrollo del Proyecto Birmagen en el CEO Bethencourt y Molina, como también ha hecho con Tenique, entre otras iniciativas.

Salva no tuvo reparos a la hora de hablar en primera persona de los problemas de discapacidad, para sacar los colores a la hora de cuestionar cómo refiere a la Educación inclusiva pero luego no se establecen metodologías de trabajo en función a si se trata de una discapacidad funcional o intelectual. En sus palabras, Salva recordó las antiguas escuelas unitarias hasta que logró el título de maestro y en 1986 llegó como sustituto precisamente al CEO Bethencourt y Molina, para advertir que se habla de colegios especiales como si todos los alumnos tuvieran la misma discapacidad. Como máxima de vida, dejó una frase lapidaria: «Los mejores años son los que restan por vivir».

Entre los participantes, María José, una de las madres que agradeció el acercamiento que le permitió el Proyecto Birmagen a las nuevas tecnologías. «Mi móvil es un ordenador y con él ya gestiono citas con la Seguridad Social o un certificado de empadronamiento». También agradeció la oportunidad que le brindó este proyecto, que le permitió participar en la radio La vida es bella en una entrevista de Sinpromi. Hoy ha sido seleccionado y está pendiente de acceder a un puesto de trabajo fijo. Y se hizo la ovación de los participantes en la clausura.

Ya fuera de guion, Arianna pidió la palabra. «Reconozco que no me portaba bien con los profesoras, pero gracias a este proyecto ya no grito (se ríe). Ruymán y Alicia me conocieron en esa etapa más difícil. Este proyecto me ha permitido saber que siempre fui buena... Las cosas que pasaron en casa me llevaron a pagarla con los demás. Ahora controlo mis emociones, aunque no los nervios», sentenció entre risas y lágrimas, arropadas con los aplausos por la ejemplar intervención. «Ahora me pone feliz ver a los demás felices». Para Arianna estar en el grupo de batucada fue una experiencia sensacional por el trato con Elena y Palmares. «Aprendí que si soy feliz da lo mismo lo demás; estas personas hacen feliz mi día a día».

Gabriela fue otra de las compañeras en tomar la palabra para agradecer la colaboración del grupo, que ha facilitado la integración. Y de nuevo Palmares y la batucada: «me ha ayudado para controlar el miedo que tenía a los ruidos» con esta actividad.

Una y otra vez se repite la importancia que ha tenido la percusión y sus monitores entre los jóvenes del CEO Bethencourt y Molina. Victoria agradeció al Proyecto Birmagen no solo la colaboración, sino el apoyo que también ha prestado tanto a los chicos como a sus familias, donde han demostrado que «cada persona es muy importante». Las ganas por participar en el taller de batucada era tal que «no había acabado un día para desear que llegara el siguiente martes». Además de esta actividad, también se organizaron excursiones, que permitieron la interrelación, en las que hasta el chófer acabó cantando con los chicos. Birmagen se consolida como un proyecto mima y pone en valor a las personas.

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