BARRIO A BARRIO | San Andrés

La asociación de El Pescador recupera el cementerio de San Andrés en cinco años

Tras la mejora de cruces y lápidas, demanda a Cetensa la mejora de los muros de cerramiento

Una de las cinco campañas de mejora de las tumbas del viejo cementerio de San Andrés.

Una de las cinco campañas de mejora de las tumbas del viejo cementerio de San Andrés. / María Pisaca

Humberto Gonar

Humberto Gonar

La Asociación de Vecinos El Pescador está inmersa desde el año 2018 en la mejora del viejo cementerio de Traslarena que se localiza en San Andrés y que debe su nombre a la vieja playa de arena negra donde las artes de pesca y la tradición fueron siempre de la mano. Han sido tantos años como campañas se han desarrollado bajo el lema Juntos podemos salvarlo, que se inició en abril de 2018.

En septiembre de aquel año tomaron conciencia no ya de la evidente situación de abandono del camposanto, sino que dada la dejadez de la administración era fundamental la implicación de los propios vecinos para sacar adelante su rehabilitación y, de esa forma, salvar parte del patrimonio histórico de este pueblo.

Con el apoyo de la asociación, los vecinos se echaron a la calle entonces con una decena de huchas para recaudar fondos que le permitieran la reposición de cruces, además de contar con la implicación de mano de obra de los propios residentes que secundaron esta iniciativa. En esta primera cuestación se reunieron 331 euros, dinero suficiente para comprar la madera a la que luego un carpintero del pueblo le dio forma y convirtió en las cruces que se colocaron meses después. Fueron las primeras treinta cruces y, lo más importante, fue el primer paso en la restauración y mejora del cementerio Traslarena.

Desde aquel septiembre de 2018 hasta la fecha se han realizado cinco campañas de restituciones de 170 cruces, que no solo se ha limitado en el cambio sino en el cuidado de cada tumba.

La inquietud que caracteriza a Marcos Cova llevó a dar otro paso, que se materializó el sábado 22 y el domingo 30 de abril y que se ha centrado en la mejora de las lápidas, y rematar las cruces que restaban por mejorar. Poco a poco el cementerio tiene ya otro aspecto, aunque queda aún trabajo por hacer, reconoce el dirigente vecinal, que piensa que conforme el trabajo de los residentes llega a su fin, se hace más urgente la intervención del ayuntamiento en elementos estructurales que desbordan las posibilidades y las buenas intenciones de los vecinos, como la necesaria actuación para recuperar la capilla y los muros.

Marcos Cova asegura que «los muros de cerramiento están sufriendo un deterioro que se hace evidente en la cantidad de huecos que deja los desprendimientos de tosca roja con las que se construyó el viejo camposanto de San Andrés». Por este motivo, en las últimas semanas han remitido un escrito a Cetensa –empresa que se encarga de la gestión de los cementerios municipales– para que de forma urgente valore la recuperación de los muros. «Continuaremos insistiendo las veces que haga falta», reitera Marcos Cova.

La capilla no será menos que las cruces y las lápidas, pues los propios vecinos la han incluido en una nueva etapa de la campaña Juntos podemos salvarlo. A partir del 10 de mayo comenzarán una recogida de firmas y de donativos para tratar de reformarla.«No hace mucho se oficiaban misas el día de difuntos». Con ese objetivo, se centrarán esfuerzos para rescatar este rincón del camposanto.

Datos históricos

El origen del cementerio Traslarena se remonta a finales del siglo XIX. «Allí llegaban los petromaces, pequeños barcos que salían de noche a calar el chinchorro. Y allí, a finales del siglo XIX (1893), a escasos metros de la mar, surgió un camposanto que trataba de paliar los efectos de la epidemia de cólera morbo que en el pueblo de San Andrés se cobró la vida de 40 vecinos. El cementerio surgió de la necesidad de sacar fuera del entorno del pueblo a los fallecidos por la epidemia. Se trataba de evitar que se propagara la misma y de alejar a los contagiados del viejo cementerio de San Andrés, entonces en la trasera de la iglesia».

«Pero la historia de esta necrópolis no sólo está ligada al cólera. El 15 de febrero de 1898, a las 23:30 horas y debido a la calima y a la escasa visibilidad, el vapor francés de nombre Flachat, naufraga frente a las costas de Taganana, en concreto en más cercanías de la playa de Anosma. Algunos de los fallecidos en el naufragio son enterrados también en el cementerio de Traslarena debido a la necesidad imperiosa de darles sepultura. Cuentan los más antiguos del pueblo que durante años, algunos de los familiares de estos marineros se acercaban hasta el camposanto interesándose por sus seres queridos», dice Cova. 

En 1911 se construyen los muros de cerramiento del camposanto. El mismo se encontraba desprotegido ante las mareas.

En 1930 se levanta la capilla, utilizada en ocasiones como improvisada sala de autopsias, hoy se encuentra en estado ruinoso. En el año 1972 la especulación de la que fue objeto la Playa de las Teresitas, dio lugar a un episodio donde un vecino del pueblo, José El Rueda, ante la intención de una pala de derribar los muros del camposanto corre hasta San Andrés alertando a la gente. El pueblo se coloca frente a la pala, evitando el derrumbe del muro y la desaparición del cementerio.