El pasado martes falleció Álvaro Morera, uno de los referentes en la lucha pacífica por la independencia de Canarias. Miembro de la generación que protagoniza la llamada primavera guanche, al inicio de la década de los ochenta, es considerado un «compatriota canario ejemplar».

«El día que me muera/deseo como homenaje/que mi cuerpo se amortaje/con la canaria bandera. Que mi féretro se cubriera con siete verdes estrellas/de la bandera más bella/que nación alguna tuviera. Que en la cumbre más cimera/de mi benahoare la bella/luzcan verdes las estrellas/de mi canaria bandera. El día que me muera/es mi deseo sincero/que ondee nuestra bandera/en el Archipiélago entero. Que en balcones y ventanas/de compatriotas compañeros/ondee en el mundo entero/nuestra enseña soberana. El día que me muera...».

Este texto fue el testamento vital que escribió Álvaro Morera Felipe en La Gomera el 25 de noviembre de 2000 y que, casi 22 años después, sirvió de hoja de ruta para cumplimentar su adiós. Hermano que actuó como padre del cantante de Taburiente Luis Morera –Álvaro era el mayor de siete hermanos y el artista, el más pequeño–, el histórico dirigente del Partido Nacionalista Canario (PNC) Francisco García Talavera lo define como «patriota canario ejemplar».

El vecino de Cubillo

Emiliano Oliva, otro de los incondicionales de Álvaro Morera, lo define por encima de todo como una muy buena persona, con un firme compromiso en la lucha por la independencia pero ajeno a fanatismos o posturas intransigentes, con una defensa transversal frente al independentismo atomizado, hasta el punto de que nadie permitiría ofender su imagen por la admiración que se granjeó quien fue la mano derecha del mismísimo Antonio Cubillo. Junto a los postulados políticos compartidos, Cubillo y Morera eran vecinos, desde 1985, del barrio de Duggi, lo que facilitó esa relación de cercanía ideológica y personal, además de facilitar la comunicación de este trabajador de Correos. «Siempre fue el hombre fiel y de confianza de Antonio Cubillo y nunca fue sectario; es un privilegio que haya estado en los orígenes de los idearios del PNC», destaca el diputado canario Juan Manuel García Ramos, elogio que comparte Hilario Rodríguez, que pone en valor que Morera era «un caballero como ya no hay».

Frente a los postulados defendidos de forma más vehemente, el tono comedido y conciliador de Álvaro Morera, un talante del que hizo gala como buen palmero, apostilla Emiliano Oliva.

Su muerte deja un enorme vacío personal e ideológico ya que fue exponente destacado de una generación que coprotagoniza la llamada primavera guanche, que se atribuye desde el inicio de la década de los años ochenta hasta 1987, lo que supuso la exaltación del guanchismo y la canariedad, la defensa de las siete estrellas verdes como seña identidad –de ahí que el propio Francisco García Talavera lo considere hijo de esta enseña–, si bien con desconsuelo Emiliano Oliva precisa que Morera fallece «sin llegar a haber conseguido la parte esencial de ese relato canario: la independencia».

Pablo de Luca, compañero, militante y amigo del propio Álvaro Morera, pone en valor tres visiones de este defensor del país canario desde la perspectiva personal, cultural y profesional.

Morera, según Pablo de Luca

Nacido el 27 de junio de 1935 en Tedote (Santa Cruz de La Palma), Álvaro Morera ingresa en Telégrafos con quince años en su ciudad natal mientras simultanea los estudios de sus últimos años de bachillerato. Ya en 1954 ingresa en la Escala de Auxiliares de Telégrafos en Santa Cruz de Tenerife, donde gracias a tu talento protagoniza una carrera ascendente: en 1964 pasa al Cuerpo de Técnicos Especializados de Telecomunicaciones, donde permanece hasta su jubilación en el año 2000 como jefe de los Servicios Informáticos de Correo y Telégrafos de Santa Cruz de Tenerife. Pablo de Luca ahonda en el papel que juega Morera en la informatización de los servicios telegráficos y postales en Canarias, siendo pionero.

Junto a esa vertiente personal, una interpretación más política y cultural que pone en valor la identidad canaria: el Centro de Estudios Imazighen de Canarias, cuya defensa asume como propia, tomando el testigo de los fundadores en la década de los setenta, los hermanos Juan Jerónimo y Buenaventura Pérez y Pérez. Junto a ese centro de estudios, la asociación cultural Tamusni, de la que es vicepresidente el propio Pablo de Luca –con Morera en la presidencia–, plataformas desde las que se emprende una labor de rescate de la cultura y lengua del pueblo guanche. A esto se suma su condición de director del periódico digital El Guanche.info y de ElCanario.net. Pablo de Luca apunta como un punto determinante la participación de Morera, junto a otros miembros del movimiento, en el primero congreso mundial Amazig o Bereber, que tuvo lugar en 1997 en Gran Canaria.

En lo que se refiere a su compromiso político, Álvaro Morera ingresa en 1977 en el Partido Popular Canario (PPC), que hace suya la organización que fundara a comienzos del siglo XX Secundido Delgado y por la que concurrió a las elecciones españolas del 15 de junio de 1977 junto a otros dos referentes de su generación: Juan Pedro Dávila y Bernardo Cabrera.

En mayo y junio de 1982 participa en el llamado Congreso de Bajamar, que supuso la constitución del Partido Nacionalista Canario hasta participar en la dirección. Al propio Álvaro Morera y Juan Pedro Dávila se les atribuye su participación decisiva para que el 23 de febrero de 1981, coincidiendo con el intento de golpe de Estado, se trasladaran a la sede del partido y destruyeran las fichas de los militantes, para ponerlos a salvo.

En agosto de 1985 regresaría Antonio Cubillo de Argelia y se constituiría el Congreso Nacional de Canarias, en el que se integraron buena parte de los militantes del PNC y del que, desde diciembre de 2012, tras el fallecimiento de Cubillo, fue secretario general hasta su muerte.

Junto al compromiso político, también su implicación en luchas sindicales o sociales, como cuando lideró junto a otros vecinos el contundente rechazo a la construcción de aparcamientos bajo la plaza de San Fernando, en Duggi.

El Álvaro más íntimo

El benjamín de los siete hermanos Morera, el artista Luis Morera, recordaba la acogida y el apoyo que encontró en sus hermanos; hijos de un militar, siempre el cantante también fue contra la marea físicamente con su rebeldía social que respetó Álvaro cuando lo acogió en su casa en Ramón y Cajal para que estudiara Bellas Artes en la Universidad de La Laguna.

Ayer, en el duelo, Álvaro, el hijo mayor del fallecido, leyó en un momento de la celebración religiosa el testamento vital de su padre, que dio paso al Awañak que interpretó el propio Luis Morera y que acabó cantando hasta el cura antes de proceder al enterramiento, a ritmo del sirinoque y entre bucios como soñó un Álvaro amortajado con su bandera de las siete estrellas verdes.