Más allá de la playa de Las Teresitas, de San Andrés y de El Regente hay vida... en la parte alta del barranco de El Cercado, donde el presidente de la Asociación de Vecinos Los Valles del Sur de Anaga, Andrés Hernández Baute –Andresito para los amigos y conocidos–, se desvive con el visitante para mostrar las carencias de esta zona en la que residen de facto una docena de personas, un lugar que evidencia que conoce como la palma de su mano.

Andrés prefirió vincular su vida a una casa su familia en El Cercado en vez de comprar un piso en Santa Cruz cuando decidió independizarse, por lo que, a sus 44 años de edad, se convirtió en el vecino más joven del lugar; el mayor es Pepe que, a sus 96 años, todavía sigue sacando sus cabras.

La escarpada orografía los asentamientos diseminados en los Valles del Sur de Anaga ha obligado a los residentes a designar un representante de cada zona para dar voz dentro del colectivo que vive una misma realidad: la falta de infraestructuras básicas, a pesar de que, desde su filosofía de la vida, sentencia: «el desarrollo necesita servicios básicos».

A la conversación se incorpora Javier Egaña, un veterinario que trabajó en el área de Medio Ambiente hasta su jubilación cuatro años y que comparte la visión de Andrés, al que llama el dinamizador.

En la curva de Malvasía, en la parte alta del barranco de El Cercado, se localiza el puente del Camurro, que resultó afectado en la riada del año 2014. «El ojo del puente por donde se canaliza el barranco es insuficiente y además se taponó con los cañizos. Aquí se formó una piscina de más de dos metros de altura sobre el nivel del asfalto, hasta que reventó la parte baja y dejó una montaña de cañaveral en la parte alta, después de afectar al margen derecho. Después de denunciar la situación y advertid del deterioro, cuatro años después, en 2018, aquí vino el presidente del Cabildo, el alcalde y el concejal de Anaga, anunciaron un proyecto de rehabilitación, se sacaron la foto y nunca más se ha sabido», se lamentan estos dos vecinos de El Cercado.

«Y fíjate si es un paso inseguro que a comienzos del siglo falleció aquí un niño que iba en su bicicleta y cayó al barranco», recuerda Javier, momento que aprovecha Andrés para apostillar: «¿Qué están esperando, que pase una tragedia o pase algo para venir y hacer la obra?». Y no solo se trata del ‘proyecto de la foto’, como lo definen, sino una actitud generalizada en el trato con esta zona. «En 2007 fuimos los propios vecinos de El Cercado los que tuvimos que mediar entre el Ayuntamiento de Santa Cruz y el Cabildo de Tenerife; cada administración tenía prevista realizar obras en la zona. Unos iban a asfaltar y otros habían aprobado las canalizaciones, como la instalación de la luz... Al final los convencimos para que se pusieran de acuerdo y, en vez de asfaltar y luego volver a levantar para poner las cometidas y luego empichar de nuevo, se organizara en una única actuación. Así lo hicieron, acometieron de forma conjunta el proyecto y comenzaron precisamente por la última fase de las tres en las que dividieron los trabajos; así, ahora vas en el coche y sabes dónde realizaron los trabajos, en un tramo de cuatro cientos metros lineales que está rematado, quedando sin hacer los 1.500 restantes, que está lleno de baches y socavones», explica Javier Egaña.

«Y no tenemos ni luz ni agua. Ojo, nosotros somos los primeros que decimos que sobran postes en esta zona, pero... se defiende el uso de energías limpias y luego no te dan alternativas», se lamenta Javier, que adquirió su finca en 1998, y desde entonces la ha ido acomodando con unas placas fotovoltaicas, un aljibe y hasta una depuradora adatada al entorno que le hace el servicio. «Pero todo me lo he tenido que costear yo, aunque luego son los políticos los que salen en las fotografías alardeando que esto es Reserva de la Biosfera o Parque Rural».

Andrés advierte: «Las barranqueras son cíclicas y se repiten cada treinta o cuarenta años... Es necesario arreglar el puente y dar los servicios básicos». «Piensa que aquí solo tenemos luz gracias a que todos hemos acabado por instalar placas; la conexión a internet ha estado fatal también estos días, por lo que falla la telefonía; yo en mi casa tampoco tengo televisión», añade Javier.

«Aquí cuando pasa por la Cuesta de San Pedrito ya sabes que accedes al Parque Rural de Anaga por el estado de la carretera, cuando desde la Reserva de la Biosfera se defiende como máxima que debe existir un equilibrio entre la naturaleza y el hombre», apunta el dirigente de la asociación de Los Valles del Sur de Anaga.

Javier vuelve a insistir con la luz: «El pleno aprobó varios acuerdos por unanimidad y no se culminó la obra; me gustaría saber dónde fue a parar todo ese dinero, porque llegó la crisis de 2008 y nunca más se supo».

Andrés Hernández, de Los Valles del Sur de Anaga, muestra el mal estado del puente del Camurro hace siete años; abajo, Javier, ante su casa, con luz gracias a las placas fotovoltáicas. El cauce del barranco El Cercado, lleno de cañaveral.