Poco después de las once de la mañana de ayer llegaban a la playa de Las Teresitas los primeros usuarios del baño asistido, un servicio que presta Cruz Roja por cuarto verano consecutivo y que, a la espera de que se definiera el protocolo sanitario por el Covid-19, se había retrasado su puesta en marcha. Los técnicos de Cruz Roja prestan ayuda a los usuarios que demanden la prestación con cita previa o si las sillas anfibios están libres, si no se ha tramitado la solicitud con antelación; hasta ahora, estaban las sillas, pero faltaba la asistencia, por lo que las personas con movilidad reducida solo podían disfrutar del baño si acudían a la playa acompañados y eran ayudados.

Otro inconveniente que sigue sin resolverse es que los interesados y que precisen ayuda para el baño se tienen que trasladar desde su casa hasta la playa, y ya en Las Teresitas Cruz Roja se encarga de prestar la ayuda. Ayer, los primeros cuatro usuarios de este servicio participan también en el programa de atención a mayores que tiene en servicio Cruz Roja.

Desde las nueve y media de la mañana, se activó el primer recurso. Un micro recogió a Dorotea Petra León, vecina de García Escámez, que nada más bajarse del micro y mientras iba trasladada en silla de ruedas no paraba de decir: "No me lo puedo creer; qué contenta estoy de venir y de verlos a todos"... "No sabes la alegría que me dieron..." le cuenta a uno de los técnicos de Cruz Roja, a quien ya conoce de años anteriores. El próximo 6 de febrero cumplirá 90 años. "Nací en Los Toscales (en Santa Cruz) y con dos años me fui a La Cuesta; me casé en La Paz y La Unión, tengo dos hijos, uno de 67 y otro de 65, cuatro nietos y tres bisnietos", comenta de corrido y sin perder de vista el mar.

Por la rampa, del brazo de uno de los usuarios y apoyada en un bastón, llega Benita Díaz, vecina del grupo Echeyde, en Ofra, y cerca, Lucila Tadeo, de Taco, que reside en La Florita. "Estaba esperando por la playa; hicimos alguna salida a Las Teresitas dentro del programa de mayores de Cruz Roja, pero este año no habían comenzado los baños asistidos", aunque ella disfruta de buena movilidad, hasta el punto de que, en un momento de la conversación, se acerca a Miguel Hernández, que va en silla de ruedas, y le recuerda que, fiel a la cita, no se olvide del cortadito. "Eso que no falte", le dice su compañero de grupo.

Media docena de miembros de Cruz Roja han colocado las dos sillas anfibio cerca del puesto de la ONG en el acceso número 10 de la playa, donde también está instalada una carpa a la que se accede sobre un paseo de tablas que une la entrada de la playa hasta la orilla y también facilita el acceso a uno de los kioscos.

Inaugura el baño asistido Miguel Hernández, que aprovecha que sus compañeras de grupo están en plena conversación, para subirse a una silla anfibio y con dos asistentes poner rumbo al agua. Ha visto al redactor gráfico de EL DÍA Andrés Gutiérrez y evidencia deformación profesional, pues se presta a colaborar a las mil maravillas. "¿Ustedes son de EL DÍA? Yo los conocía allí a todos porque trabajé durante 33 años en TVE, en la avenida Buenos Aires. Fui reportero; no cámara ni redactor. Yo iba con el redactor y me pedía unos planos y yo grababa; si era para un informativo hacía un uno por tres con recursos; si era un acto, no había más posibilidad y lo que se podía", explica en una lección de periodismo a pie de playa. "Yo vivo en La Salud; cerca del ancla, en la hilera de delante le dieron las casas individuales a bomberos y policía, y detrás me tocó a mí". "Nombre a Jorge Perdomo y Alejandro Togores, ellos me enseñaron el manejo con la cámara", cuenta como quien no tiene amputada una de sus piernas.