Puntual a la cita con los vecinos, las 17:00 horas, llegó a la calle Benahoare el concejal de Salud-La Salle, el popular Carlos Tarife. Allí lo esperaban Tamara, Pilar, Carmen y Araceli, que en segundos alertaron al resto de residentes que se sumaron a la comitiva municipal que recorrió la calle, alguna visitante con un modelo pasarela. La cita la pidió Tamara por los dos incendios en las últimas tres semanas, pero multiplicó las demandas.

La vecina portaba una carpeta con la documentación que, al menos desde 2011 dirigieron al ayuntamiento para solicitar un guardia muerto para limitar la velocidad del tráfico. En ese momento se incorporó su secretaria, Tamara del Pino, y la directora de distrito, Marta Vela, a quien reconocieron los residentes hasta con mascarilla. "Aquí están las peticiones" del limitador de velocidad, le mostró a Tarife, lastimando que quedara en saco roto. El concejal del PP cogió la hoja y, a vuela pluma, le espetó. "Esta es la respuesta; el ayuntamiento le denegó su petición, otra cosa es que no le gustara la respuesta".

Tamara se vino arriba y sacó otro papel, de 2014; de ese todavía no hay resolución. Medió la directora de distrito, Marta Vela, y advirtió que antes de insistir en colocar este limitador escuchen el ruido que ocasiona donde está instalado. "Y si están dispuestos a asumir la molestia, recojan firmas y me la presentan, y el distrito lo tramita con Seguridad Ciudadana", se comprometió Tarife.

Las demandas vecinales solo habían comenzado antes de llegar al que a priori era el punto caliente, el abandono del barranco de Santos. Tamara, con la complicidad de sus vecinos, le pidió al concejal de distrito la reubicación de los contenedores en la parte baja, en una ampliación de la acera que se utilizó para colocar unas arquetas, lo que complica acceder a la propuesta vecinal. Tarife parecía haberse empadronado en la calle Benahoare cuando le pidió a Marta Vela buscar una alternativa: "¿Y ahí, al lado de los aparcamientos?". La directora le distrito le tuvo que recordar precisamente a Carlos Tarife, del PP, que los contenedores son de carga derecha. El edil insistió en buscar solución. Vela precisó: "Si lo ponemos en la acera ampliada se podrían poner cuatro, como mínimo -para orgánico, envases, papel y vidrio-, y no puede estar a más de 200 metros de distancia del usuario".

Los vecinos siguieron su ruta rumbo al barranco, momento que aprovechó Pilar para preguntar: "¿Hay un barrendero asignado por calle, porque al nuestro lo cambiaron y ya no viene nadie?", se lamentó.

Con Arístides de guía, entramos por el peatonal de Benahoare, donde se encuentra de todo: desde cajas de caramelos abandonados a colchonetas y otros fungibles más libidinosos... El paseo conduce a una plaza donde hay más jóvenes, y menores, que mascarillas... Está tan abandonada que hasta los columpios están nuevos por falta de uso. "Yo no traería aquí a mis hijos", dijo Arístides. Ya al margen del barranco, la zona del incendio, y una montaña de hierba seca que amenaza con una tragedia, y el barranco sucio, lleno de enseres abandonados por el nuevo indigente que tomó la cueva que dejó otro inglés, y que incluso fue tapiada, y en frente el muro de la trasera del asilo, donde más maleza trepa hacia la bomba de gas, y más arriba una infravivienda de madera y cartones. Es la otra Santa Cruz que el Consejo Insular de Aguas ha dejado en el olvido a su paso por el barranco, vecinos que pagan sus impuestos como los del centro... El concejal de Distrito ya había consultado que las parcelas con pasto para el fuego son municipales, pero no esperaba el aluvión de demandas que le sumaron los residentes de la calle. Tarife se fue con la conciencia de vecino de Benahoare y con los apuntes de sus demandas, ahora faltan soluciones.