"Nosotros queremos saber cuándo nos van a entregar las viviendas". Es el sentir general de las familias de las 115 viviendas de la barriada de La Candelaria, en la zona de Azorín, que ven con desconsuelo cómo desde poco más de un año están culminados los dos bloques de nueve plantas donde serán reubicados cuando se produzca, por fin, su salida de los doce portales que se reparten en tres bloques del barrio.

José González, el "presidente de los presidentes" de las doce comunidades que se crearon para afrontar la reposición de las viviendas, recuerda que este proceso de renovación del parque de viviendas de La Candelaria se inició en el año 2008, siendo entonces concejala de esta área Ángela Mena. Asegura que la redacción del proyecto se hizo conforme con los vecinos, ya que las viviendas estaban en mal estado. Construidas desde 1955, se han ido deteriorando. Después de sortear retrasos, en apenas un año, en 2018, se levantaron las dos torres de 9 plantas en una manzana de aparcamientos que, según algunos vecinos, aseguran que eran propiedad privada. "Mi madre tenía en su escritura que tenía un piso y el uso de una parcela, con número asignado", explica una vecina.

La configuración de la barriada de La Candelaria, construida en 1955, está compuesta por doce portones de cinco plantas cada uno; en la mayoría, con dos viviendas por nivel, aunque hay otro con cuatro pisos. Inicialmente se destinaron para los trabajadores de Cepsa, luego lo heredaron sus hijos y también "gente nueva" compró. Cada una de esas viviendas, construidas hace 65 años, tienen 30 metros cuadrados de superficie. ¡Imagínese el lector estar confinados, como ocurrió meses atrás, en ese espacio!. La configuración de cada piso es un pequeño salón del que se tiene acceso a dos habitaciones, un baño y una cocina; todo en proporción al espacio construido.

Ramón Trujillo, presidente del portón XII de La Candelaria, muestra la fachada de la parte de su bloque. "Esa tubería la colocamos nosotros semanas atrás porque se reventó la vieja". Los vecinos viven en una situación de interinidad. Les prometieron las viviendas, se proyectaron, se levantaron en los aparcamientos donde aparcaban sus vehículos, se concluyeron las dos torres y desde hace un año... ven los dos edificios a escasos diez metros de su acera sin que todavía los puedan ocupar. "Antes del confinamiento fueron llamando a las familias; cincuenta o sesenta ya han dado su conformidad con el reparto en el nuevo inmueble, pero se paró. También dicen que ha habido problemas con el enganche de la luz y que por eso está todo parado", explica Ramón Trujillo.

En el quinto piso del bloque XII de La Candelaria nos recibe Ángel González. Ya nada más la entrada al portal sorprende por la cantidad de hojarasca que tapiza el acceso. En el pasillo, rumbo a una angosta escalera, humedades y paredes vencidas por el paso de los años. Ocupas o amigos de lo ajeno se han adelantado al desalojo que se deberá proyectar cuando se produzca el estreno de las dos torres y... han desaparecido las ventanas en los descansillos que dan a la calle. Ya en casa de Ángel González, una pila de caja evidencia que la mudanza está preparada; otra cosa es para cuándo. En esta pila de cajas guarda la ropa de invierno confiado que la próxima vez que la saque sea en el nuevo domicilio. Al ser el quinto y último piso, la humedad se ha cebado con la pared donde tenía el termo hasta que se cayó. "No sabemos si arreglar las cosas o si invertimos ese dinero y es como quien lo tira a la basura porque en unos meses nos dan la casa nueva", explica. Ramón Trujillo se pregunta por qué la calle Ortega y Gasset sigue cerrada al tráfico: "Encima que nos quitaron los aparcamientos, también está cerrado eso desde hace un año con la obra acabada". "En mayo de 2019 nos enseñaron el piso piloto y no sabemos qué cuándo las entregas", se preguntan con desasosiego mientras ven cómo el tiempo, y las casa, se les viene encima sin ver resultados.