Según un informe del Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, en 2020 se suicidaron en España 3.941 personas. Una media de casi 11 personas al día. Estos datos convirtieron el 2020 en el año en el año con más suicidios registrado en la historia de España desde que se tienen datos (año 1906).

Poco a poco y como ocurre con los trastornos mentales, se va hablando de este fenómeno que, por cifras como las que vemos, preocupa y mucho a los expertos en psiquiatría y psicología. 

Aun así, como explican desde el Consejo General de Psicología de España, las creencias erróneas y el estigma asociados con el suicidio lo convierten todavía en un tema "tabú" para muchos. 

Y el no conocer a fondo este fenómeno o dejarse llevar por algunas falsas informaciones puede ser peligroso y poner en riesgo la vida de una persona.

Por eso, la organización europea Mental Health Europe (MHE) ha publicado un artículo donde se recogen los principales mitos y creencias sobre el suicidio, con el fin de aclararlos y contribuir al conocimiento de este problema. 

No conocer a fondo el problema del suicidio o dejarse llevar por algunas falsas informaciones puede ser peligroso.

Las creencias erróneas sobre el suicidio

  • Las personas que hablan sobre el suicidio solo buscan llamar la atención.

Es la primera de las creencias erróneas. Se da por supuesto que no tienen ninguna intención de hacerlo y no se les toma en serio. 

Pero esto es un error. Nunca hay que dejar pasar cualquier comentario sobre la intención de quitarse la vida, porque esto puede ser una llamada de ayuda. 

Como explican los especialistas del Consejo General de Psicología de España.

"Cuando las personas tienen tendencias suicidas, generalmente se sienten solas y necesitan apoyo emocional. El acceso a la ayuda adecuada en el momento adecuado puede prevenir el suicidio".

Así que, si nos encontramos con alguien que manifiesta sus intenciones suicidas, lo mejor es comunicarse con él y plantearnos cómo le podemos ayudar. 

  • Solo las personas con problemas de salud mental se suicidan.

No existe una relación directa entre salud mental y suicidio.

Como explican los psicólogos: "El suicidio puede afectar a cualquiera. Hay una serie de factores de riesgo, como sufrir violencia o abuso, que son determinantes más amplios de la salud mental".

"Tener un problema de salud mental no conduce automáticamente a un comportamiento suicida. El suicidio puede ser una consecuencia de las experiencias de la vida: falta de comprensión, exposición al estigma, dolor, acercamiento destructivo a uno mismo, soledad y falta de acceso a la atención de salud mental".

  • El suicidio es una elección personal y no debemos intervenir.

La realidad es que la mayoría de las personas con conducta suicida en realidad no quieren morir, “sino que no quieren vivir la vida que tienen”.

Por eso un apoyo a tiempo puede evitar un desenlace fatal. 

  • Hablar sobre el suicidio puede animar a una persona a acabar con su vida.

Los especialistas niegan esta afirmación y explican que "hablar abiertamente sobre cómo se sienten puede ayudar a disipar algo de la tensión que está causando sus sentimientos suicidas" 

  • Cuando el estado de ánimo de la persona con pensamientos suicidas mejora ya no hay peligro de que termine con su vida.

Esto tampoco es cierto porque a veces la sensación de que están mejor puede venir simplemente del hecho de que tengan la decisión ya tomada. 

"Una mejora repentina y visible puede significar alegría genuina, el alivio que siente la persona que finalmente ha tomado la decisión de terminar con su vida y se siente mejor debido a esta decisión", explican los psicólogos.

Los psicólogos insisten en que el suicidio se puede prevenir.

  • El suicidio no se puede prevenir.

Sí se puede prevenir. Y son muchas las iniciativas que están poniéndose en marcha durante los últimos tiempos para reducir el número de suicidios.

Iniciativas dedicadas a "abordar los problemas que conducen a los intentos de suicidio (estigma, falta de acceso a los servicios, falta de información sobre salud mental, falta de apoyo entre iguales, condiciones adversas durante la infancia), reducir el acceso a los medios de suicidio (es decir, armas, ciertos medicamentos), informes de los medios de comunicación e intervenciones escolares".

  • La medicación es el mejor tratamiento para el suicidio.

Desde el Consejo General de Psicología explican que los fármacos, incluidos los antidepresivos, “no reducen las tendencias suicidas”.

  • Hospitalizar al suicida reduce el riesgo de que acabe con su vida.

Una hospitalización involuntaria puede aumentar el deseo de la persona de suicidarse. De hecho, un estudio publicado en 2019 sugiere que la práctica común de la hospitalización forzada por problemas de salud mental podría hacer más daño. 

“Las personas que se sintieron obligadas a ser hospitalizadas contra su voluntad tenían más probabilidades de intentar suicidarse tras ser dadas de alta del hospital. Esto fue cierto incluso después de controlar otros factores que podrían influir en el suicidio”, concluyen los expertos.