Opinión

El modelo turístico canario necesita un cambio

Varias personas protestan contra el modelo turístico en Canarias frente al Congreso.

Varias personas protestan contra el modelo turístico en Canarias frente al Congreso. / EP

Todo el mundo habla de la necesidad de un cambio en nuestro actual modelo turístico, pero pocos son los que proponen un plan viable que contente a todas las partes implicadas. Es obvio que nuestro actual modelo no deja de ser, desde hace décadas, un turismo de sol y playa dirigido a una masa de turistas por lo general de clase media. Es positivo el hecho de que nuestro modelo se encuentra diversificado en cuanto a tipologías, segmentos y mercados; pero no deja de ser menos cierto que necesita de una reestructuración en relación con la calidad y la cantidad de visitantes. Como también es necesario contribuir a los objetivos medioambientales, anteponer la defensa de nuestro entorno, espacios y recursos naturales, el mantenimiento del paisaje agrario y la preservación de nuestros hábitos y costumbres.

Es curioso que en las protestas que tuvieron lugar el mes pasado contra el actual modelo turístico, las reivindicaciones se ciñeron a denunciar el empobrecimiento, los atascos y la falta de viviendas accesibles a la mayoría de la población. Pero pocas voces se oyeron en contra de la actividad descontrolada de los alojamientos vacacionales de Airbnb. Labor que ha sido impulsada en buena medida por las administraciones locales que, absurdamente, han visto en dicha actividad una manera de hacerle la competencia a la industria hotelera.

Ahora, este descontrol ha propiciado que las zonas tradicionalmente clasificadas como residenciales, rústicas e incluso industriales se vean sometidas a una presencia masiva de visitantes para la que no están preparadas desde un punto de vista de recursos ni de infraestructuras. Este hecho es uno de los culpables de la falta de viviendas disponibles para un alquiler no vacacional, cuyo precio de arrendamiento ha subido exponencialmente. Del mismo modo, ha aumentado el «buscarse la vida por su cuenta» del turista, dejando al margen el circuito de los turoperadores; así como los viajes en guaguas, por lo que ha aumentado el traslado en coches particulares. Todo ello va en favor de un menor empleo en la actividad turística y, por consiguiente, una menor contribución fiscal.

Esperemos que el gobierno canario sea consciente de la importancia de regular cuanto antes el alquiler de las viviendas para uso vacacional. Y, mientras tanto, no estaría de más implantar una moratoria urgente para controlar las actuales autorizaciones, aunque sea a través de un decreto ley. En ciudades como Nueva York, cuyas normas para el alquiler vacacional son las más restrictivas del mercado y que fue regulada el pasado año 2022, exigen que no se pueda arrendar apartamentos por menos de treinta días sin la presencia del anfitrión, así como que no pueda alquilar a más de dos huéspedes.

Precisamente en estos días, el gobierno canario ha decidido, junto a los cabildos, estudiar el incremento turístico isla por isla. Exactamente: «Revisar el modelo de crecimiento de un futuro colectivo, pero con velocidades diferentes según las islas». De hecho, el portavoz del ejecutivo canario ha señalado: «Tenemos una oportunidad única para revisar nuestro modelo de crecimiento y avanzar hacia un modelo más sostenible poniendo las luces largas y no mirando al corto plazo, sino para las próximas generaciones». Esperemos que no quede solo en buenas intenciones.

El actual modelo turístico necesita de una revisión en el sentido de la necesidad de llevar a cabo políticas que conduzcan a lograr la sostenibilidad económica, social y ambiental del conjunto de la sociedad. Así como apostar por una mejor eficacia en cuanto a la conectividad aérea, llevar a cabo un proceso de rehabilitación de infraestructuras y alojamientos turísticos, impulsar la digitalización y la formación de los trabajadores del sector y una mejora en su estabilidad laboral y en sus retribuciones.

No obstante, debemos reconocer, incluidos los que salieron a la calle a protestar por el actual modelo turístico, que por mucho que nos opongamos, vivimos del turismo. Para bien o para mal es nuestra gallina de los huevos de oro. El problema es que no hemos sabido o querido, vaya usted a saber, diversificar nuestro modelo de vida. Por lo que todos los huevos los tenemos depositados en una misma canasta. Esperemos que algo –como pasó con el Covid-19–, o alguien, no le dé una patada a la cesta y se nos jorobe el chiringuito para siempre.

macost33@gmail.com