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Vampirizando

Proyecto de Cuna del Alma en el Puertito de Adeje.

Proyecto de Cuna del Alma en el Puertito de Adeje. / El Día

Otro aspecto interesante de la protomanifa del día 20 –porque lo que ahora estamos viendo es ya la primera etapa de la manifestación, con un conjunto de medios, y todavía más de periodistas, fascinados por la convocatoria– es su aprovechamiento político. Porque, como es evidente, detrás de la manifestación se mueven intereses que solo accidentalmente tienen que ver con el sector turístico: partidos y plataformas políticas con poca, muy poca o ninguna presencia en las instituciones representativas. Algunos insisten en que la manifestación en marcha es un exquisito ejercicio de protesta cívica, pero cabe albergar algunas reservas. El subtexto de los mensajes, en realidad todo el relato de los convocantes, presenta por un lado a un sociedad entera, humillada y agónica, que protesta por un turismo depredador, destructivo y confiscatorio y por otro un Gobierno títere y ruin que mantiene a sangre y fuego un modelo turístico en beneficio de sus amigotes hoteleros. Es un planteamiento adolescente, pero nuestra sociedad está llena de adolescentes de 30, 40 o 60 años. Gente enamorada de su indignación, real o fingida, y que la pone por encima de todas las cosas, incluidos los datos, la historia del país y del sector, la complejidad de nuestra sociedad y, en fin, el puñetero sistema democrático.

Alguna institución –por ejemplo, el Cabildo de Tenerife– se ha apresurado a proclamar que quiere dialogar con los «críticos al modelo turístico». Es ligeramente extravagante. ¿Se refiere a los convocantes de la manifa? También puedes encontrar a críticos fuera. Al menos habrá que esperar a que se celebre la manifestación y atender a si se presenta algún documento básico que desarrolle propuestas concretas. Curiosamente los convocantes no han mostrado, en cambio, ningún interés en reunirse con los representantes de los poderes públicos. Absolutamente con ninguno. Son coherentes con sus convicciones maniqueas: el Gobierno autonómico, los cabildos y ayuntamientos son el mal, el origen de todos los males, y solo les cabe sucumbir ante el honrado pueblo en marcha que ha recuperado al fin la conciencia, como quien recuerda de repente que debe poner la lavadora. La voluntad de deslegitimación democrática resulta absolutamente evidente. No quieren dialogar con ningún gobierno: quieren derrotarlo propagandísticamente.

Dos organizaciones políticas pretenden vampirizar oportunistamente la convocatoria: Drago y Podemos. Quizás sea una expresión un poco fuerte. Tal vez los movimientos ecologistas no se resisten, sino que incluso les ponen el cuello: déjame seco, pero haz ruido para divulgar la causa. Lo de Drago tiene un pase, aunque no es nada inocente. Pero Podemos. Los compañeros de Noemí Santana llevan ya años intentando podemizar las protestas ecologistas en el sur de Tenerife. En Cuna del Alma. En La Tejita. No lo han logrado porque son pocos, torpes y algo desidiosos. Ahora, en vísperas manifesteras, ha vuelto a aparecer un rostro conocido, María González, que ya chupó cámara en el puertito de Adeje, y que esta vez centellea como portavoz de una plataforma fantasmal, Canarias se agota. La señora González, que llegó a formar parte de la campaña de Santana en las últimas elecciones generales, anunció una huelga de hambre hace unos días. Dijo textualmente, como la víctima de un sacrificio inca, que ofrecía su cuerpo a cambio del territorio. Si el Gobierno canario no dialogaba con «el movimiento» González anunció que se pondría en huelga de hambre, y para que la cuchufleta sea más divertida, la hará en la calle, frente al domicilio de Fernando Clavijo. Los ecologistas deberían ser un fisco más exigentes con compañeros de viaje que trivializan payasescamente una manifestación legítima que tiene sus razones y sus propuestas. Para llegar a transformarse en un movimiento social deberían desarrollar suficiente capacidad de análisis, rigor y vertebración y participar así como un agente político activo en el espacio público canario. Aprender a influir, aprender de conquistar autonomía sin tutelas partidistas, aprender a dialogar y a consensuar con quien gobierna democráticamente.

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