Opinión | A babor

Extrarradios

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, durante su mensaje de fin de año.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, durante su mensaje de fin de año. / EP

La política española se mueve más en la ocurrencia que en la elocuencia, se maneja normalmente en un repertorio pletórico de frases pero parco en número de palabras y giros del lenguaje, habla un idioma enfrentado a la oratoria, básicamente analfabeto. Es difícil sacarla del politiqués y de la voluntad obtusa de esconder lo que se piensa y decir las cosas de tal forma que parezca que se dicen otras. Esa, la ocultación a los ciudadanos de lo que se piensa realmente, es la especialidad de la política española. Sin embargo, a pesar de ser tan poco dada al uso del español corriente, si tiene cierta tendencia a inventar usos nuevos para palabras de siempre que acaban por tener cierto éxito y recorrido. Si pudiera escribirse la historia de la democracia nacional tirando de palabras y expresiones colocadas impostadamente en el discurso de los próceres y próceras, padres y madres de la patria, seguro que nos vendrían a la mente expresiones como consensual, atípico, predemocratico, filofranquista, frontispicio, transversal, asimétrico y así hasta medio centenar de ellas. Son palabras que significan lo que significan, pero adquieren también a veces usos nuevos y –sobre todo– se ponen de moda y se instalan cual muletillas recurrentes en el debate público.

La última de esas palabras es extrarradio. Surge por unas medidísimas declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, superviviente a la barrida al PSOE en las autonomías, baluarte de la única mayoría absoluta socialista en una región española. Preguntado por los periodistas en Fitur, García-Page se refirió al penúltimo acuerdo entre el PSOE y los indepes para enmendar la proposición de ley de amnistía y blindar penalmente a Puigdemont y los CDR, acusados por el juez García-Castellón de terrorismo. Page mostró su oposición a la distinción entre terrorismo bueno y terrorismo malo de la enmienda y afirmó que con ese apoyo a la postura indepe, el PSOE se coloca «en el extrarradio de la Constitución». El ministro de Transportes, Oscar Puente, nuevo portavoz oficioso del PSOE no tardó demasiado en contestarle que «quien está en el extrarradio del PSOE es el señor García-Page, desde hace bastante tiempo». Y la ministra Montero, segunda en la línea sucesoria socialista, redundando en la opinión de su colega en Sánchez, añadió que «Page busca notoriedad» y le advirtió que «ése no es el camino». Para completar el trío ministerial, Grande-Marlaska se sumó a la censura de Page y negó que el PSOE esté en el extrarradio constitucional, signifique eso lo que signifique.

Porque nótese que lo que ha dicho García-Page no es que el PSOE esté fuera de la Constitución, sino cerca del borde. Eso es lo que significa estar en el extrarradio. Aunque uno puede preguntarse que implica estar cerca del borde.

Por ejemplo: pocos días antes de que los españoles decidiéramos con nuestros votos darle a Sánchez la opción de entregarse a los indepes para poder seguir usando el coche oficial, el Falcon y su colchón monclovita, Sánchez creía que la amnistía a sus socios de hoy quedaba no en el extrarradio, sino al otro lado de la frontera constitucional. Luego la matemática parlamentaria forzó la pirueta sanchista de descubrir que la amnistía había cruzado esa frontera y se había instalado (con un poco de ayuda socialista y algo de incomodidad, eso si) dentro de la Constitución y del Código Penal, en compañía del relator internacional, el colega Santos Cerdá y la santa que los parió.

Eso demuestra que en política, el extrarradio es una zona que no se caracteriza por sus precios bajos en alquiler y compra de viviendas, sino por sus precios altos en cuestión de movilidad, traslados y cambio de ubicación.

El extrarradio de García-Page no es el mismo de don Óscar Pérez. Pero debería andarse con tiento, no vaya a ser que efectivamente lo veamos el el lado de allá del PSOE por decir lo que piensa él, lo que antes pensaban y decían los mismos socialistas que ahora le censuran por no ser fiel al partido, y también lo que piensan sus votantes y la mayoría de los españoles.

Por cierto, quien no anda recorriendo los barrios con el suburbano es el juez García-Castellón. No tiene tiempo para eso: ayer, el juez del caso Tsunami explicaba en la respuesta a una de las encausadas, que algunos de los hechos más graves de los que se podría responsabilizar a los acusados encajan en el artículo 2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Eso supone que no quedarían cubiertos por la enmienda a la ley de amnistía por el PSOE con Junts y ERC. Y que sigue el partido entre jueces y amnistiadores.

Así está el patio.

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